Manual de populismo

El discurso de Joan Laporta

Emocionándose al mejor estilo de Josep Lluís Núñez, al que cada vez se parece más en algunas formas y discursos, mandando al cajón y a buen recaudo cualquier atisbo de autocrítica y enarbolando la bandera del enemigo exterior como el culpable absoluto. En cualquier manual de populismo y de victimismo se encontraría el discurso de este martes de Joan Laporta. Todos los sufrimientos del club para inscribir a Dani Olmo y Pau Víctor han sido provocados por LaLiga, la Federación, los medios de comunicación, la oposición, los otros equipos y las fuerzas del mal que campan por el mundo. Según él su junta directiva y el propio Joan Laporta no tienen ninguna responsabilidad en el hecho de que el centrocampista y el delantero no pudieran participar en los dos primeros partidos del año. Interpelado directamente por si no había hecho nada mal su respuesta fue clara: “Hemos hecho lo que teníamos que hacer, el club se tiene que gestionar así”. Solo le faltó ponerse una medalla como hacía en los años 80 y los noventa el Magic Andreu.

Porque eso es el presidente Laporta en la actualidad. Cuando aterrizó en el 2003 acompañado de una junta mancomunada era denominado el Kennedy barcelonista. Fresco, carismático y moderno. Pero 22 años después es como si hubiera involucionado en el tiempo. Sus palabras son nuñistas y sus formas a veces semejantes a las de Gaspart, Mendoza o Jesús Gil (con el corte de mangas incluido).

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El presidente del FC Barcelona, Joan Laporta

Enric Fontcuberta / EFE

El nivel de autocrítica de Laporta fue cero. Todo es culpa de LaLiga, la  Federación, la oposición o los medios de comunicación

El presidente barcelonista hizo aquello que los políticos que acumulan años en el cargo tienen por costumbre: creerse que la institución es él. Que el Barça es su corralito. Lo hizo al decir que no se trataba de defender a Laporta, sino de defender al Barça. O lo que es lo mismo, criticar al presidente es criticar al club. Conclusión: El club es él. Razonamiento napoleónico que a veces lleva a contestaciones increíbles. Como cuando dijo que no quería dar cancha al asunto de Thomas Heurtel porque era un jugador que negoció con el Madrid siendo base del Barça. Como si no hubieran sido los responsables de la sección los que le hicieron viajar desde China antes de echarse atrás en su contratación.

El presidente del Barça se pone una medalla por poder contar con futbolistas que el club tiene en nómina, como si no fuera lo normal

Su discurso de “hemos resistido contra todo y contra todos” vendió como gran éxito el inscribir a los jugadores, aunque sea de manera cautelar. Por lo tanto, lo que hace la mayoría o la totalidad de equipos, que es fichar a jugadores y tramitarles la ficha se ha de considerar como un triunfo, a ojos de Laporta. Esto es como si el delegado del equipo desde tiempos inmemoriales, Carles Naval, saliera al centro del campo para ser ovacionado en cada partido después de presentar las fichas de los jugadores al árbitro. El presidente sacó pecho por poder contar con los futbolistas que el club tiene en nómina. Pese que para ello haya vendido activos del futuro, como los palcos vip. “Pobre Barça si lo pilota alguien de la oposición”, dijo Laporta. Pero a este paso, pobre, muy pobre será el que le suceda en el cargo. El jamón de los próximos años ya se está devorando ahora.

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