El comisario Paolo Gentiloni prevé que España será el país del euro que más crezca este año, pero también el último que recuperará los niveles prepandemia, y todo bajo la amenaza de las nuevas variantes. Un crecimiento que vendrá espoleado por el plan de recuperación que se aprobará el martes, lo que permitirá la llegada de los primeros pagos este verano. Éste es uno de los puntos que destaca el comisario de Economía, el reto que supone para España absorber tanto dinero en tan poco tiempo. Lo dijo en una entrevista a La Vanguardia y varios medios europeos.
Crecimiento del 6,2%
“Las previsiones económicas para España son muy positivas”
En sus previsiones económicas, ha aumentado tres décimas el crecimiento del PIB para este año.
Las previsiones para España no son muy distintas de las que presentamos hace unos meses. Solo cambia el ritmo. De alguna manera, anticipamos el rebote de la economía española, con una mejora del crecimiento del PIB este año, compensado por uno ligeramente menos positivo para el próximo año. Las dos previsiones son muy positivas porque en ambos casos superan el 6% de crecimiento.
¿Qué impacto tendrá la variante delta, que está provocando el cierre de actividades en España, en el crecimiento?
Precisemos que no se trata de un aumento de la tasa de mortalidad, sino de aumento de las infecciones. ¿Cómo afectará a nuestras previsiones? Creo que es muy pronto para contestar esta pregunta, pero que la respuesta real es la vacunación, porque lo que observamos es que el aumento de casos en unos pocos países europeos no comporta automáticamente una situación peligrosa. Y esto es gracias a la vacunación. No discuto la posibilidad de los gobiernos de tomar medidas, pero lo mejor es una fuerte coordinación y evitar sobrerreaccionar.
¿La variante afectará a la temporada turística?
La temporada turística no será un éxito completo, porque los datos de Eurocontrol sobre el número de vuelos en Europa muestran que la recuperación plena aún no ha llegado. Tendremos una temporada turística fuerte, no completa como las de antes de la pandemia.
El martes, el Ecofin aprobará los primeros planes de recuperación y los fondos empezarán a llegar a los países. España e Italia, que son los grandes receptores. ¿Tienen capacidad para absorber tanto dinero en tan poco tiempo?
El tema de la absorción de los fondos es una cuestión muy importante. Nosotros apoyamos la decisión del gobierno español de concentrar una parte muy substancial de sus subsidios en los dos o tres años iniciales. Esto es sin duda un desafío. Soy perfectamente consciente de esta realidad, pero también observo que se han tomado decisiones para simplificar los procedimientos, las autorizaciones, lo que hará posible una capacidad de absorción muy diferente a la habitual. España e Italia están entre los países con menos capacidad de absorción, y ello tiene que ver en buena parte con la relación entre el centro y las regiones. En cualquier caso, nuestra confianza es que las cosas están cambiando, no solo por buena voluntad sino también por nuevas normas que simplifican estos procesos. Absorber estas cantidades de dinero será difícil, pero posible.
Los desembolsos de las ayudas están sujetos a condiciones. España tiene que aprobar la reforma laboral, que está negociando con los agentes sociales, antes de finalizar el año. ¿Qué pasará si se llega a enero sin acuerdo?
Los compromisos incluidos en los planes de recuperación tienen que cumplirse. Tenemos un mecanismo de evaluación flexible pero fuertemente enmarcado, que llevará a la Comisión Europea dos veces por año a realizar su evaluación para autorizar los correspondientes desembolsos. Es una evaluación flexible pero fuertemente enmarcada porque no vamos a mirar los pequeños y aislados detalles de cientos de objetivos y hitos, y queremos evitar que la Comisión tenga un rol demasiado discrecional, porque en los fondos de recuperación europeos tenemos que garantizar a los países que tendrán un tratamiento equitativo y que no hay margen para decisiones discrecionales. Y los compromisos fundamentales de los planes deben cumplirse. Y por supuesto, observamos con interés y plena confianza el diálogo que tiene lugar en España entre los agentes sociales.
A partir del 2023, cuando vuelvan a aplicarse las reglas fiscales, España e Italia, con una deuda tan elevada, ¿cómo volverán al 60% sin perjudicar a su crecimiento?
Es una cuestión que tendremos que abordar en otoño cuando reabramos la discusión sobre las normas fiscales. Tenemos que incluir temas de simplificación, de ver como damos un papel más destacado a las inversiones públicas, especialmente por lo que se refiere a nuestras prioridades comunes. Tenemos que analizar como enfocamos el Pacto de Estabilidad para que el alcance de los objetivos sea realista, porque lo peor que podemos hacer es tener reglas comunes que no se aplican porque no son aplicables. Necesitamos reglas comunes que hagan posible la estabilidad y un crecimiento sostenible.
¿Es indispensable la reforma del pacto de estabilidad?
Tenemos que evitar que se repita lo que pasó en la última década, cuando, después de la crisis, la inversión pública neta alcanzó un nivel cero. Esto no sería coherente con los mensajes que enviamos de una transición digital y verde. Estos objetivos no son gratis, ni se alcanzarán solo con inversión privada. Creo que sí, que la revisión del pacto de estabilidad nos ayudará a tener un crecimiento más realista, aplicable y sostenible.
Se ha presentado como un gran avance el acuerdo en la OCDE para un impuesto global para sociedades del 15%, pero hay tres países en la UE que están en contra de esta opción. ¿Pueden impedir su aplicación?
Es cierto, tenemos tres países que no firman el acuerdo. Las puertas están abiertas y creo que, si la tendencia en esto arranca y continúa, es muy posible que los países ahora reacios se nos unan. Los motivos de Estonia, Irlanda y Hungría son distintos en cada caso, pero, al final, creo que es muy posible que consigamos que se sumen al acuerdo
¿El acuerdo supone eliminar la competencia entre regímenes fiscales europeos?
Aumentar la tasación mínima efectiva al 15% de facto supondrá aumentar los impuestos de sociedades en una docena de países europeos. Si la idea es que estamos suprimiendo la competencia entre regímenes fiscales europeos, mi respuesta es que no. Mantendremos diferencias significativas en el impuesto de sociedades, pero evitando que sean excesivas.