Con 17 años, Luke Littler es el campeón de dardos más joven de la historia
Deportes sin fronteras
Con los 650.000 euros del premio piensa comprarse un Mercedes, pero primero ha de sacarse el carnet
Luke Littler empezó a jugar a los dardos cundo tenía dieciocho meses, todavía no sabía hablar, gateaba, y su padre se los envolvía entre algodones para que los lanzara sobre una diana que había comprado por el equivalente de un euro en una tienda de todo a cien de Warrington, una modesta ciudad satélite de Liverpool en el norte de Inglaterra. Con tan solo seis años logró su primer 180 (la máxima puntuación), y con diecisiete es el campeón del mundo más joven de la historia.
Littler ha obtenido 650.000 euros con su victoria en el Alexandra Palace del norte de Londres, el Wimbledon de los dardos (con jarras de cerveza en vez de Pimms y fresas con nata), y piensa gastar al menos parte de la bolsa en un Mercedes deportivo. Pero, siendo menor de edad, no tiene ni carnet de conducir ni cuenta corriente en el banco. Sus padres se encargan de administrarle el dinero que gana, y le dan una mensualidad suficiente para satisfacer todos los caprichos que pueda tener un adolescente, y más.
Con los 650.000 euros del premio piensa comprarse un Mercedes, pero primero ha de sacarse el carnet
El deporte tiene sus orígenes en el siglo XIV, para que los soldados mataran el tiempo sin comerse demasiado el tarro en las guerras medievales. Es sobre todo británico, con ramificaciones en Alemania y los Países Bajos (Littler derrotó en la final del campeonato del mundo al neerlandés Michael van Gerwen), y un creciente interés en los Estados Unidos, donde el Madison Square Garden neoyorquino se convierte de vez en cuando en una sala para cuatro mil espectadores que ven cómo los grandes campeones tiran los dardos.
La audiencia es masculina en un 75%, con fanáticos de otros países que cruzan el canal de la Mancha. El mundial que ha ganado Littler es un clásico de las fiestas navideñas (comienza el 15 de diciembre), en el que los espectadores se disfrazan como para Halloween y consumen jarras de cerveza como cosacos. El olor en el Palace es característico, una mezcla de alcohol y sudor, como en el boxeo. El lenguaje es poco educado y el ambiente parecido al del fútbol, con cánticos , bufandas y toda la pesca, pero sin que la derrota del jugador favorito constituya un drama. Lo más importante de todo es beber.
La Federación Mundial de Dardos quiere ampliar la geografía y la demografía del deporte, y el éxito de Littler ya ha logrado crear un mayor interés entre los jóvenes y entre las mujeres. Uno de los torneos más importantes del circuito se celebra anualmente en Bahréin, y hay planes –¡cómo no!– para incorporar a Arabia Saudí a las competiciones (como en el golf, el fútbol, el tenis, y hasta las semifinales y final de la Supercopa de España).
Luke Littler forma ya parte de los jóvenes prodigio del deporte, como Pelé, Boris Becker y Mike Tyson. Tiene un millón y medio de seguidores en Instagram, se ha embolsado ya dos millones de euros (aunque no pueda disponer libremente de ellos y sus padres los hayan utilizado para cambiarse a una casa más grande). Su nombre es el tercero más buscado en Google (en el Reino Unido), después únicamente de Trump y la princesa Catalina. A los 17 años no se puede llegar mucho más alto.
Un elemento central de la estrategia para aumentar la dimensión del deporte es doblar los premios, lo cual va a venir de perlas a Littler, que dada su juventud aspira a superar los dieciséis titulos mundiales de Phil Taylor, así como conquistar muchos Masters y Premier Leagues. La atracción de su figura es tan grande que el mundial del Alexandra Palace fue cubierto por el The New York Times y otros medios internacionales, cien mil espectadores compraron en un cuarto de hora las localidades que se pusieron a la venta, y los revendedores hicieron su agosto.Puede decirse, literalmente, que todo empezó cuando estaba en pañales...