Una visita al pasado

PELOTAS FUERA

Una visita al pasado

La nostalgia es un brebaje peligroso. Su abuso causa el efecto de una telaraña bien trenzada que puede inmovilizarlo a uno en el pasado y momificarlo antes de tiempo. Pero con moderación, no más que unos chupitos, puede tener el mismo efecto que un vigorizante de efecto inmediato. Uno cierra los ojos para echarse un viajecito a los días de antaño, y cuando los abre de nuevo descubre que el recuerdo le ha pintado una sonrisa en los labios.

Mientras el barcelonismo de matriz optimista ya anda impúdicamente desde hace días dándose el lote con Hansi Flick, los agonías, que también somos muchos, continuamos gimoteando por las heridas que nos ha dejado la temporada vivida en el campo y en los despachos. Cada uno busca legítimamente el consuelo en las sábanas que más le agradan. Con más motivo cuando la tortura a la que estamos sometidos aún no ha finalizado y el Real Madrid amenaza con levantar su decimoquinta Champions esta noche en Wembley. Anotemos que hay en esta posibilidad un claro incumplimiento del contrato bíblico que afirma que Dios nunca te dará más de lo que puedes soportar. ¿En serio? ¿Quince Copas de Europa? Eso no lo aguantaría siquiera un Job reencarnado.

Gane y le aproveche, si es el caso, al Real Madrid la decimoquinta. Ya volverá nuestro momento

Así que para escapar de tanto aguacero esta semana he procurado darle la espalda a la realidad. Cerrar los ojos al hoy. Dicho y hecho. He convertido el salón de casa en un museo del tiempo gracias a la televisión y he engullido la serie Núñez en el portal 3cat. De postre, un documental épico sobre Carles Puyol, el capitán que metía la cara donde a cualquier otro le daría miedo poner el pie, según definición de Baresi.

Y, sorpréndanse, con terapia tan sencilla he recuperado todo mi vigor azulgrana. Sin necesidad alguna de Viagra. Ha sido suficiente este atracón de pasado para regresar hecho un pincel a las cuitas de diario.

Horizontal

El expresidente del Barça, Josep Lluís Núñez

Àlex Garcia / Archivo

No por revivir lo que significó el nuñismo. Tampoco por recuperar la historia de un tipo del Pallars que hizo del sacrifico el santo y seña de su ascensión a los altares del barcelonismo. Solo sucedió que repasé involuntariamente una lección que conviene recordarse, aunque la demos por sabida. Es esta: basta con sacar la cabeza del ahora para darse cuenta de que el escudo del equipo rebasa la línea del tiempo.

Pasan los buenos y malos directivos, los excelentes y mediocres jugadores, los grandes y pésimos entrenadores, los aficionados optimistas y pesimistas, los minutos de silencio y los buenos y malos momentos. Pero no hay punto final posible, siempre queda por delante un papel en blanco por escribir.

Gane y le aproveche, si es el caso, al Real Madrid la decimoquinta. Ya volverá nuestro momento. Este optimismo paciente, fronterizo con la resignación, es lo que enseña el pasado. No da para reírse a carcajadas, pero sí para sonreír. Todo pasa y todo queda.

Etiquetas
Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...