“Mírame a mí, no me ha gustado”

“Mírame a mí, no me ha gustado”

"No hagamos caso a los idiotas y a los estúpidos, de verdad. Es un pico de dos amigos celebrando algo. No estamos para gilipolleces. Yo, con todo lo que he pasado, más gilipolleces y más tontos del culo no. No hagamos caso y disfrutemos de lo bueno y ni me comentéis cosas de pringados que no saben ver lo positivo. Si hay tontos, que sigan con sus tonterías. Hay más tontos que ventanas. Vamos a hacer caso a los que no son tontos”. Palabra de Luis Rubiales, presidente de la RFEF, en declaraciones a la Cadena Cope para justificar por qué le plantó un beso robado a Jenni Hermoso después de que ellas conquistaran el Mundial con millones de personas, niños y niñas gozando de los éxitos que estas futbolistas – las que levantaron la copa y las que no- han cosechado dentro pero sobre todo fuera del campo.

“No estamos para gilipolleces”: Rubiales acalla las críticas por su polémico beso a Jenni Hermoso tras la victoria de España en el Mundial

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Un beso robado no siempre es deseado. No siempre es consentido. No demos por hecho que es algo normal o lícito. Es una agresión. Una intrusión cuando lo da alguien que no ha recibido antes una señal o un consentimiento previo. Es una invasión del espacio personal que crece todavía más cuando escuchamos los "argumentos" del presidente de la RFEF justificando semejante vergüenza con su  "yo, con todo lo que he pasado". 

Sucede que las libertades de toda persona acaban cuando empiezan las de otra. Por eso sí que tiene razón en una cosa el presidente Rubiales. No estamos para gilipolleces. No en el año 2023. No después de ver cómo las futbolistas- las que están y las que no, insistimos- han liderado una revolución social que reclama igualdad y profesionalidad por y para hacer su trabajo que es el de ganar y disfrutar jugando al fútbol con las condiciones que requiere cualquier profesión - baja de maternidad, seguro médico y un sueldo, claro-. 

“Mírame a mí, no me ha gustado” Video

Polémica por el beso en la boca del presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), Luis Rubiales, a la jugadora Jenni Hermoso. 

Sí que tiene razón en una cosa el presidente Rubiales. No estamos para gilipolleces. No en 2023.

Ellas son un espejo para muchas mujeres que quieren seguir creciendo en sus puestos de trabajo. Un reflejo para todas aquellas niñas que, aunque deberán seguir luchando contra actitudes machistas (milagros a Lourdes) por lo menos lo tendrán más fácil para conseguir ser jugadoras profesionales porque ahora sí que tienen referentes que han logrado derribar la puerta. Ellas, las jugadoras, también son el ejemplo para muchos niños. Y el motivo de reflexión de muchos hombres que han aprendido a identificar conductas machistas y que ahora se lo piensan dos veces antes de soltar improperios.

Quizás por eso, por ese ejemplo y por ser un reflejo de la (r)evolución social las audiencias de este Mundial han sido sublimes. Quizás por eso el domingo había millones de pantallas por todo el país para ver una ascensión merecida, trabajada y luchada minuto a minuto, pulso a pulso. Y sin el quizás por eso es injusto que,  cuando consiguen ganarlo, estas futbolistas tengan que ver cómo su momento, su celebración y su historia quedan empañadas por un gesto que no solo no es profesional. Es una falta de respeto. Un gesto machista y, si me lo permiten, prehistórico. 

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“Vamos a hacer caso a los que no son tontos”, insistía el presidente. Pues bien toda la prensa internacional y todas las voces que critican esa invasión del espacio personal de Jenni Hermoso también debe (mos) serlo. "Un desagradable recordatorio para muchos del sexismo que ha plagado al fútbol femenino", señala la crónica del New York Times. "Los españoles celebraron la primera victoria de su país en el Mundial femenino el domingo por la tarde con bailes en las calles y compartiendo su alegría vertiginosa. Pero un beso visto en todo el mundo acabó siendo la comidilla de las redes sociales", continúa. "Besó a la fuerza a una jugadora en la boca. En España, nadie tiene conocimiento de un romance entre el jefe del fútbol español y la delantera de La Roja", dice L’Équipe. Y así podríamos pasarnos todo el día.

Rubiales abraza a Jenni Hermoso en la entrega de premios tras ganar el Mundial

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ZP

¿Y Jenni Hermoso? “¿Pero qué hago yo? No me ha gustado eh. ¡Mírame a mí, mírame!”, reconoció la jugadora en sus redes sociales cuando le preguntaron por primera vez por el beso robado. Después, ante el revuelo que se formó, Hermoso trató de recordar por qué están allí. "Ni yo me lo esperaba. Yo soy campeona del mundo y eso es lo que me voy a llevar. No le demos más vueltas", manifestó la veterana en varios medios de comunicación. Tratando de situar el foco en la gran hazaña deportiva de muchas jugadoras que empezaron jugando en campos de tierra y en equipos mixtos. Soportando esas frases machirulas que discutían su presencia solo por ser niñas. Menuda obviedad. Enhorabuena. 

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Ante semejante revuelo, Rubiales salió al paso con un vídeo de “disculpa”. Como bien reconoció el presidente “no me queda otra. Seguramente me he equivocado. Lo tengo que reconocer". También aseguró que "desde dentro lo veíamos algo natural, normal. Fue un gesto que se produjo de manera muy espontánea, sin mala fe por ninguna de las dos partes", afirma. Como si Hermoso pintara algo en el asunto. 

Alguien debería decirle a Rubiales que, por suerte, el mundo va evolucionando. Que son muchos los hombres a los que nunca se les ocurriría tomarse esas libertades. Y que también, por desgracia, este tipo de actitudes siguen evidenciando que todavía queda mucho camino por recorrer. Seamos conscientes de ello. Y reflexionemos. Porque no. No estamos para gilipolleces.

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