Liderazgos sencillos

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Liderazgos sencillos

Si quiere una empresa orientada a procesos, con jefes tiene suficiente. Pero si quiere una empresa orientada a contenido y transformación, entonces necesitará líderes. Porque no se trata de llenarlo todo de indicadores y cuadros de mando, se trata de conferir sentido a lo que la gente hace. Por eso la burocracia digiere mal determinados liderazgos. Admiro a los líderes que lo hacen fácil. Para sofisticar sirve cualquiera, pero alcanzar la sencillez requiere mucho talento. Los líderes sencillos juegan otra liga. Y no encajan fácilmente en todas estas distinciones académicas sobre liderazgo. Al final uno se pierde entre lo que es el liderazgo transaccional, el situacional, el transformacional, el democrático, el de coaching , etcétera. Lo básico es que liderar implica influir y llevar a la gente a otro nivel. Uno empieza a liderar el día que su verbo influir pesa más que su verbo mandar. De hecho, el liderazgo es necesario por qué con mandar no es suficiente. Los buenos líderes consiguen sacar la mejor versión de su gente sin necesidad de ser empalagosos.

Tengo la suerte de ver muchas organizaciones y a muchos líderes. Hace años escribí Esquivar la mediocridad (Plataforma Editorial, 2018) para homenajear a esos líderes anónimos que me fascinaban por su autenticidad desnuda, por su forma de expresar las coherencias básicas, por su forma de alcanzar al sencillez. Gente que no confunde el sentido primario con el sentido común y que entre escoger lo que les conviene a ellos y lo que conviene a la empresa, escogen lo que interesa a la empresa. Les transmito algunos vectores destacados de este tipo de liderazgos sencillos que redondeo en diez proposiciones.

Primera. Líderes que enfocan. Aportan visión y foco. Recuerdan hasta la saciedad que las empresas vivimos de tener clientes. Insisten mucho en lo que no hay que hacer. Saben que liderar no es inundar las organizaciones de planes. La pasión con foco es mucho más importante. El día que los controllers ganan a la pasión por goleada, tenemos un problema.

Segunda. Líderes que llenan las agendas de sentido y de exigencia. Necesitamos líderes que exijan desde la autoexigencia. Los modelos de negocio no se aguantan solos. Las cosas no son fáciles. Se requiere consistencia y no confundir innovaciones con ocurrencias. Tenemos las agendas llenas de reuniones, pero necesitamos que estén llenas de sentido.

Oficinas de UniCredit

Una imagen oficinas donde abundan líderes y jefes  

Europa Press

Tercera. Líderes que esbozan el futuro con ambición y con humildad. Para el corto plazo, con los jefes es suficiente. Necesitamos liderazgos capaces de concretar las oportunidades del presente, pero también de poner el futuro en la agenda del presente. Liderar es ecualizar presente y futuro.

Decálogo

Humildad, respecto, sencillez, positividad... son algunos de los vectores destacados de los liderazgos que aportan foco, tienen objetivo de legado y cultura corporativa propia

Cuarta. Líderes que pongan a las personas en el centro sin un exceso de retórica. Que respeten a los demás, especialmente cuando tengan con ellos conversaciones difíciles. Líderes que sientan que sin las personas las cosas ni pasan ni tienen sentido. Que una organización es la suma de sus personas adecuadas, de su capacidad de aprender y de operativizar lo aprendido.

Quinta. Líderes que piensan por cuenta propia. Líderes con habilidad suficiente para dejar de hacer pronto lo que ya no tiene sentido. Que sepan superar decisiones que en el pasado probablemente ellos mismos tomaron. He observado que los líderes mediocres nunca aprovechan proyectos que no sean suyos. Líderes que impulsen cambios más allá de las modas del management . Para mimetizar y seguir tendencias, con burócratas un poco leídos tienes suficiente. Para decirnos, por ejemplo, que ahora tenemos el reto de la inteligencia artificial no necesitamos ningún líder. Es evidente. Lo que necesitamos son líderes que nos eviten caer en el papanatismo de que todo son datos. Necesitamos líderes que piensen por sí mismos y que aguanten la presión del entorno.

Sexta. Líderes que ayudan a interiorizar los cambios. No es suficiente con que la gente vaya a formación, no es suficiente con inundar las reuniones de powerpoints, no basta con liturgias inspiradoras sobre transformación. Los cambios son las personas en transición, que ha interiorizado una transformación que le da sentido. Ayudar a interiorizar más que motivar. La motivación es la consecuencia.

Séptima. Líderes que aportan positividad en medio de la complejidad. Liderar para construir algo que valga la pena. A veces hay que aguantar desde la positividad. Expresar una resiliencia amable. Enfadarse con el mundo nunca es el proyecto. La positividad es la base de la confianza, y la confianza es la base del empoderamiento. Ser positivos para poder multiplicar desde las personas. Multiplicar para crecer haciendo crecer a los demás. Este es el hilo.

Octava. Líderes que expresan una cultura corporativa propia. Líderes que, con un ejemplo, con una pregunta, con un gesto hacen más por la cultura que todos los manuales de cultura corporativa juntos. Líderes que sepan digerir los éxitos sin regodearse. Que mientras los demás celebran, ellos ya piensan en el siguiente nivel. Viven el éxito como una anécdota agradable. Líderes que saben representar una comunidad sin ponerse por encima de ella. Liderar es servir, no servirse. No se trata de gustar a todos, pero sí de servir a todos. Todo esto es cultura.

¿Líder o jefe?

Un jefe empieza a liderar el día que su verbo ‘influir’ pesa más que su verbo ‘mandar’, porque con mandar no basta

Novena. Líderes que saben distinguir entre objetivos y legado. Los objetivos de cada año siempre son los objetivos más importantes de la historia de una compañía. Tener sentido del legado es entender lo que queremos dejar. Lo que nos va a transcender. Que será muy poco y es fundamental que tenga sentido e impacto. No pensamos en el legado por vanidad, el legado es la síntesis de unas vidas de servicio a los demás.

Décima. Líderes que alcanzan la sencillez. Líderes que dudan. Los líderes que no dudan son muy peligrosos. No son de fiar. Líderes que transitaron de la simplicidad a la sencillez. Militar en el sentido común. Escuchar a quien les contradice. Brillar sin prosopopeya. Ser un dique contra la soberbia y la autocomplacencia. Entender a los expertos, pero preferir la sabiduría. La sencillez como una forma de estar y de servir. Líderes con alma de aspirantes. Somos eternos becarios en excedencia.

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