El desprestigio

Por la escuadra

El desprestigio

El prestigio es un atributo muy deseado que se cocina a fuego lento y se esfuma bruscamente, a menudo sin previo aviso. No sé si es exactamente el caso actual del fútbol español, donde esta pérdida de prestigio galopante quizá ya se veía a venir. No así durante los años dorados de la Liga de Messi contra Cristiano, cuando el talentoso y exuberante jugador portugués intentaba sin demasiado éxito hacer sombra al prodigioso argentino. Los clásicos y las batallas en Europa sumaban puntos al exclusivo carnet del prestigio. A la espera de que aparezca Kilian Mbappé por el paseo de la Castellana, ese mismo carnet ha ido perdiendo puntos, a pesar de los esfuerzos de Lewandowski, Bellingham, Griezmann o Vinícius.

Paradójicamente, uno de estos nombres que proporciona galones a la Liga ha sido, en parte, responsable del descenso vertiginoso en sus cuotas de prestigio. Y es que el fútbol español es racista. Lo dice Vinícius, que en su cruzada contra el racismo ha alimentado a modo de gota malaya el sonsonete de que aquí el fútbol está lleno de aficionados intolerantes en la grada de unos clubs pasivos ante la xenofobia.

El fútbol español, acusado de golpe de racista, corrupto y machista

Y todavía más. El fútbol español es racista y corrupto. A la espera de lo que pase en sede judicial, el caso Negreira ya ha salpicado de sospechas y sombra de dudas una práctica del Barça con agujeros éticos más que considerables. Pero no se acaba aquí: el fútbol español es racista, corrupto y machista. Y el desprestigio internacional mayor que ha recibido en los últimos tiempos lleva nombre y apellido: Luis Rubiales. El escándalo del beso no consentido a Jenni Hermoso fue la gota que hizo rebosar el vaso en la pésima gestión de una selección española femenina que, a pesar de la desidia con que estaba dirigida, consiguió ganar un Mundial a ojos de todo el planeta fútbol. En aquel preciso momento empezaron a hundirse los pies de barro de un gigante soberbio y arrogante que presidía la Federación Española con rasgos más propios de un cacique que de un futbolista retirado.

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Agentes de la UCO de la Guardia Civil abandonan la vivienda del expresidente de la RFEF Luis Rubiales en Granada

Miguel Ángel Molina/EFE

Las comisiones de aquí y de allá, los tratos de favor, las vinculaciones políticas –todo, siempre, con el presunto por delante– han acabado de hundir el ya estropeado prestigio del fútbol español ante la mirada internacional. Y todo bien acuñado dentro de una investigación judicial, con registros escrupulosos a plena luz del día, de la cual todavía seguro conoceremos algún nuevo giro de guion insospechado con nombres y apellidos sorprendentes. O no tanto. Pero aquello que aquí nos puede parecer una trama digna de Mortadelo y Filemón, fuera escandaliza y oscurece la imagen de un país que acogerá junto a Marruecos y Portugal el Mundial de fútbol del 2030. La FIFA tiene la última palabra, aunque está para dar más bien pocas lecciones en según qué ámbitos.

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