Juegos Olímpicos, una decisión sensata
Opinión
Los japoneses suelen ser gente de orden y sabían muy bien que lo que se les venía encima era el caos. Con el mundo sufriendo una pandemia virulenta. Con muchos deportistas confinados en sus casas sin poder ejercitarse en condiciones. Con buena parte de los billetes de clasificación para los Juegos todavía por entregarse. Con todos estos condicionantes lo lógico y lo sensato era aplazar los Juegos. Una decisión trascendente y sin precedentes pero una decisión necesaria. Así lo empezó a entender el COI cuando el pasado domingo se dio un margen de cuatro semanas para decidir. Al final no han sido ni 48 horas.
La situación requería de una resolución urgente y demasiado ha tardado el COI, preso de unos contratos suculentos y temeroso de una brutal logística que se le viene encima con el aplazamiento. Al final las presiones de federaciones, comités y atletas han surtido efecto. Aunque no nos engañemos, el detonante último de que Thomas Bach y sus compañeros dieran este paso fue la petición pública de las federaciones de atletismo y natación de Estados Unidos y en última instancia del comité olímpico de este país para que se retrasasen los Juegos. EE.UU. tiene la sartén por el mango.
El aplazamiento es histórico y sin precedentes pero era totalmente necesario
Es la máxima potencia deportiva mundial y la NBC entrega un cheque con una riada de millones al COI por los derechos de retransmisión. Bach y asociados se podrían haber ahorrado la incertidumbre de los últimos días pero esto es fácil decirlo. Como ocurre con los dirigentes políticos la crisis del coronavirus les ha pillado con el pie cambiado y les ha superado por momentos.
Los Juegos de Tokio tenían y deben tener aún muy buena pinta. Los organizadores habían hecho los deberes con tiempo y con precisión. Tenía que ser una edición maravillosa. Todavía puede serlo. Sólo que no será en la fecha prevista. Hubiera sido angustioso mantener los Juegos para el 24 de julio. Se ha sabido reaccionar a tiempo.