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Esta vez ¡es la pandemia, estúpido!

Elecciones a la Casa Blanca

El desenlace electoral es incierto, pero la ‘Bideneconomics’ puede ayudar a la economía de EE.UU. a salir adelante

Biden puede aprovecharse de

Carolyn Kaster / AP

En una de sus célebres frases que han pasado a la posteridad, en 1980 el entonces aspirante republicano Ronald Reagan, en plena campaña contra Jimmy Carter, soltó una de sus perlas. “Una recesión es cuando tu vecino pierde su empleo. Una depresión es cuando tú pierdes el tuyo. Y recuperación es cuando Jimmy Carter pierde el suyo”. El lema le dio resultado al republicano, porque el candidato demócrata no logró repetir en el despacho oval, algo que no es muy frecuente en la estadística norteamericana.

En efecto, la historia nos dice que sólo cuatro presidentes de EE.UU. no han sido reelegidos en las urnas en los últimos 100 años. De acuerdo con los sondeos, Donald Trump puede ser el primero en abandonar su cargo después un solo mandato desde que lo hiciera George H. Bush en 1992, cuando todavía no existía ni la mecha de internet para encender el debate electoral.

Pero la carrera para llegar a la Casa Blanca es larga incluso para el demócrata Joe Biden, arropado por las encuestas. De hecho, si no hubiera habido la pandemia o los escándalos del Black Lives Matter, con toda probabilidad el candidato republicano hubiera tenido el camino despejado para repetir en el cargo. Faltan pocos días y el escenario es más abierto de lo que se piensa, también porque los estadounidenses votan los miembros del congreso y un tercio del senado. ¿Qué pasará en la economía en caso de victoria demócrata? ¿Cómo puede ser en cambio el Trump-bis?

En un aspecto la mayoría de los observadores están de acuerdo: lo peor para la economía mundial sería unimpasse institucional, como ya ocurrió en el 2000 con Bush hijo y Al Gore: recuento de votos, una de las partes que no reconoce la victoria de la otra, recursos judiciales… Esta incertidumbre, combinada con el recrudecer de la Covid, supondría inestabilidad durante semanas. “Lo peor sería, por ejemplo, que Trump rechazara irse”, dicen los analistas de M&G.

Ahora bien, un veredicto inapelable en las urnas despejaría dudas. A primera vista, una presidencia Joe Biden no debería ser una buena noticia para Wall Street: la bolsa estadounidense se ha revalorizado durante la era trumpista . En agosto los índices todavía acariciaban los máximos históricos. Además, durante el bienio 2017-2019 la tasa de crecimiento del PIB superó por poco la de su antecesor Obama.

Biden tiene bajo del brazo un programa económico que, en cambio, podría hacer arquear las cejas a más de una compañía, ya que prevé subir el impuesto de sociedades al 28%, tasar las plusvalías, subir la tributación de las rentas de más de 400.000 dólares y poner límites a los programas de recompra de acciones.

Circulan incluso varios estudios que estiman que la vuelta de tuerca impositiva de Biden podría tener un impacto negativo en los beneficios empresariales de entre el 9 y el 13%, dependiendo de cuándo se introduzca la medida. Ante estas amenazas, Donald Trump contraataca: si fuera confirmado en el cargo, las rebajas de impuestos continuarían y la desregulación también. Su tesis es que la Covid es una turbulencia pasajera y que no hace falta cambiar de rumbo de forma radical. Sin embargo, podría ser insuficiente para que el republicano vuelva a sentarse en el despacho oval. ¿Por qué?

Wall Street aceptaría pagar más impuestos si el crecimiento es estable y el consumo arranca otra vez

En estos momentos hay una dicotomía marcada entre la economía financiera (la bolsa que coquetea con los máximos) y la economía real (hundida en la mayor recesión desde la Segunda Guerra Mundial). La subida en los parqués está alimentada por el peso que tienen las tecnológicas (cuyos negocio sí se han beneficiado por la pandemia) y está dopada también por la falta de alternativas de inversión (con el precio del dinero en mínimos y más de la mitad de los bonos en el mercado que ofrecen rentabilidad negativas o hasta el 1%).

Desde esta óptica, los datos económicos ofrecen un panorama no tan de color de rosa del mandato de Trump: el paro en EE.UU. ha pasado del nivel más bajo desde 1969 a casi el triple al alcanzar el 8,4%. Se han perdido diez millones de empleos en pocos meses. Y en la historia de las presidenciales, tanto Jimmy Carter como George H. Bush perdieron las elecciones tras registrarse un aumento del desempleo.

A esto hay que añadir la gestión de la pandemia. Thomas Costerg, de PictetWM, explica que la Covid condiciona el debate. “Tenemos una economía en estado de shock, el enfoque está en el coronavirus y Trump no ha demostrado ser un buen gestor. Estos elementos son obstáculos a su reelección”, sostiene. Parafraseando el célebre lema de Bill Clinton, hoy se diría: “Es la pandemia, ¡estúpido!” Además, el anunciado aumento de la carga tributaria sobre las empresas de la Bideneconomics estaría todavía por debajo de la que estaba en vigor bajo la presidencia Obama, cuando los tipos rondaban el 35%.

Mucho dependerá de la mayoría en el Congreso. En el caso de que los republicanos se hicieran con la mayoría de una de las cámaras con Biden presidente, es posible que esta política fiscal no se aplique de forma inmediata, con lo que el impacto al final se vería diluido en el tiempo y eso disiparía en parte los miedos de Wall Street. Julien Scholnick, de Franklin Templeton, considera “muy probable que aplace la subida, también Obama hizo lo mismo. No creo que vaya a ser su prioridad inmediata incluso en caso de victoria”. Chris Iggo, de AXA IM, señala que “los inversores parece estar cómodos con la gran ventaja que Joe Biden tiene en las encuestas”, y es que su victoria “allanaría el camino para un estímulo fiscal significativo a principios del 2021”.

Los gestores de M&G Investments Randeep Somel y Tristan Hanson han calculado que un aumento del gasto del PIB del 1% podría generar un efecto multiplicador disparando el crecimiento un 3%, lo que supone seis veces más de lo que ocurriría en condiciones normales. Y esto porque “la economía está muy necesitada de ayuda y reaccionaría de forma más sensible. El recorte anunciado por Trump es mucho menos potente”, aseguran. Y añaden: “No se puede dejar mucho más tiempo a la gente sin empleo, porque sino las empresas empezarán a adoptar soluciones tecnológicas que les permitirán prescindir de puestos de trabajo”.

En este sentido, la agencia de calificación Moody’s ha calculado que Biden pondrá sobre la mesa unos 7,3 billones de dólares en estímulos fiscales en la próxima década. Eso permitiría ganar 18 millones de puestos de trabajo en cuatro años, con un aumento de los ingresos familiares netos de 4.800 dólares. En el caso de Trump, los efectos serían muy inferiores (11 millones de empleos) y sin apenas aumento de la renta familiar.

Moody’s justifica su apoyo a Biden también porque, durante el primer mandato de Trump, el aumento del promedio de los aranceles, que pasó del 1,5% hasta el 6%, “actuó como un incremento de impuestos en la economía estadounidense que perjudicó a los fabricantes, las empresas de transporte y los agricultores en particular”.

El peor escenario para la economía es un resultado ambiguo y discutido como el de Bush y Gore en el 2000

“Una ola azul demócrata aumentaría drásticamente la probabilidad de un paquete de estímulo fiscal de al menos 2 billones de dólares poco después de la inauguración presidencial, seguido de aumentos a largo plazo en el gasto en infraestructura, clima, atención médica y educación que al menos igualarían los probables aumentos de impuestos a más largo plazo sobre las corporaciones y las personas con ingresos más altos”, dijo Jan Hatzius, de Goldman Sachs, que también dio su visto bueno a la presidencia Biden.

Gane quien gane, lo que iguala a los dos aspirantes es que ambos respaldan el lema Debt does not matter , en el sentido de que no llevarán a cabo políticas ortodoxas de austeridad presupuestaria. Desde PictetWM opinan que “sin el apoyo de estímulos, el PIB de EE.UU. puede caer a cero. Las recetas de Biden pueden proporcionar una cierta estabilidad, que es el salvavidas que necesita el país en estos momentos”. Dos tercios de la economía norteamericana dependen del consumo. Salvar al consumidor estadounidense podría ser el título de una película en la que hasta a un actor como Ronald Reagan le hubiera encantado tener un papel.