El problema de las urbanizaciones vacías se extiende a Irlanda, España y California

BURBUJA INMOBILIARIA GLOBAL

En Irlanda plantean demoliciones, incluso recalificar terrenos como agrícolas

Chalets adosados sin terminar en Ciudad Quesada, provincia de Alicante

Chalets adosados sin terminar en Ciudad Quesada, provincia de Alicante

Colaboradores

Recorriendo carreteras secundarias en los alrededores de Dublín, pueden verse los nuevos iconos del campo irlandés: urbanizaciones fantasma y hoteles zombi. Una gigantesca burbuja inmobiliaria, desgravaciones fiscales millonarias para los promotores, la orgía crediticia y la recalificación más o menos lubricada del suelo se han plasmado en miles de viviendas tan difíciles de vender que hasta se empieza a plantear su demolición.
Irlanda no esta sola. En California ya se han arrasado nuevas viviendas sin estrenar, las McMansions de la burbuja estadounidense. En China ciudades enteras construidas con dinero público para amortiguar la crisis permanecen vacías. Y en España, desde la costa hasta los alrededores de las grandes ciudades, grúas paradas en urbanizaciones sin terminar esperan una recuperación que no llega.
Bordeado por las montañas de Wicklow, Newtownmountkennedy, un pueblo a unos 36 kilómetros al sur de Dublín, es uno de los muchos ejemplos de la planificación delirante que caracterizaba la burbuja irlandesa.
Carteles del promotor Dwyer Nolan anuncian "la cumbre de la vida en el jardín de Irlanda". Pero la urbanización de lujo junto a un nuevo centro comercial tiene toda la pinta de estar vacía. "Nadie sabe que está aquí", dice una joven en la entrada del nuevo centro comercial. Enfrente, en el Parkview Hotel de 60 habitaciones, construido en el 2007, los huéspedes brillan por su ausencia.
En la carretera hacia Galway, en la costa oeste de la isla, las urbanizaciones fantasma son casas unifamiliares junto al campo de golf City West. Ni un alma. Más cerca de Dublín, en Sandyford, promociones inmobiliarias a medio construir se llenan de charcos tras las vallas metálicas. "Cuanto más tiempo están vacías, más probabilidades hay de que acaben destrozadas; la mejor solución puede ser la demolición", opina Jim Stewart, economista del Trinity College.
No es una broma del mordaz humor irlandés. Hay 300.000 viviendas vacías en Irlanda –la mitad del parque entero de viviendas–. La nueva agencia estatal de gestión de activos bancarios, NAMA –que se ha hecho cargo de la cartera de créditos de los grandes bancos tras su quiebra–, cree que algunos solares darían mejores réditos como explotaciones agrícolas.
En el resto de Irlanda, la situación es peor. "En el oeste se recalificaron terrenos rurales para construir urbanizaciones que ahora están vacías", dice Terry McDonough, experto en globalización de la Universidad Nacional de Irlanda en Galway. Según un nuevo informe del Instituto de Análisis Regional (Nirsa), hay 621 urbanizaciones fantasma en Irlanda, en las que más de la mitad de las viviendas están vacías. "La mejor forma de reconocer una urbanización fantasma es ir por la noche. Verás que no hay luces", dice Rob Kitchen del Nirsa. Ante un largo estancamiento económico "habrá un proceso natural de deterioro en estas urbanizaciones, si no se hace algo", prosigue. "Si una vivienda permanece vacía durante seis o siete años crecen plantas, se abren grietas, se rompe el hormigón, entra humedad y, con el tiempo, acaba siendo inhabitable".
A medida que en diversos países se afronta la herencia de la gran burbuja del ladrillo, surgen ejemplos de "creación destructiva", de demoliciones. Especialmente en las urbanizaciones de las llamadas exurbs (expansiones aún más apartadas que los suburbs) de California y Nevada. "Las viviendas en Estados Unidos se hacen a base de madera, por lo que el deterioro es más rápido", explica Kitchen.
En China, las ciudades fantasma, como Ordos, en Mongolia, tienen otro origen. Se levantaron con dinero público –parte de una masiva inversión estatal–, pero las viviendas son demasiado caras para una familia trabajadora.
En España, la sobreconstrucción espectacular es responsable de la destrucción de zonas forestales con vegetación natural sin parangón en Europa, segun el Observatorio de la Sostenibilidad. Hasta la fecha la demolición sólo ha afectado a construcciones ilegales, aunque ya hay síntomas visibles del deterioro en grandes urbanizaciones fantasma, muchas sin terminar, en los alrededores de Madrid.
El desastre irlandés tiene responsables con nombres y apellidos, según Stewart, en referencia a las grandes empresas inmobiliarias, banqueros y políticos. "No deberían haberles dado permiso para construir, no deberían haberles facilitado desgravaciones tributarias y los bancos no deberían haberles dejado el dinero", sentencia.
La generosidad de Hacienda y de bancos como Allied Irish dio lugar también a una construcción desenfrenada de hoteles en Irlanda por parte de grandes especuladores. Las plazas hoteleras crecieron dos veces más rápido que el turismo. Ahora hay un excedente de 15.000 habitaciones en hoteles dependientes de bancos que sólo sobreviven gracias al Estado. Son los llamados hoteles zombi.
Pero la fiebre especuladora se contagió a toda la sociedad. David Grant, un arquitecto de Newtownmountkennedy, compró una parcela en el 2002 para construir una pequeña urbanización. Terminó suspendiendo pagos en el 2008 con una deuda de 800.000 euros. En el juicio celebrado en febrero pasado dijo que se consideraba víctima de prácticas "temerarias" por parte del banco. Los economistas esgrimían argumentos esperpénticos para justificar la burbuja. "La idea era que los trabajadores polacos que construyeron las viviendas acabarían viviendo en ellas", recuerda Terry McDonough.
Ahora, gran parte de esos polacos se han marchado y los irlandeses vuelven a emigrar. Aunque a largo plazo se prevé un aumento de la población –de 4,4 millones a 5–, "en la recesión veremos más emigración que inmigración", dice Kitchin.
John Fitzgerald, del instituto de análisis económico ESRI, cree que tanto en Irlanda como en España se rechazan las demoliciones porque el número de viviendas por mil habitantes en ambos países es inferior a la media europea. "Se supone que una pareja joven española o irlandesa tiene tantas ganas de tener su propia casa como una alemana, de modo que, a largo plazo, absorberemos el excedente", dice. Derribar casas nuevas resulta chocante cuando 236.000 personas en Irlanda carecen de vivienda decente, el doble que en 1996, pese a la construcción desde entonces de más de medio millón.

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