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Un tal Ancelotti

Por la escuadra

Sin ninguna estrella planetaria en el equipo, ¿a quién habría que asignar la autoría de este Real Madrid, que aspira a ganar el sábado su decimoquinta Copa de Europa (ya no viene de una, cabe pensar desde la otra trinchera)? Desde que Cristiano Ronaldo, Sergio Ramos y Benzema abandonaron el club, no hay un jugador determinante ni un líder incontestable. Tampoco es cosa de decir “el Real Madrid de Florentino Pérez”, salvo que uno quiera hacer la pelota al gran jefe...

¿Y por qué no el Real Madrid de Ancelotti? El italiano afronta su novena final (tres como jugador) y aspira a ganar su séptima Liga de Campeones (cuatro como técnico) aunque sus mayores méritos sean –a mi modo de ver– que le siente bien el chándal a los 64 años, sepa torear a los medios de comunicación sin faltar al bicho y arquee las cejas como lo haría un actor de Hollywood, sobre todo cuando una pregunta le pilla despistado o es boba.

Este Real Madrid no es un equipo autor –mucha clase media– pero si lo fuera sería de Ancelotti

No parece, sin embargo, que vaya a dar su nombre a este equipo pese al mérito, extraordinario, de gestionar una plantilla buena pero que tampoco da para tirar cohetes. El camino a la final de Wembley lo han “personalizado” jugadores de clase media, más voluntariosos que talentosos, como Lunin –un suplente al que le fichan ipso facto otro portero cuando se lesiona el titularísimo Courtois–, Carvajal, Nacho, Lucas Vázquez y aún Joselu, héroe de la semifinal y ariete de calderilla (dudo que haya existido un traspaso de un goleador en la historia de la Liga tan económico). ¿Vinícius? Un prodigio sin muchas luces al que trata de cuidar. ¿Modric y Kroos? Dos veteranos que si se han disgustado por el racionamiento de minutos no lo han exteriorizado. ¿Grandes personas? Puede que sí, también puede que Modric y Kroos no se hayan atrevido a cuestionar al míster, el mejor elogio que se le puede hacer a un director general del ministerio de Agricultura, al maître de Horcher o al tipo que desde un banquillo doma los egos de sus futbolistas.

El entrenador del Real Madrid, Carlo Ancelotti, el pasado lunes en una sesión de entrenamiento

Manu Fernández/AP

Ancelotti tiene perfil de hombre de fútbol tradicional, de aquellos que pensaban que lo suyo no era un trabajo: trabajo era lo de los obreros del primer turno de la Fiat, lunes ocho de la mañana, cielo nublado con intervalos de lluvia, viento del norte. Los hombres del fútbol como él nunca dan la sensación de estar quemados porque saben muy bien que aunque trabajen mucho lo suyo siempre será el hobby mejor pagado del mundo.

Y hablando de Ancelotti. Transmite esa madurez de los que saben que el mundo no se acaba cuando se pierde un partido de fútbol. Jode, escuece, decepciona pero no se acaba. Un gran tipo el tal Carlo Ancelotti.

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