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El suplicio de Messi con Argentina no tiene fin

Argentina, 1 - Venezuela, 3

La selección albiceleste no levanta cabeza en el retorno del crack y pierde ante Venezuela

El lamento de Messi durante el partido de Argentina contra Venezuela

Juan Medina / Reuters

El suplicio de Leo Messi con Argentina no tiene final. Ni los nueve meses en los que no se ha puesto la casaca albiceleste han servido para hacer borrón y cuenta nueva. Como si el Mundial aún no se hubiese acabado, Argentina sigue sin rumbo. Volvió a perder en el amistoso contra Venezuela. Messi jugó todo el partido y fueron 90 minutos de frustración. Otra noche para olvidar. Un cuento de sobras conocido. Otra pesadilla.

Nada o muy poco ha cambiado en la albiceleste desde el Mundial. Lo que ha pasado en estos nueve meses es en realidad es un giro lampedusiano pero invertido. Sí, esta vez se ha tocado muchas teclas con la intención de obtener una metamorfosis radical pero el resultado sigue siendo el mismo: derrota y mala imagen. Claramente insuficiente para una selección del peso, el nombre y la exigencia de Argentina.

Lionel Scaloni ha emprendido un relevo generacional y está probando con jóvenes

En Rusia, Sampaoli se entregó a los veteranos. Y el resultado fue que se volvieron a casa en octavos. Ahora Lionel Scaloni ha emprendido un relevo generacional y está probando con jóvenes. No hay manera. Todos parecen bloqueados, más malos de lo que son, en cuanto se ponen la camiseta albiceleste.

En medio, como hilo conductor, está Leo Messi, el pilar al que aferrarse entre las ruinas, el bote salvavidas de un barco en naufragio, una canción para amansar a las fieras. Pero sucede que el diez se está especializando en aplaudir, dar ánimos y arengar en vez de jugar y divertirse en el campo. Mientras los que celebran goles y títulos son los rivales. Ya sea Alemania en 2014, Chile en 2015 y 2016 o Francia en 2018.

Rosales, uno de los destacados de la vinotinto

El envite le vino grande a unos cuantos. Argentina es hoy un equipo cogido por pinzas. Nada que ver con Venezuela, que tiene su plan muy trabajado con Rafael Dudamel en el banquillo, un técnico con las ideas muy claras y futbolistas aprovechables. Ninguno tanto como Salomón Rondón, delantero que marca las diferencias en la Premier con su físico. Lo que le hizo a Mercado ayer, al que le ganó la espalda tras un pase largo con intención del españolista Rosales para controlar en el área y fusilar a Armani.

La picardía de Rosales volvió a ser clave en el segundo gol de la vinotinto. Sacó rápido una falta para John Murillo, que se sacó un gran disparo de rosca imposible para el portero del River Plate.

El tormento continua

Así es la vida de Messi con Argentina. El defensa al que cambiaron de banda –el lateral derecho jugo en la izquierda– con la misión de frenar al diez acabó siendo uno de los verdugos de la doble campeona del mundo. A su vez, Messi apenas pudo dar dos pases –pero vaya pases– a Piti Martínez y a Lautaro Martínez pero Faríñez, el portero venezolano, pudo con todo.

Tan mal le fue a Argentina en la primera parte que en el descanso ya tuvo que hacer tres sustituciones. Pero los que entraron no fueron Dybala o Benedetto, tipos contrastados, sino Kannemann, Matías Suárez y Blanco. Tan preocupante fue ese primer tiempo que hasta cambió de sistema para jugar con cuatro defensas. Messi pasó definitivamente a jugar de enganche, pegado a la zona de construcción. Y es que igual que no tiene Argentina un delantero mejor que Leo, tampoco tiene un centrocampista organizador mejor que él. Así que el crack tiene que multiplicarse y así, arrancando desde campo propio, en un contragolpe con Lo Celso y Lautaro, recortó distancias el interista. Faltaba media hora pero la ley de Murphy siempre está en contra de Argentina. Y lo que llegó no fue el empate a dos sino un penalti de Foyth a Josef Martínez que el pichichi de la MLS no perdonó. La misma historia de siempre. El tormento continua