Esta mañana del miércoles, Tom Brady se ha despertado y ha decidido apretar el botón con la noticia más esperada desde hace meses. Se acabó, que cantaría María Jiménez o Carlos Santana (no confundir, son canciones diferentes).
Tom Brady, el mejor mariscal de campo en la historia de la liga de fútbol americano, se retira. Sí, esta vez sí. Ya no volverá a los Tampa Bay Buccaneers ni a ningún otro equipo como se ha llegado a especular estas últimas semanas.
Se jubila del pasto por segunda vez en poco tiempo, porque ya lo anunció hace exactamente un año y luego se desdijo. Más le valdría no haberse retractado. Se habría evitado una temporada nefasta y, tal vez, habría salvado su matrimonio.
En esta ocasión subrayó que va en serio. El quarterback forjado y más que laureado en los Patriots de New England, colgó un vídeo en Twitter con su anuncio. “Buenos días chicos. Iré al grano. Me retiro para siempre”, recalcó. “Sé que este proceso fue un gran problema la última vez, así que cuando me desperté esta mañana pensé en presionar el botón de grabar y que fuerais los primeros en saberlo”, explicó.
“Esto no va ser una larga despedida. Solo se hace un ensayo para la jubilación y vosotros ya lo tuvisteis el pasado año”, ironizó. "Por eso, muchas gracias a todos, a cada uno de vosotros que me habéis dado apoyo. Mi familia, mis amigos, compañeros, rivales y podría continuar de esta manera para siempre porque sois muchos”, reiteró.
Tom Brady, en un partido con los Buccaners.
“Gracias a todos por haberme permitido vivir mi sueño, no cambiaría nada, os quiero”, se despidió.
La otra jubilación le llevó 40 días desdecirse. Habrá que esperar a los idus de marzo para tomar una determinación definitiva, pero esta vez Brady llega muy tocado. No ha sido como se lo imaginaba. Las nuevas generaciones le han desplazado, jugadores que incluso podrían ser sus hijos. Además, prometió que lo dejaría a los 45 años y en agosto, en vísperas del inicio de la próxima temporada, cumplirá los 46.
Gracias a todos por haberme permitido vivir mi sueño, no cambiaría nada, os quiero"
Pero, pese a un final poco peliculero, sin mítica, hay una cosa clara. El quarterback más extraordinario dice adiós. Se va el mariscal de campo, el pasador, el entrenador sobre el terreno, que ha dejado más huella en el deporte favorito de los estadounidenses. Nadie le puede negar que ya forma parte del olimpo de las leyendas del deporte de este país, comparable y comparado a Muhammad Ali o Michael Jordan, con sus récords de siete Super Bowl y cinco veces mejor jugador en esa final. Muy lejos del resto.
Tom Brady, en su etapa con los Patriots.
Son nada menos que 23 años cuando llegó al equipo bostoniano. Nadie habría apostado un centavo por él, salvo el entrenador que los encumbró, Bill Belichick. En Las Vegas habría roto la banca. A Brady lo eligieron los Patriots de New England en el puesto 199 del draft (selección) del año 2000. Esto significa que era el penúltimo y, en cualquier otro caso, habría sido material de derribo.
Brady confirma el lema bíblico: los últimos serán los primeros. Será difícil que su historia, por muchos cuentos de hadas al uso, se repita en un deporte tan competitivo.