Ledecky, la amenaza anfibia

El sexto anillo

Ledecky, la amenaza anfibia

Los Juegos Olímpicos tienen eso. Aterrizas en París, te acreditas en el aeropuerto y unas horas después, en una sala de prensa, ves por primera vez de cerca a Katie Ledecky, una de las mejores deportistas de todos los tiempos. Tiene 27 años y cara anfibia, te dices. Sus ojos están separados entre sí por una distancia levemente superior a la media y en el agua se comporta como si realmente lo fuera. Amphibia viene del griego y significa ambas vidas o en ambos medios. Ledecky es un ser vertebrado terrestre a medias, afirmarlo puede parecer un desvarío que se desvanece en cuanto se la ve nadar.

Siempre hay un componente innato en las grandes figuras del deporte, pero justificar el éxito solo por ahí es tremendamente injusto. Y más en la actualidad. Ledecky, como previamente Michael Phelps o mucho antes Mark Spitz, nacieron con el bañador puesto pero la trascendencia les llegó a través de un perfeccionismo enfermizo y una cantidad infinita de kilometros nadados. Nada hay más duro que la elección de esta disciplina solitaria.

Aparece Ledecky en el Palacio de Congresos parisino. La leyenda acude en chándal, flanqueada por los otros tres capitanes del equipo estadounidense: Ryan Murphy, Nic Fink y Abbey Weitzeil. Poseen todos ellos galones, pero son de una altura inferior. La gran líder es solo una, y no se le detecta a través de la soberbia sino mediante la admiración que despierta a su alrededor. Con siete oros (diez medallas olímpicas) y 21 títulos en campeonatos mundiales, uno se la imaginaba distinta. En la piscina es un animal musculado, en el exterior se sonroja al ser piropeada por toda la delegación.

Su agresividad solo se expande por ambos medios, sólido y líquido, cuando le preguntan por la sospecha de dopaje en los nadadores chinos. Estamos ante la nueva guerra fría una vez los rusos han sido expulsados del circo olímpico. “Espero que todos los que van a competir esta semana estén limpios. Aunque lo que realmente importa también es que entrenen limpios. Los deportistas quieren transparencia y respuestas a las preguntas que siguen sin respuesta”. La declaración es polémica y da vidilla en la previa pero le afecta de manera tangencial.

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Katie Ledecky, ayer en París

Clodagh Kilcoyne / Reuters

Sus rivales son otras y una de las pruebas más esperadas de estos Juegos se disputa ya, este sábado. Es tan importante la cita que Ledecky, destinada a ser la abanderada estadounidense mañana, ha sido relevada por la tenista Coco Gauff, de currículum menor. El motivo parece claro: para competir al 200 por cien nada te puede distraer 24 horas antes, ni siquiera llevar la bandera del país más histriónicamente patriótico del planeta.

Ledecky competirá en 800 m, 1.500 m y está por ver si competirá en relevos, pero la prueba reina serán los 400 m. Se encontrará ahí con la australiana Ariarne Titmus, que la batió en Tokio, y con Summer McIntosh, la canadiense de 17 años. Ledecky busca en París igualar o superar a su compatriota Jenny Thompson, quien logró ocho oros en su carrera, algo no superado por nadie. La amenaza a ese récord es por supuesto anfibia.

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