Un emprendedor tiene claro que la innovación debe ser una prioridad en la empresa, pero esto que parece una evidencia en un mundo cada vez más digital, a menudo no lo es dentro de la empresa tradicional. Acostumbrada a llevar el negocio como siempre ha hecho, ya que siempre así le ha ido bien, la organización tradicional suele mostrar reticencias a la transformación digital olvidando que eso puede suponer su verdadero final.
De esta cuestión habló Demetrio Carceller, presidente ejecutivo del grupo Damm, durante la primera edición del encuentro Diálogos Empresariales, organizado en Barcelona por la asociación Barcelona Tech City, que preside Miguel Vicente y que agrupa más de 800 empresas del ecosistema digital catalán, entre ellas, el grupo Damm.
Transformación
La gran corporación necesita traductores para entender el lenguaje de las ‘start-ups’
Carceller –que también es presidente de la empresa petrolera Disa y vicepresidente de la multinacional alimentaria Ebro Foods y de la constructora Sacyr– reconoció que es difícil innovar dentro de la empresa tradicional y más aún cuando esta ha subsistido 140 años desarrollando el mismo negocio, como es el caso de la cervecera Damm.
Más allá del peso de la inercia que tiene por sí mismo un negocio centenario exitoso, Carceller señaló otros factores que frenan la transformación digital de una empresa. En primer lugar, admitió que a las “empresas dinosaurio” les cuesta hablar el lenguaje de los emprendedores y reclamó la necesidad de crear “traductores” que acerquen un mundo al otro. “Queda mucho trabajo por hacer en este campo”, señaló. En segundo lugar, el directivo dijo que hay sectores, como el de la cerveza o el petróleo, que no son tan susceptibles de ser digitalizados como otros: “De momento, la cerveza no sale por una pantalla”, bromeó, al mismo tiempo que señaló: “Eso no quiere decir que la tecnología no sea importante en la cadena de producción”.
Sector
El miedo al fracaso frena la compra de ‘start-ups’ por parte de la gran empresa convencional
La falta de talento digital en Barcelona es otro de los frenos a la innovación. En este sentido, el directivo lamentó la dificultad de encontrar a trabajadores inteligentes, tanto en lo profesional como en lo emocional, y que sean leales a los valores de la empresa.
Ante este panorama, se hace necesaria la colaboración entre la gran corporación y el sector emprendedor, de ahí que el grupo Damm se haya convertido en uno de los principales asociados de Barcelona Tech City. “Lo ideal sería tener la innovación dentro de la empresa, pero esto es complejo. Por eso, vemos indispensable la colaboración con el Tech City: nos ayuda a cambiar la forma de pensar, a entender el idioma de los emprendedores y ver las nuevas oportunidades de negocio”. Con un espacio propio desde hace poco más de un año en la sede del Palau de Mar, la empresa ha llevado a cabo varios proyectos, de los cuales destacan los de tecnología blockchain.
Impulso
Barcelona es la sexta ciudad en cifra de empresas financiadas en los últimos cinco años
De la filosofía emprendedora el empresario tradicional también puede aprender a acabar con el miedo al fracaso. Carceller cree que este es uno de los principales motivos para la falta de compras de start-ups por parte de grandes empresas.