Mejorar las prácticas profesionales para que sean más sostenibles está en mano de todos. En esta columna nos hemos hecho eco tanto de la importancia que tiene hoy para el conjunto de la industria del arte como del esfuerzo de algunas instituciones para incentivarlas. Cuando en 2019 nació en Londres la Gallery Climate Coalition (GCC), una organización sin ánimo de lucro formada inicialmente por galeristas, pero a la que pronto se le sumaron más de un millar de instituciones y profesionales del sector de todos los países, detrás había la voluntad de tomar consciencia sobre la crisis climática global. La calculadora que presentaron para examinar el impacto concreto de cada acción que hacemos los profesionales de este sector marcó un antes y un después en esta evaluación.
El problema es que siempre quedaba en manos de cada uno la responsabilidad de estas acciones. Pero hace unas semanas se ha fraguado una ilusionante alianza entre la GCC y las mayores ferias internacionales para combatir el cambio climático. Una cuarentena de ferias que incluye Art Basel, Frieze, Tefaf, o Arco, han elaborado una “caja de herramientas” para mejorar la responsabilidad medioambiental en la asistencia a las ferias. Han consensuado estándares de cómo deben operar para que en el 2030 reduzcan por lo menos un 50% las emisiones de gases efecto invernadero. Y no sólo se comprometen a reducirlo, sino a esforzarse en educar a sus visitantes y a toda la cadena de proveedores, el quid de la cuestión. No en vano especifican que más del 30% de las emisiones de las galerías están relacionadas con las actividades feriales, y de estas, un 70% con el transporte aéreo.
Estas herramientas son una hoja de ruta que no tiene precedente en la responsabilidad ambiental de este sector, e incluyen pasos prácticos, objetivos y estrategias que los organizadores de las ferias pueden seguir para rastrear y minimizar sus emisiones. La reducción de materiales de un solo uso y del transporte aéreo son pues sus prioridades. “Es cierto que las ferias no son directamente responsables de todas las emisiones involucradas, pero como anfitrionas, tienen la responsabilidad compartida de alentar a los expositores a reducirlas”, me viene diciendo el director de la CCG, Heath Lowndes, a lo que le añado, y sólo ellas pueden imponerlo. La clave es cómo incentivar y acabar de convencer al mundo del arte para que alcance su nuevo objetivo de sostenibilidad.