“Por favor, respetadnos”

Tenis | Roland garros

Roland Garros se ‘hooliganiza’: el público se muestra excepcionalmente agresivo en las gradas y Amélie Mauresmo prohíbe la venta de alcohol en las pistas

Tennis fans queue to buy beer during second round matches of the French Open tennis tournament at the Roland Garros stadium in Paris, Thursday, May 30, 2024. One player said a French Open spectator threw a piece of gum toward him. Another, No. 1-ranked Iga Swiatek, chastised the crowd at the main stadium for making too much noise during points. So the Grand Slam tournament decided enough was enough: As of Thursday, fans are banned from having alcohol in the stands. (AP Photo/Jean-Francois Badias)

Un vendedor ambulante vende cervezas a las puertas de la Suzanne Lenglen, en estos días en París 

Jean-François Badias / Ap-LaPresse

En la profundidad de la noche del jueves, el griterío se eleva sobre los prados y las arboledas del Bois de Boulogne.

Noooo, lector, las voces no vienen del Parque de los Príncipes, allí donde gritan los amantes del fútbol o los del rugby.

¡Vocean en Roland Garros!

Afinemos el foco: en la pequeñita pista 7, combaten el argentino Tomás Etcheverry, alto y afilado, y el francés Arthur Rinderknech, una de las nuevas esperanzas del tenis francés (las posibilidades de Gasquet y Monfils se reducen año tras año).

–Buuuuuuuuuuuuuuu –vocea Roland Garros.

Etcheverry ya no sabe cómo ponerse. Acaba de perder un punto y el gentío enloquece. El argentino se acerca a la jardinera, se seca con la toalla y la muchedumbre, apenas unos centímetros más allá, le grita a la cara, casi puede tocarle.

¡Qué cerca están todos!

Allez, Arthur, allez.

La situación se tensa y el cronista se pregunta:

–¿Qué estará pensando Etcheverry ahora mismo? ¿Se ve en la Bombonera, en cualquier estadio de fútbol argentino? Se supone que el tenis es silencio y contemplación, ¿no?

(Al final, los voceros se acallan: en el quinto set, Rinderknech se retira lesionado; en la sala de prensa, Etcheverry se guarda su opinión acerca de lo que ha vivido en la pista 7).

(...)

Diez horas antes, Amélie Mauresmo, leyenda del tenis francés, hoy directora del torneo, ha improvisado una rueda de prensa con los enviados especiales. Lleva días dándole vueltas al asunto del hooliganismo tenístico.

Esto empieza a desmadrarse, parece un partido de fútbol; un espectador me escupió un chicle”

David GoffinTenista

Etcheverry no ha dicho nada, pero otros han cargado tintas.

En la víspera, Iga Swiatek, líder mundial, las ha pasado canutas ante Naomi Osaka: se ha impuesto en el último tramo, tras tres horas y tres sets, tras remontar un 2-5 en el último set e incluso salvar una bola de partido.

Swiatek (que aquí sigue, ayer superó a Bouzková) ha pasado un mal rato. La muchedumbre se ha puesto del lado de Osaka, mamá coraje que ha superado depresiones y nos las ha contado, es un libro abierto. Y al cierre, cuando Àlex Corretja interrogaba a Swiatek, micrófono en mano, la polaca le dice al público:

–Por favor, no gritéis durante los intercambios. Esto es serio para nosotras, estamos jugando por mucho dinero y puntos. Espero no convertirme en uno de esos jugadores que no os gustan y al que le abuchean.

(“He visto a una Swiatek de ojos vidriosos, al borde del llanto”, confesará Corretja más tarde).

Otros, como David Goffin, han vivido episodios peores. Tras superar al francés Mpetshi Perricard en otro escenario escenario beligerante, el belga estalla:

–Esto empieza a desmadrarse, es una total falta de respeto, empieza a parecer un partido de fútbol, pronto veremos bengalas y hooligans que se pegan en las tribunas. Empieza a ser ridículo (...) Un espectador incluso me escupió un chicle.

“No me abuchéeis”

Con los ojos vidriosos, Iga Swiatek suplica a los aficionados que se comporten: “Espero que no me abucheéis”

Djokovic le dice al juez que acalle a un aficionado.

–¡Está gritando mientras el punto está en juego!

Ante los periodistas, Mauresmo dice que basta. 

Salvo en algunos pasajes de la Copa Davis, nunca ha visto nada así, interpreta, y no permitirá que se repita. Hay quien atribuye los desmanes a los parones a cuenta de la lluvia, que arrecia día sí, día también, haciendo del horario un galimatías.

Si no hay tenis, a la barra.

Mauresmo, que ha sido campeona en el Open de Australia y en Wimbledon, nunca en Roland Garros, anuncia aquello que nunca ha anunciado ningún otro Grand Slam: ya no se venderá alcohol en el interior de las pistas. La medida es urgente y se aplica de forma inmediata.

Los vendedores ambulantes hacen su agosto en mayo: se apostan a las puertas de las pistas, cargando tanques de cerveza como si fueran mochilas. Un litro, diez euros.

Se bebe fuera, pero se entra cargadito.

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