Eliud Kipchoge hizo historia en Viena al bajar por primera vez de las dos horas en una prueba con la distancia del maratón, de 42,2 kilómetros. Con una marca de 1h59m40s, se desató la euforia en la línea de meta en la capital austríaca pero también a miles de kilómetros, en Kenia, país de origen del ya mítico atleta.
Se concentraron los compatriotas del keniano en diversos puntos de la capital, Nairobi, donde se pudo ver en directo la prueba en gigantes. Pero, sin duda, fue en el Eldoret, ciudad natal del atleta, situada en el condado de Uasin Gishu, donde se vieron las imágenes más emotivas tras el récord de Kipchoge.
Ni un alma cabía en el lugar elegido para ver la prueba para la carrera para historia disputada en el Prater de Viena. Miles de aficionados de Kipchoge se reunieron en una de las plazas de su localidad natal para ver la prueba y, tras parar el crono por debajo de las dos horas, con un margen de 20 segundos, se vivió una fiesta.
La carrera de Kipchoge se produjo sin más competidores, con el único objetivo de rebasar el histórico muro de las dos horas, y en un circuito totalmente llano con la colaboración de 41 liebres. Ayudas que evitaron la homologación del récord de Kipchoge, que tuvo que correr a una media de 21 kilómetros para alcanzar este hito.
Compatriotas de Kipchoge sigue la prueba en Kenia.
Una plaza de Eldorer, abarrotada para seguir la carrera de Kipchoge.
Euforia tras el récord de Kipchoge.
Nadie se quiso perder el récord de Kipchoge en Eldoret.
En Nairobi también se siguió la carrera en la calle.
