El velatorio de Maradona en la Casa Rosada se desmadra y acaba en disturbios
Honores de mito
Se retira por seguridad el féretro del legendario futbolista argentino, enterrado este jueves
La última hora de la muerte de Diego Armando Maradona, en directo
“Barrilete Cósmico, volá alto, que Dios te reciba en sus brazos”. Es lo que le dijo Daniel a Diego Armando Maradona cuando este jueves pasó por delante de su féretro, instalado en el salón de los Pueblos Originarios de la Casa Rosada. A sus 43 años y acompañado de su hijo Blas, Daniel llegó a las dos de la tarde del miércoles a la plaza de Mayo desde San José, un humilde barrio bonaerense. Apenas habían pasado dos horas desde la muerte del ídolo argentino.
“Diego es el pueblo, esto va más allá que un político, que un Papa, Maradona es de todos, Maradona es pueblo, es barrio, nos identificamos todos, nuestra niñez, nuestra adolescencia”, decía Daniel a La Vanguardia en la madrugada del jueves, dispuesto a pasar toda la noche en la plaza. Padre e hijo fueron los primeros en acceder al interior del palacio de gobierno. Los primeros de una larga cola que llegó a ocupar 30 manzanas del centro de Buenos Aires.
“Diego es el pueblo, esto va más allá que un político, que un Papa, Maradona es de todos”, decía Daniel
“¡Gracias Diego!”. Fue el grito más repetido por las personas que pasaban por delante del ataúd, cerrado y cubierto por la bandera argentina y dos camisetas: una de la selección y otra del Boca Juniors, la que se puso el Diez en su despedida en la Bombonera como jugador el 10 de noviembre de 2001. El día que dijo: “La pelota no se mancha”.
Al llegar a media mañana, el presidente argentino, Alberto Fernández, añadió sobre el cajón una camiseta de Argentinos Juniors, el primer club de Maradona, del cual es hincha el mandatario peronista, que también colocó un pañuelo blanco de las Madres de la Plaza de Mayo. Fernández canceló su agenda hasta el sábado y declaró tres días de luto oficial mediante un decreto que en su primer párrafo afirma que el Pelusa fue “el mejor futbolista del mundo y una persona que nos hizo inmensamente felices a los argentinos”. Honores de mito.
Implícitamente, el presidente también decretó que la pandemia desapareció de Argentina durante un día, al proponer un velatorio que, como se preveía, fue multitudinario, aunque no duró hasta el sábado ni congregó a un millón de personas, como el gobierno estimó inicialmente.
La familia del exfutbolista, capitaneada por la exesposa de Diego, Claudia Villafañe y sus dos hijas en común, Dalma y Gianinna, se mantuvo firme en que la capilla ardiente se cerrara al público a primera hora de la tarde para poder enterrar el cuerpo poco después en el cementerio privado Jardín Bella Vista, a las afueras de Buenos Aires, donde reposan los padres del astro. La policía interrumpió la cola un par de horas antes del cierre, lo que no gustó a los hinchas y se iniciaron duros enfrentamientos con los antidisturbios, que llegaron a disparar balas de goma y cañones de agua, así como practicar varias detenciones.
La familia retrasó el cierre de la capilla ardiente debido a las largas colas
Los graves incidentes, que dejaron varios heridos, habían sido previstos por las autoridades si se cerraba la capilla ardiente y para tratar de apaciguar los ánimos anunciaron un cambio en el recorrido de la comitiva para trasladar los restos al cementerio: el coche fúnebre pasaría por buena parte de la ancha y larga avenida 9 de Julio para que todo el mundo pudiera verlo.
Poco después, el gobierno informó de que el velatorio se alargaría tres horas más pero se vio obligado a cerrar precipitadamente las puertas de la Casa Rosada para evitar que la gente entrara a la fuerza. La situación se desmadró incluso dentro del edificio. El féretro tuvo que ser retirado por seguridad.
Mientras los disturbios se iniciaban, los últimos aficionados pasaban frente al ataúd y seguían arrojando, camisetas, gorras y otros objetos al suelo de la capilla ardiente, que había quedado instalada la madrugada del jueves para que, antes de ser abierta al público, la familia y sus invitados más cercanos pudieran despedirse de Diego con el féretro aún abierto. A esa hora pasó toda la plantilla que, junto a Maradona, ganó para la albiceleste el mundial de 1986, el de la mano de Dios. Ingresó también el líder de la barrabrava del Boca Juniors, que acumula un largo historial de denuncias y condenas, incluso por homicidio.
La vigilia se vivió en la plaza de Mayo como si se celebrara un partido de fútbol. Cánticos como “el que no salte es un inglés”, bombos, olor a choripán, barrabravas y aficionados pacíficos de todos los clubes en comunión, mientras la cola se iba alargando con Daniel y su hijo al frente.
La vigilia se vivió en la plaza de Mayo como si se celebrara un partido de fútbol
Ante la Pirámide de Mayo, una sábana pintada recrea la ficticia entrega de la Copa del Mundo de Maradona a Messi, ambos sonrientes y enfundados en la albiceleste. Diego pasa el relevo a Diego. “Dios es argentino y peronista, hasta la victoria siempre, compañero”, se lee en una pancarta gigante colgada en la valla de la fachada principal de la Casa Rosada.
Y en el centro de la plaza está el Fantasma, como se presenta a La Vanguardia un hombre que ha venido de Avellaneda con un grupo de 20 compañeros de la agrupación peronista 27 de Octubre que pintan en el suelo un gran retrato del Maradona mundialista. A sus 47 años, el Fantasma dice que ver al Pelusa ganando de niño el mundial le cambió la vida. “Diego viene de abajo, como todos los jugadores de Argentina, nos sentimos muy identificados con él”, dice. “Él llegó lejos y todos los pobres queremos llegar lejos, todos queremos ser iguales que todos; Diego llegó y nos banca a los pobres porque es el más grande”.