El Real Madrid, que ya estaba clasificado para los octavos de final desde la jornada anterior, selló la primera plaza del grupo con una gran victoria en el Bernabéu ante el Nápoles en un partido aguerrido, jugado a tumba abierta, de poder a poder y con alternativas en el marcador. Champions en estado puro. Fútbol del bueno.
Los blancos, con hasta ocho bajas, recibieron un gol tempranero de Gio Simeone, el hijo del Cholo, que se presentó así a lo grande en Chamartín. Que jugara de inicio fue una decisión inesperada de Mazarri porque el argentino sentó a Oshimen, el que parecía la estrella de este Nápoles.
La venzanza del Cholo
Gio Simeone adelantó al Nápoles
Al Madrid no le arredró el gol en contra a los nueve minutos en un centro lateral que embocó Simeone y que Lunin no pudo sacar por poco. La respuesta llegó enseguida, nada más sacar de centro. Rodrygo se sacó de la chistera una jugada individual en la que se fue de varios y terminó con un chutazo a la escuadra, un gol parecido al primero que marcó en Cádiz.
Lo de Rodrygo va por rachas. Tras marcar en la primera jornada entró en un bucle negativo en el que no consiguió anotar en dos meses. Ancelotti le mantuvo la confianza y de pronto los goles vinieron por ensalmo. En los último tres partidos lleva cinco.
El Nápoles acusó el golpe. Empatado sin haber podido disfrutar de la ventaja, se mantuvo fiel a su estilo, con tres líneas muy juntas, jugando en un espacio de treinta metros.
La racha
Rodrygo lleva cinco goles en tres partidos
Tras el gol de Rodrygo los blancos entraron en combustión. Jugaron bien, por momentos muy bien. A los 22 minutos se pusieron en ventaja con un centro de Alaba desde la izquierda y un cabezazo de Bellingham, que entró desmarcado y puso el balón donde quiso. No hay partido que no marque. De ahí al descanso Brahim tuvo un par de remates para ampliar la ventaja que no entraron por tener el malagueño desviado ligeramente el punto de mira. La primera parte acabó con susto para el Bernabéu, con Bellingham otra vez lesionado en la banda por una tarascada de un rival que le había lastimado el tobillo. El inglés pudo reintegrarse al juego, para alivio del Bernabéu que le tiene ya en los altares.
La segunda parte empezó con Oshimen en lugar de Simeone y no pudo tener peor inicio para el Madrid. Al minuto de juego empató el Nápoles. Anguissa chutó, el balón rebotó en Ceballos y le volvió a caer al mismo jugador que lo clavó por el primer palo.
La segunda parte
El Nápoles empezó mejor
Ceballos reaparecía tras semanas lesionado y no estuvo nada bien. Una pérdida inocente suya provocó una contra del Nápoles en un dos para uno que no fue el 2-3 por la recuperación milagrosa de Valverde. Lo cambió enseguida Ancelotti por Joselu, lo que obligó a Bellingham a retrasar su posición. Luego le llegó el turno a Nico Paz por Brahim, que tampoco había tenido su noche. La salida del canterano argentino resultaría providencial.
El partido parecía haber virado para el Nápoles, pero el Madrid tiene su ADN en la Champions, donde es de otra pasta y volvió a sacar fuerzas de flaqueza donde otros desfallecen. Meret evitó con el pie un gol de Bellingham y Joselu envió fuera a puerta vacía. Lo solucionó Nico Paz con un chutazo en el 83 que se convirtió el 3-2. El canterano convirtió su debut en la Champions en su fiesta particular.
Con el Nápoles hundido, aún llegaría el 4-2 ya en el añadido, obra por fin de Joselu tras rematar un centro de Bellingham en otro jugadón del inglés marca de la casa y que terminó el partido fresco como una rosa, corriendo sin freno. El delantero gallego pidió perdón a la grada, un Bernabéu encantado con su equipo.