Traductores traidores

Por la escuadra

No es la primera vez que un jugador de élite, como Jude Bellingham, afirma que le han malinterpretado y que, por un malentendido de la traducción, lo han expulsado injustamente. Si fuera jugador de un equipo modesto, no perderíamos ni un minuto en analizar los matices del insulto que le lanzó al árbitro. Pero el Madrid tiene un protagonismo mediático que incluye una atención proporcional a su importancia, categoría y riqueza. Y, además, a las periferias parasitarias y los oportunismos que comporta.

Bellingham afirma que dijo fuck off. Y aunque la traducción de fuck off que propone el diccionario Cambrige –“¡vete a la mierda!– ya justifica la tarjeta y la sanción, el jugador intenta que no lo confundan con alguien capaz de decir –cuidado– “ fuck you ”, que agrava la contundencia del original. Como en el caso del piquito-besito proferido por Luis Rubiales, el diagnóstico de las imágenes no es concluyente y habrá que apelar a la prueba pericial. Este es un ritual de justicia relativamente moderno. Un día de febrero de hace cuarenta y siete años, en el Camp Nou, Johan Cruyff fue expulsado por haber insultado al árbitro Ricardo Melero Guaza, que tuvo una tarde especialmente nefasta.

El ruido mediático juega a olvidar que tanto fuck off como fuck you justifican la roja

Entonces el seguimiento de las imágenes no permitía hilar tan fino y nos teníamos que conformar con las versiones de los implicados. Melero fue categórico: Cruyff le llamó “hijo de puta”. Cruyff, en cambio, fiel a la práctica del regate de corta, media y larga distancia, afirmó que había dicho “¡Manolo, marca ya!” una orden dirigida al legendario delantero Manolo Clares. En el caso de Cruyff, ni el diccionario Cambridge ni la Real Academia de la Lengua podrían ayudarnos, porque ya se sabe que el idioma cruyffié s no tiene, a estas alturas, ninguna academia autorizada capaz de traducirlo con rigor científico.

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El ruido provocado tiene que ver, evidentemente, con los intereses creados y la cruzada neovictimista que, como representante plenipotenciario del madridismo, ha emprendido el florentinismo. Intenta reescribir la historia e imponer –y lo está consiguiendo–el relato de un mal trato organizado por los estamentos federativos y arbitrales. Este ruido no es exclusivo del club sino que encuentra en muchos medios de comunicación la resonancia idónea para multiplicarse. Todos –este artículo también– contribuimos a un estado de opinión que, en vez de centrarse en la aplicación estricta del reglamento, busca atajos fiscalizadores que confirmen nuestra versión de los hechos.

PAMPLONA, SPAIN - FEBRUARY 15: Jude Bellingham of Real Madrid receives a red card form match Referee, José Luis Munuera Montero and is sent off during the LaLiga match between CA Osasuna and Real Madrid CF at Estadio El Sadar on February 15, 2025 in Pamplona, Spain. (Photo by Juan Manuel Serrano Arce/Getty Images)

Munuera Montero señala el camino de vestuarios a Bellingham, el pasado sábado

Juan Manuel Serrano Arce / Getty

En el caso del fútbol, se trata de un ruido que, en parte, es inofensivo, pero que alimenta el espíritu de trinchera. Un espíritu que, por extensión, nos desvía del sentido primigenio de la sanción a Bellingham. Sea fuck off o fuck you , es tarjeta roja. Y de hecho en el momento previo a mostrar la tarjeta, como mínimo seis jugadores del Madrid rodeaban al árbitro mientras Modric intentaba recordarles que, en el actual reglamento, solo el capitán puede interpelar al árbitro. Esta es otra evidencia que confirma la dificultad de interpretar los códigos del fútbol –Bellingham, Rubiales, Mapi León– como si fueran alta jurisprudencia cuando lo que prevalece es la necesidad de extraer un rédito inmediato de sensacionalismo.

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