Fernando Torres y el gol que cambió a España
El legado de ‘El Niño’
El delantero marcó el tanto de la victoria en la final de la Eurocopa de 2008 ante Alemania que abrió la época más exitosa del combinado español
“Le dije que iba a marcar dos goles y le di un beso en la frente”, vaticinó el exseleccionador Luis Aragonés a Fernando Torres en la previa de la final de la Eurocopa de 2008, que coronó a España y a un ‘Niño’ que pasó a ser leyenda. Se equivocó, aunque por poco, ‘El sabio de Hortaleza’, porque únicamente un gol del delantero a Alemania fue suficiente para cambiar el destino de un grupo de futbolistas que haría historia en el deporte rey. El mítico ariete del Atlético, el Liverpool y el Chelsea cuelga las botas pero deja un legado imborrable para España.
Corría el minuto 33 de juego en el Ernst Happel de Viena, cuando Xavi miró a su alrededor antes de recibir de espaldas un balón de Marcos Senna en tres cuartos de campo. Al del Barça le bastaron décimas de segundo para girarse y meter el balón al hueco, donde Torres hizo gala de sus principales virtudes: velocidad y definición. Lahm braceó y Lehmann tapó todo el hueco posible en su salida, pero el ariete encontró el espacio suficiente y con una picadita sutil, que alojó el balón en las redes junto al palo, revirtió la aciaga dinámica futbolística de ‘La Roja’.
España venía demostrando durante todo el campeonato que por fútbol era totalmente capaz, incluso favorita, para levantar el trofeo ese 29 de junio, pero el vértigo de la historia era una losa que se había hecho muy pesada por los numerosos fracasos en las grandes citas. Un peso que previamente se encargó de aliviar Iker Casillas, cuando detuvo dos lanzamientos en la tanda de penaltis ante Italia para tumbar la famosa maldición de cuartos de final. Una ronda que hasta entonces casi siempre había comportado lágrimas e incluso sangre.
Pasada esa barrera psicológica, Alemania, el gran ogro del fútbol mundial, con la aureola de invencible en los momentos decisivos, era el último y más difícil escollo de España para deshacerse de todos sus miedos y abrir de par en par las puertas del olimpo futbolístico. Los germanos pusieron sus galones sobre el verde al inicio del partido, dominando y creando ocasiones: “Creía que nos metían dos”, reconoció Casillas sobre los primeros minutos de encuentro. Pero Torres se encargó de abrir el camino para el segundo entorchado continental de España e inició la época más gloriosa del combinado nacional.
A efectos prácticos, el gol de Torres supuso el título de campeones de Europa pero para España significó mucho más. Cambió la mentalidad de una selección tachada hasta entonces de perdedora, generación tras generación, que había sucumbido casi siempre antes de tiempo en los grandes torneos. Pese a los grandes jugadores que habían vestido la elástica roja y las máximas aspiraciones con las que se presentaban en cada campeonato, España había acumulado fracaso tras fracaso. La Eurocopa de 1964, el cuarto puesto en el Mundial de 1950 y la final perdida de la Eurocopa de 1984, con un fallo estrepitoso de Arconada, era el pobre bagaje de una selección que sobre el papel aspiraba a más. Un guión que se encargó de cambiar Torres.
Y es que aquella Eurocopa de 2008 fue sólo el principio. España, extasiada por un título tan deseado como inesperado, rebajó sus pulsaciones poco después para poner sobre el verde su inmenso potencial. Llegó el Mundial de 2010, y sin las ataduras de la historia, Torres cedió el testigo de héroe a su amigo Iniesta para abanderar el mayor éxito del fútbol español en el Soccer Stadium de Johannesburgo con Del Bosque en el banquillo.
Torres se encargó de abrir el camino para el segundo entorchado continental de España e inició la época más gloriosa del combinado nacional
Revalidar el título de la Eurocopa en 2012, con una goleada en la final ante Italia, fue la última pincelada de la España preciosista del ‘tiki-taka’. Una obra de arte que se encargó de empezar Fernando Torres. Un ‘Niño’ que, a sus 35 años, se toma su merecido descanso tras cambiar la historia de España.