Se ha narrado muchas veces y ninguna como la de Víctor Hugo Morales en directo y entre lágrimas para la radio. Se ha reproducido desde todos los ángulos. Se sabe casi todo del segundo gol de Diego Armando Maradona a Inglaterra en los cuartos de final del Mundial de México. Eran las 13.32 horas en la Ciudad de México. El balón lo recuperó el Negro Enrique en campo propio y se lo pasó. Se ha calculado la distancia a la portería: 62 metros. Se han contado los pasos que dio el diez de Argentina: 44 pasos. Se ha señalado a los cinco ingleses a los que deja atrás: Beardsley, Reid, Fenwick, Butcher y Shilton. Son doce toques, todos con la zurda. Y se ha cronometrado el tiempo que transcurre hasta la pelota se aloja en la portería: 10,6 segundos. Es el título de cuento de Hernán Casciari. Se conocen muchos detalles del icónico gol.
Pero la exposición Diego vive, que estará en Barcelona durante dos meses, va un paso más allá. Por primera vez, gracias a unas gafas de realidad virtual, permite al visitante que uno mismo marque el gol del siglo, que viva desde dentro y a pie de campo la jugada, que sienta la velocidad de la acción, que note el sol asfixiante y hasta que perciba la presión de los rivales.
Gracias a unas gafas de realidad virtual uno puede marcar y vivir desde dentro el gol del siglo a Inglaterra
Esa atracción inmersiva es uno de los platos fuertes de la muestra que se ha inaugurado esta semana en el Born y que pretende que el aficionado sea y se sienta Maradona por unos minutos. Más sería excesivo, como el personaje, por sus sombras.
Un holograma de Diego Armando Maradona, joven, vestido del Boca Juniors, da la bienvenida a los visitantes al inicio del recorrido que pretende ser algo más que una colección de trofeos, camisetas, fotos y recuerdos. “Buscamos que se toque, que se sienta. Porque Maradona era eso: pasión y sentimiento”, explica Avelino Tamargo, el director de la muestra.
Buscamos que se toque, que se sienta. Porque Maradona era eso: pasión y sentimiento
Ese era también el objetivo de la familia del astro, que son los que han cedido varios objetos originales, como las camisetas que usó en Argentinos Juniors, con el 16, una de Newell’s o una de la selección argentina de un partido contra Rumanía. “No quisieron vitrinas, sino cercanía”, revela Tamargo.
La familia ha cedido camisetas originales como éste de Argentinos Juniors
Es un viaje por la vida del Pelusa, que repasa también la infancia con una reproducción a escala 1:1 de la casa donde nació el jugador en Villa Fiorito. En un espacio de una habitación vivieron Doña Tota, Don Diego y sus seis hijos, tres varones y tres mujeres.
“Todos los hijos se implicaron”
La exposición cuenta con el aval de la familia del exjugador y exseleccionador y ya pasó antes por Nápoles
Es divertido descolgar el teléfono y escuchar la llamada entre Maradona y su madre después de que se proclamase campeón del mundo juvenil en 1979. “Andá a descansar, mi hijo, que me hiciste la madre más feliz del mundo”, se despide la señora.
En otra sala –son dos plantas y más de 1.000 metros cuadrados- un balón (Adidas Tango Azteca) cuelga del techo, suspendido en el aire, junto a una silueta de Peter Shilton, el portero inglés, saltando. La instalación permite recrear en primera persona la acción de la mano de Dios, polémico gol que abrió el marcador la tarde del 22 de junio de 1986.
En la piel
El espacio cuenta hasta con los servicios de un tatuador para inmortalizar la idolatría al Pelusa
Por último, el espacio de 360 grados, con proyecciones de regates, patadas, calentamientos con malabares y goles como el de la vaselina en el campo del Estrella Roja o el que le marca al Madrid tras burlar al portero y a Juan José, ambos con el Barça, consigue que uno sienta en medio de la Bombonera de Buenos Aires el día de su discurso de de Maradona.
Réplica de la Copa del Mundo que se puede tocar y alzar
Si el virus de la nostalgia de la exposición, que acogió a 18.000 personas en Nápoles y que tiene un precio de 21 euros para los adultos (12 para los niños), ha hecho efecto, se ofrece incluso los servicios de un tatuador. Por si uno, siempre que no se llame Peter o Terry, necesita para inmortalizar en la piel la pasión desbocada por Maradona, fallecido el 25 de noviembre del 2020, hará pronto cuatro años.
