Hace unos días, el mítico Tostão le contaba a Juan Bautista Martínez:
–Si hay una delantera de nivel similar a la que tuvimos en el Brasil de 1970, esta es la que hoy tiene el Liverpool, con el tridente que forman Firmino, Mané y Salah.
El cronista lee la reflexión y se frota las manos: esto promete. Le han encargado la crónica del Everton-Liverpool.
Luego, pasan los minutos y el ánimo se enturbia.
Amplio nargen
El Liverpool se ha acostado con un margen de 23 puntos sobre el City, que hoy recibe al Burnley
El gozo en un pozo: una hora antes del encuentro, Jürgen Klopp anuncia el once titular del Liverpool. Descarta a Salah. En su lugar juega el japonés Minamino, sustituido más tarde, en la media parte.
No hay que desanimarse. La crónica aún tiene su razón de ser. El Liverpool no se apropia de una Premier desde 1990. Y ahora parece a un paso de romper la maldición: el choque tiene una dimensión histórica.
Parece mentira, pero en estas tres décadas un buen puñado de clubs ingleses se ha adueñado de la liga inglesa. En la lista aparecen el Manchester United (en trece ocasiones), el City, el Arsenal, el Chelsea e incluso el Blackburn y el Leicester. Parece mentira, hay que insistirlo: en todo este tiempo, el Liverpool no ha rascado bola.
Estos son otros tiempos.
El Liverpool avanza paso a paso. Cinco años después de firmar por los reds, Klopp está listo para restablecerlos. Si fructifica en las próximas jornadas, su triunfo liguero redondearía una trayectoria incuestionable. Klopp había manejado al soberbio Liverpool que se adueñó de la Champions en el curso pasado. Y ahora mantiene las mejores esencias del conjunto en este 2020 atípico, disgusto ante el Atlético aparte.
Un poquito más y este Liverpool se llevará la Premier. A la espera del City, que hoy recibe al Burnley, los reds se han acostado con un margen de 23 puntos tras su empate sin goles en campo del Everton (0-0).
Como el resultado indica, este Derbi de Merseyside, el más viejo del fútbol inglés –se disputa interrumpidamente desde 1962–, ha sido tan silencioso como artificial. Se ha disputado con las gradas vacías, con las aficiones recogidas en sus casas, el vocerío enlatado y una gran pancarta tendida sobre la tribuna, manifestándose: No al racismo.
Desde luego, no hemos visto al mejor Liverpool, y tampoco a Salah, su hombre franquicia.
Klopp no le ha incluido en los cinco cambios, consciente de que a estas alturas del curso, y navegando con tanto viento a favor, tampoco hace falta dejarse la vida en el empeño.