Web3, la web con Auto-Tune (I)

Web3, la web con Auto-Tune (I)

La Web3 cambiará internet y hará del mundo un sitio mejor. Este acto de fe tecno-mesiánico congrega a tecnólogos, anticapitalistas, inversores de capital riesgo, tecnoutópicos, creadores y criptobros. El concepto ha hecho fortuna y ha saltado a los medios generalistas. De manera retroactiva podemos decir que la Web 1.0 es la que va de 1990 al 2000: la web abierta, descentralizada, gobernada por los propios usuarios y donde solo podíamos publicar aquellos que sabíamos escribir una página en HTML y hacer FTP a un servidor. Las fuerzas motrices eran la experimentación y un cierto espíritu naíf. Tim O’Reilly acuñó en el 2004 el término Web 2.0 para designar una segunda iteración de la web; participativa, centrada en los usuarios y sin barreras de acceso a la creación de contenidos. Blogs donde compartir opinión, wikis donde compartir conocimiento y Napster donde compartir música. Podemos pensar en la Web 2.0 como la web participativa o la web social; no era necesario ser programador para crear. Las fuerzas motrices eran todavía las de la Web 1.0, pero el ego empezaba ya a asomarse.

La llegada del iPhone en el 2007 enterró el espíritu naíf a golpe de app y capitalizó su ego. Apps gratis, fáciles de utilizar, atractivas, que hacen poco y lo hacen muy bien, con el objetivo de captar el máximo número de usuarios que monetizar a posteriori. A partir del 2010 y hasta la fecha, la información se filtra de manera inexorable hacia los silos de Google, Apple, Facebook y Twitter, entre otros. Mención especial para Apple y Google, que controlan el 99% del acceso móvil a la información.

Modelo

La gran promesa de la Web3 es que nos liberará del oligopolio de las grandes corporaciones y nos devolverá aquello que es nuestro: los datos

La Web3 es una especie de retorno a los orígenes, un retorno a la web abierta, descentralizada y guiada por la comunidad, como la Web 1.0, pero con las tecnologías actuales, principalmente las que permiten distribuir aplicaciones, confianza y valor. La gran promesa de la Web3 es que nos liberará del oligopolio de las grandes corporaciones y nos devolverá aquello que es nuestro: los datos. El término lo debemos al cofundador de Ethereum Gavin Wood, que lo acuñó en el 2014 (Web3 y no Web 3.0, porque el término ya estaba cogido para designar la web semántica, que es otra cosa) . En una entrevista en la revistaWired lo resumía con un lacónico: “Menos confianza, más verdad”. Lo explica él mismo: “La confianza implica otorgar algún tipo de autoridad a alguien, o a alguna organización, que siempre podrá utilizar esta autoridad de algún modo arbitrario”.

Los hechos le dan la razón. En el escenario actual no tenemos ningún control sobre los datos que las grandes tecnológicas tienen de nosotros, los que cedemos de manera consciente –todo lo que publicamos–, los metadatos –frecuencia, localización, hora, modelo de móvil, etc.– y las que recogen de forma fraudulenta. Por otro lado, el acceso y almacenamiento centralizado son muy golosos para los regímenes totalitarios a la hora de intervenir o cerrar servicios. Lo hemos visto estos días en Kazajistán, cuando el gobierno ha cerrado internet para evitar que los manifestantes se coordinen.

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No es necesario llegar a casos tan extremos para darse cuenta de que la Web 2.0 está rota. El precio que Facebook pagó en el 2014 por Whatsapp fue de 19.000 millones de dólares. Facebook (ahora Meta) no compraba tecnología, ni negocio; compraba los 500 millones de usuarios que estábamos en la red y la proyección futura de 2.000 millones actuales. Yo no recuerdo haber recibido ningún ingreso por mi participación en el valor de la empresa. Tampoco recuerdo ninguno por los 4 dólares anuales que le hice ganar en el 2020, según estimaciones de Forbes. La desigualdad en la retribución del trabajo es una constante en la creación de material no fungible.

En 1988 una cantante poco conocida por hacer música de baile grababa un tema que Warner tenía en un cajón desde hacía meses y se convertía en un éxito planetario. El tema era Believe y la cantante era Cher, uno de sus seis autores. La marca del tema es ese efecto de voz robótica tan manifiesto. Pues bien, fue uno de los productores del disco, Mark Taylor, quien una vez grabada decidió aplicarle un Auto-Tune a la voz, un programa para corregir el tono. Lo hizo en una noche y no las tenía todas consigo cuando al día siguiente se la mostró a Cher: “Básicamente, era la destrucción de su voz, así que estaba muy nervioso”. El tema Believe fue el primero en grabar un Auto-Tune de forma “radical”, en palabras de Taylor. El resto es historia viva: hoy el Auto-Tune es omnipresente; todos los artistas lo utilizan y géneros musicales como el trap o el reguetón no existirían tal y como los conocemos sin el éxito de Taylor-Cher.

Orígenes

La Web3 es un retorno a la web abierta, descentralizada y guiada por la comunidad, pero con las tecnologías actuales

Mark Taylor cobró por su trabajo, pero con toda seguridad no por el valor que aportó a Believe, a la carrera de Cher como diva pop y a tantos otros artistas hasta la fecha. Con las tecnologías de producción, distribución y atribución de 1988 esto es imposible de cuantificar. Web3 al rescate. La tecnología que lo permitiría, a pesar de no ser trivial, la conocemos bien: es la famosa cadena de bloques que utilizan aplicaciones como las criptomonedas Bitcoin o Ethereum y los NFT. Piense en las cadenas de bloques como ordenadores distribuidos que todo el mundo puede utilizar pero que no son de nadie (no hace falta entenderlo al detalle; nadie entiende cómo funciona la electricidad pero todos somos capaces de ver sus beneficios y de utilizarla). De la misma forma que en una red de intercambio de criptomoneda los participantes reciben fichas virtuales (tokens) en función del valor que tienen, en un entorno Web3 los usuarios reciben fichas en función de su participación. Las fichas solo designan derechos de propiedad sobre imágenes, música, credenciales... En definitiva, derechos de propiedad sobre una parte de internet.

La Web3 no será propiedad de las grandes corporaciones, sino que lo será de los usuarios en la medida en que participen, al igual que un éxito musical no es solo de sus autores, sino de todas las personas que intervienen, incluidos los fans que lo difunden.

La Web3 es pues el resultado de pasar el Auto-Tune a la Web 2.0 para recuperar el tono de la Web 1.0. La distorsión la oiremos en la segunda parte del artículo.

Una persona compra en internet

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Alberto Ortega / Europa Press
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