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El Occidente de los metales

Especial Andalucía: minería

La extracción de minerales y materias primas es una actividad milenaria en la región, que encabeza el sector en España

Vista aérea de la mina de cobre Las Cruces, en Sevilla 

LV

La minería no vive un renacimiento en Andalucía porque siempre estuvo. Siempre ha estado. Nunca ha desaparecido. Existe desde la más remota Antigüedad y sigue hasta nuestros días. Lo explica la Biblia –donde se mencionan los yacimientos de Tharsis– y también los estudios de la UE sobre la nueva estrategia industrial en materias primas, que señalan que el subsuelo de la gran autonomía del sur atesora muchos de los minerales –barita, berilio, bismuto, borato, cobalto, fluorita, grafito, platinoides, fosforita, silicio metálico, vanadio, litio, estroncio, antimonio, titanio y wolframio– considerados esenciales para garantizar la transición ecológica y el desarrollo digital de la economía continental. Una de las razones históricas que explican la llegada de los fenicios a las costas del Mediterráneo Occidental –los metales preciosos– sigue siendo, muchos siglos después, una evidente fuente de prosperidad y riqueza.

El 38% de la producción minera estatal está radicada en Andalucía, que es la segunda área europea en cobre y líder en la producción de mármol y yesos. Se dedican a ello casi 500 empresas

Todas las civilizaciones mediterráneas orientales explotaron la riqueza del subsuelo del Sur de España. Siglos después, el hierro, el cobre y el plomo andaluz alimentaban las máquinas de la primera revolución industrial. Andalucía abasteció entre finales del XIX y comienzos del pasado siglo, a través de sociedades de capital extranjero –la compañía británica Riotinto Company Ltd. o la francesa Société Minière et Métallurgique de Peñarroya, financiada por los Rothschild–, a los ingenios británicos, franceses y alemanes. Los minerales salían de los yacimientos de la franja pirítica de Huelva, Linares-La Carolina y la cuenca del Guadiato (Córdoba) y viajaban por ferrocarril –las primeras líneas se construyeron con este fin– hasta los puertos, desde donde eran transportados por barco a las factorías europeas.

La comunidad aspira a que la minería actúe como placenta de una industria propia y diversificada

La actividad era extractiva y estaba sometida a las fluctuaciones del mercado. De ahí que la minería haya vivido momentos de esplendor y fases de decadencia. Antes de 1850, los yacimientos meridionales ya dominaban el mercado español. Su hegemonía se prolongó casi un siglo, languideciendo a partir de la Primera Guerra Mundial. La coyuntura actual, animada por la demanda de China o la India, la descarbonización y el elevado precio de los minerales, ha hecho que las multinacionales reabran explotaciones o amplíen las plantas ya existentes. La provincia onubense –Riotinto (propiedad ahora de la compañía chipriota Atalaya Mining), Nerva, Tharsis– concentra hasta el 40% de las extracciones de minerales. El resto se diseminan entre Córdoba, Sevilla (Aznalcóllar), Granada (Alquife) o Almería (Macael).

Andalucía aspira ahora a conseguir que, al contrario de lo que sucedió hace dos siglos, esta actividad extractiva actúe como placenta de una industria propia y diversificada: metalurgia, química, áridos, energía térmica, cemento y vidrio. Dicho de otro modo: lo que históricamente hicieron el cobre, esencial para fabricar baterías de vehículos eléctricos, aerogeneradores y extender la red eléctrica, o un material fósil como el carbón –la gasolina de la primera revolución industrial–, puede extenderse a otros minerales (aluminio, cobalto, estaño, grafito, litio, manganeso, níquel, oro, plata) obtenidos con métodos acordes a los principios de sostenibilidad ambiental y cuya alta rentabilidad garantiza una intensa capacidad de generar empleo de calidad. El sector emplea a 8.600 personas y mueve 1.365 millones de euros.

El sector de la minería mueve 1.365 millones de euros y emplea a 8.600 personas

La Junta, que sopesa crear una especie de denominación de origen de los minerales andaluces, tiene en tramitación en estos momentos casi medio millar de permisos de investigación minera en todas las provincias. Muchos están en Huelva, donde los yacimientos dan trabajo a más de 4.000 personas y mueven el 71% de la producción industrial de materias metalúrgicas (cobre, zinc, plomo e hierro) gracias a proyectos como la ampliación de las históricas minas de Riotinto, Masa Valverde –un proyecto de Atalaya Mining entre Beas y Valverde del Camino para obtener sulfuros–, Aguas Teñidas, Sotiel, Cobre las Cruces (Gerena, Salteras y Guillena, en Sevilla), Los Frailes (Aznalcóllar) e iniciativas como Minas de San Telmo, Las Zarzas, Tharsis, la planta de reciclaje electrónico de Atlantic Copper o el proyecto Oropesa (Fuente Obejuna, Córdoba), enfocado sobre uno de los mayores filones de estaño de Europa. Sin olvidar la potencialidad de otros minerales más desconocidos –como la atapulgita y la bentonita volcánica– que tienen interesantes aplicaciones industriales.

Mina de Riotinto (Huelva) 

ATALAYA MINING / Europa Press

Las cifras son elocuentes: el 38% de la producción minera estatal –y el 30% del empleo– está en Andalucía, que es la segunda área europea en cobre y líder en la producción de mármol y yesos. Casi quinientas empresas se dedican a estas actividades, cuestionando el viejo lugar común de que la economía del Sur de España se sostiene únicamente gracias a la agricultura y el turismo. Al contrario: el mapa minero andaluz tiene 1.320 derechos de explotación repartidos por el territorio y hay una lista de espera para nuevos permisos. Las perspectivas de crecimiento son de un 33% gracias a todas las iniciativas en curso.

Andalucía no sólo tiene materias primas. Sus empresas de ingeniería, encargadas de diseñar los procesos de extracción y tratamiento de los minerales para que se adecúen a las exigencias ambientales europeas, también aportan al sector sus conocimientos tecnológicos. El ecosistema minero del sur es una realidad. Y, gracias a la estabilidad de la demanda internacional de minerales, avivada por los planes de descarbonización y transición ecológica, que incrementarán las necesidades un 50% en 10 años, es uno de los pilares del programa estratégico de reindustrialización de la Junta.

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