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Todas las respuestas sobre el salario mínimo europeo que quiere Bruselas

Sueldos

De Bulgaria a Luxemburgo, el salario mínimo presenta grandes diferencias y la CE busca establecer nuevas bases

La brecha salarial con el jefe crece y gana aún más

Detalle de monedas y billetes de euro

Aris Messinis/AFP/Getty

Ganar 2.000 euros en Luxemburgo no es lo mismo que ganar 260 euros en Bulgaria. O tal vez sí. Porque estas cifras tienen algo en común: representan el salario mínimo en su respectivo país.

Justo cuando el Gobierno ha dado el paso esta misma semana de elevar el sueldo mínimo a 950 euros mensuales, la Comisión quiere abrir el melón para introducir en el 2024 un sueldo mínimo común en los estados miembros que se situaría en el 60% del salario medio –es decir, el que se encuentra en la mitad del rango de distribución– de cada país. Una medida que levanta muchas preguntas.

¿Por qué la Unión Europea quiere un salario mínimo común?

La primera razón es, obviamente, garantizar a los trabajadores europeos un nivel de ingresos digno. “El objetivo de fondo es garantizar a quien se desplaza en busca de empleo en Europa que va a tener unas condiciones mínimas para poder vivir en el país”, razona Pablo Simón, profesor de Ciencias Sociales de la Universidad Carlos III de Madrid, con lo que se estimula la movilidad laboral en el seno de la Unión.

Pero además, con esta medida Bruselas cumple un gesto propagandístico importante. “A menudo se ha acusado a la UE de imponer recortes y ajustes, mientras que ahora con esta iniciativa más social pretende también poner freno al auge de los movimientos populistas más euroescépticos”, comenta Raymond Torres, director de coyuntura y análisis de Funcas, que trabajó en la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea

Gian Ehrenzeller / AP

¿Tiene Bruselas competencias para legislar en esta materia?

No de forma explícita, pero se aferra al llamado pilar social de la UE. En todo caso, la propuesta deberá ser implementada por los estados, que tendrán la última palabra. El salario mínimo no soluciona de por sí las diferencias de coste de la vida que hay entre ciudades de un mismo país, pero ahí podrán entrar en juego otras políticas redistributivas de tipo fiscal para reducir las diferencias entre territorios.

¿Los estados están de acuerdo?

No hay consenso. Los nórdicos rechazan el salario mínimo porque no lo necesitan: la negociación colectiva lo cubre todo y ha dado buenos resultados. Es más, se ve la iniciativa de Bruselas como una intromisión. Therese Svansström, del sindicato TCO, considera que con este criterio la próxima vez que haya una crisis financiera, se puede aprovechar la herramienta para bajar los sueldos.

¿Cuál es la situación actual en Europa?

Es muy heterogénea. De los 27 países miembros, seis no tienen salario mínimo fijado (entre ellos, Italia, Dinamarca, Suecia) y lo confían a la negociación colectiva, otros hacen distinciones según la profesión (Chipre). En cuanto a los niveles, sólo seis estados llegan al 60% o más de la renta mediana (Francia o Portugal, por ejemplo).

España, tras esta última subida, llega a un nivel de poco más del 50% Incluso si se miden los salarios mínimos en paridad de poder adquisitivo sigue habiendo diferencias enormes en Europa entre el sueldo más bajo y el más alto (hasta tres veces más). En cambio sí que hay una tendencia común al alza, ya que su importe ha aumentado de forma sensible en varios países europeos en la última década.

Para que los datos entre diferentes países se puedan comparar, se coge la suma equivalente del salario mínimo anual en 14 pagas y se divide por doce mensualidades

¿Qué repercusiones puede tener esta medida en el empleo?

No hay datos concluyentes. A nivel agregado, hay que considerar que apenas el 10% de los trabajadores europeos cobra menos del salario mínimo, con lo que si hay algún impacto, será relativo. No sólo porque el aumento tiene lugar en un porcentaje pequeño de trabajadores, sino porque el peso de los salarios en la economía está en declive. En algunos países con baja afiliación sindical, en los que la negociación colectiva no es corriente, sí que va a tener efectos más concretos.

¿Qué impacto tiene en las empresas?

Hay países, como los de los Balcanes, que basan su modelo productivo en salarios bajos. Para Raymond Torres, “el riesgo es que algunos países de coste laboral muy barato vean destruido su potencial de inversión y sean menos competitivos”. Asimismo, el grueso del tejido empresarial europeo está compuesto por pymes, y estas pueden ver un aumento de sus costes laborales y reducir sus márgenes.

No obstante, según Pablo Simón, “al mismo tiempo pueden subir los precios y recargar el coste en el consumidor. El aumento del salario mínimo hará que aumente también la demanda, al haber más renta disponible”.

Para el profesor de Esade Carlos Obeso, “hay que pensar que pagar un salario muy bajo en última instancia no lleva al desarrollo, mientras que una subida de la remuneración supone una presión para mejorar la productividad. Cuando mantienes empresas con salarios muy bajos mantienes empresas poco productivas”. En su opinión, el alza salarial obliga a las firmas a sacar más rendimiento del trabajador.

Un obrero limpia cristales en la Plaza Callao, Madrid

Dani Duch

¿Fijar el umbral en el 60% del sueldo medio es un criterio válido?

Para Simón es criterio razonable para evaluar el coste de la vida, mucho más que la cesta de productos, que es un tanto arbitraria y no ofrece la posibilidad de comparar realmente las variables. Según Torres, “el salario mínimo europeo es una necesidad en un momento de digitalización de la economía, ya que en el mercado laboral no se respetan los derechos de algunos colectivos”.

¿Tiene posibilidad de prosperar ?

“Lo importante es que esta medida sea consensuada y su implementación tenga lugar de manera gradual”, afirma Torres. “Preveo que se hará muy largo y que habrá muchas excepciones”, pronostica Pablo Simón. En Europa desde siempre las cosas se han hecho así.

Casos singulares

El laberinto italiano

De las grandes economías de la zona euro, Italia es la única que no tiene salario mínimo. Esto se debe a razones históricas: una elevada afiliación a los sindicatos y una potente negociación colectiva, que prevé la retribución mínima por sectores.

El Gobierno de la mayoría del Movimiento 5 Estrellas ha propuesto una retribución mínima de 9 euros brutos la hora, pero el proyecto está empantanado en el Senado y no parece que vaya a ver la luz en breve. Hoy existen casi 900 convenios colectivos nacionales, pero el 22% de los trabajadores cobra un sueldo menor que esa cifra. En el sur, ese porcentaje se eleva al 33%.

Una calle del Roma, en una imagen de recurso

PacoRomero / Gettty

Casos singulares

En Estados Unidos cuentan las ciudades

Franklin Delano Roosevelt instauró el salario mínimo en 1938. En la actualidad se sitúa en 7,25 dólares la hora (6,50 euros). Aun así, el cálculo es más complicado porque cada estado se reserva el derecho a fijar su propio salario mínimo, que puede ser superior al fijado por el gobierno federal (como Massachusetts o Washington), y además las ciudades aplican su propia tarifa, para adecuarlo al coste de la vida.

Como resultado, en Nueva York se pueden cobrar 15 dólares la hora, y en Seattle, hasta 16. Este año, varios estados han aplicado un aumento. Como curiosidad, en California el salario mínimo varía si la firma es una pyme o una empresa más grande.

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