Joan Font, presidente de Bon Preu, reúne cada sábado en Les Masies de Voltregà (Osona) a su comité ejecutivo, en el que están tres directivos históricos del grupo –Joan Sabartés (operaciones), Pere Anglada (finanzas) y Toni Amblàs (asesor personal)– y, desde el pasado verano, su hija, Anna Font Tanyà. “Esta empresa funciona como un equipo, con gente muy válida; o tienes gente mejor que tú en determinados ámbitos o esto no funciona”, asegura Font, que da un gran mérito a los directivos que le han acompañado hasta ahora.
A punto de cumplir 69 años, no piensa en ninguna retirada –“yo me lo pasó muy bien, la empresa es un elemento muy importante de mi vida y estoy bien de salud”, afirma–, pero es consciente de que debe trabajar para apuntalar el futuro.
Familia y gestión
“En la empresa hay directivos y accionistas. No tienen por qué coincidir y para ser buen directivo lo tienes que demostrar”
En un plano general, eso pasa, dice, por los jóvenes: “Tenemos que cuidar al talento y a los buenos profesionales de 30-40 años que ya están en Bon Preu porque debe haber un proceso de sucesión de los que han llevado a Bon Preu hasta aquí”. ¿Y en la cúpula del grupo? Font no lo duda y asegura que “el futuro es claramente de Anna”.
Su hija, psicóloga de 38 años con formación de posgrado en escuelas de negocios, se ha bregado durante casi una década desarrollando la venta online. Ahora, ya tiene un cierto poder y Joan Font parece animarla a ganarse la autoridad: “En la empresa hay directivos y accionistas. No tienen por qué coincidir y [aunque seas accionista] para ser buen directivo lo tienes que demostrar”, explica. En eso anda. Adrià, segundo hijo de Joan, de 34 años, trabaja en el departamento de ventas.