Vidas paralelas

Por la escuadra

Los aficionados catalanes de los equipos de Primera División, dejando al margen el Girona, estamos sufriendo de manera intensa. Ha llegado un punto en el que la desafección de los seguidores respecto a sus dirigentes es máxima. Cada vez contamos menos en lo que se refiere a la aportación monetaria. Años atrás, los carnets de socio y los abonos eran la máxima aportación al presupuesto de las entidades, pero ahora no es así. Los derechos televisivos y otras variantes como el naming del estadio, la venta de los palcos y demás son la principal fuente de financiación. Pero, queramos o no, el apoyo de los aficionados tiene un valor que va mucho más allá del crematístico. Es muy triste ver cómo los presidentes cada vez viven más alejados de este sentimiento, pasa en el Barcelona, en el Espanyol con un presidente missing , en el Valencia o en el Valladolid. Lo que en un momento pudo ser un caramelo para estos presidentes que se hicieron con el poder se ha demostrado que, al no cumplir las expectativas deseadas, los clubs no son más que juguetes rotos que ahora se abandonan.

Quizás los aficionados culés puedan estar indignados con el comportamiento de su presidente, en esta especie de huida hacia adelante. Todas las palancas son posibles ante el panorama de que quizás se ha llegado al momento en el que lo más sabio, lo más profesional, sería reconocer la realidad. Y presentar un proyecto que quizás haga al Barcelona mucho menos competitivo, pero pueda enfocar a medio plazo una recuperación de las capacidades deportivas que siempre han acompañado a esta entidad. Una huida hacia adelante que puede dejar al club –si los resultados no acompañan, y no será fácil conseguirlo– fuera de la élite futbolística durante muchísimo tiempo.

En el Barça y en el Espanyol, la desafección de los seguidores respecto a sus dirigentes es máxima

Pero los que sentimos al Espanyol como algo que forma parte de nuestras familias les aseguro que estamos viviendo una situación todavía más patética. Con un presidente instalado en su país natal y que apenas se integra, por ser lo más respetuoso posible, con sus aficionados. Un equipo que las pasó canutas para ascender a Primera y que se ha reforzado de manera lamentable. En el fútbol es una máxima para no fracasar. El Espanyol se desprendió de su máximo goleador, Braithwaite, sin tener una alternativa clara. Si sin el danés hubiera sido imposible subir, ¿cómo vamos a conservar la categoría?, nos preguntamos cada jornada en nuestra casa.

Y lamentablemente no hay visos de que lo vaya a arreglar nuestro presidente, que prometió que al tercer año de gestión estaríamos luchando por entrar en la Champions. Los aficionados del Espanyol lo único que pretendemos es vivir con cierta dignidad en Primera.

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