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‘Nein, nein, nein’

Manel Pérez Adjunto al director

Alemania hizo absolutamente lo correcto al consolidar su presupuesto cuando las condiciones económicas eran buenas. Nos ha dejado margen para lidiar con esta grave crisis. Entonces comenzamos desde una posición favorable”, así rezaba un tuit del Bundesbank, el banco central alemán, resumiendo una entrevista a su presidente, Jens Weidmann, en el diario conservador Die Welt este pasado fin de semana.

El mensaje recuerda en pocas palabras que Alemania aprovechó los años de la Gran Recesión, la crisis financiera, para reducir su deuda pública y que ahora está en perfectas condiciones de hacer frente al parón económico del coronavirus sin preocupaciones especiales.

“Quien crea que Alemania va a aceptar los eurobonos, no vive en este planeta”, aseguran en Europa

Implícito, el reproche de que en otros países de la eurozona
no se da este rosado panorama. Obviamente se trata de Italia, 140% de deuda, y España, 100%. Precisamente los socios continentales más afectados ahora por el coronavirus y que vienen defendiendo, con diferentes matices, que la solidaridad europea debería materializarse en forma de deuda mutualizada para hacer frente a la profunda recesión que ya se está en marcha. Con el apoyo del BCE, que preside Cristine Lagarde.

Son los llamados eurobonos, unos títulos de deuda por un importe que cubriera los gastos ineludibles que provocará a los estados afectados el embate del coronavirus (¿el 10% del PIB de la eurozona, unos 1,2 billones de euros?) con un larguísimo plazo de vencimiento (100 años) y que serían adquiridos por el Banco Central Europeo (BCE), lo que aseguraría un tipo de interés del cero por ciento.

Aly Song / Reuters

Reuters

Peor los implicados en los organismos e instituciones europeas ya saben que la primera potencia del continente rechaza radicalmente esa propuesta. “Quien crea que Alemania va a aceptar los eurobonos, no vive en este planeta”, señalaba ayer mismo un alto ejecutivo comunitario. Nein, nein, nein .

Y Weidmann, que también forma parte del consejo del BCE, se encarga de reiterarlo en la entrevista. Para Alemania, y sus aliados del centro y norte de Europa, las cosas no cambian por el hecho de que la actual crisis se parece más a un desastre natural que a una deficiencia en la conducción de los asuntos económicos o políticos.

Desde el punto de vista del consenso de Berlín, eso no afecta a la cuestión. Y menos en un momento en el que el país tampoco tiene un liderazgo definido, con una canciller, Angela Merkel, en retirada política y sin ningún candidato claro a sucederla y defender la siempre impopular causa de la solidaridad europea.

Las soluciones que esto deja sobre la mesa son pocas y conocidas. El Mede, un mecanismo que ofrece créditos a los estados de la zona euro con problemas de financiación, a cambio de cumplir una serie de “condiciones estrictas”. Italia ya ha manifestado que considera un estigma, una especie de intervención, acudir a ese mecanismo, incluso aunque los requisitos se suavicen de forma muy notable. España, posiblemente, reaccionarían de manera similar.

Y, alternativamente, las líneas de compra directa por parte del BCE. Este es el destino de los 750.000 millones de euros que el consejo del eurobanco aprobó el pasado año y que serían un recurso notable pero no ilimitado, máxime si el coronavirus se expande por el resto de Europa con la virulencia con la que lo ha hecho hasta ahora en el sur del continente.

Italia, hasta ahora el país más afectado, la nueva Grecia de esta potencial segunda crisis del euro, ha paralizado completamente su actividad, asunto grave que se suma a unas condiciones previas de recesión y con una deuda pública astronómica. Con retardo, pero también preocupante descarga en la economía española, con deuda también astronómica y una estructura económica frágil, desempleo alto y peligroso minifundismo empresarial, candidato a desparecer durante un trimestre de actividad bajo mínimos.

La alternativa de acudir a los mercados es una apuesta de alto riesgo y puede acabar de desatar una nueva crisis del euro. De hecho, la deuda de los dos países se ha quedado ya sin compradores. Sólo queda el BCE. Así que, alguna salida habrá que encontrar. Alternativamente, confiar en que la apuesta de Nadia Calviño, gastar menos a la espera de que la crisis no sea tan grave, no resulte descabellada y con el plan de choque anunciado sea suficiente. Aunque parece poco probable.

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