El Girona remonta ante el Barça y ya es un equipo Champions

Girona, 4- Barça, 2

Con el mismo marcador que en el derbi de Montjuïc, el Girona celebró por todo lo alto que estará el año que viene en la máxima competición continental 

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La plantilla del Girona celebra su clasificación para la Champions la próxima temporada 

LLUIS GENE / AFP

Empezó siendo el derbi catalán de la autoestima. Del ego. De la lucha por el fútbol de posesión. Del espectáculo. Y terminó convertido en el derbi de la remontada del Girona, y de las celebraciones simultáneas. La del Real Madrid, campeón de Liga gracias al triunfo de los de Míchel y, por supuesto la de un orgulloso Girona, que jugará la Champions el año que viene. Nadie se explica cómo la buena actuación del Barcelona, que se adelantó con el gol de Christensen y que se impuso al empate de Dovbyk con otro tanto de Lewandowski de penalti, quedó sepultada en 10 minutos con la actuación de Portu. Futbolista que sabe bien lo que es descender a los infiernos. Se cargó el equipo a la espalda, marcó un doblete y asistió a Miguel en el 4-2 definitivo. El mismo marcador que el de Montjuïc. Y con el Barça en la lona apagado. Viviendo una amarga realidad en la que ha estado sumido casi toda la temporada. Los de Xavi se desploman con nada. Y ahora ni siquiera dependen de sí mismos para lograr un subcampeonato que les permitiría ir a Arabia a por la Supercopa. Esa plaza, a cuatro jornadas del final, también es para el Girona.

Las cartas de Xavi y Míchel quedaron al descubrieron nada más empezar el encuentro. Míchel sentó a Yan Couto y apostó por Tsygankov en la banda izquierda. Y Xavi, tras lo acontecido en Montjuïc, recuperó para el derbi de la venganza futbolística el esquema de los cuatro centrocampistas. El sacrificado fue Raphinha, que se quedó en el banquillo. El rescatado fue Sergi Roberto, en plena negociación por su continuidad y uno de los señalados por la derrota. En el Barcelona parece que no pasa el tiempo. Mientras el mundo avanza, la actualidad transcurre entre su renovación, la palanca de Libero y el fichaje de un pivote.

Pero no todo es malo. Sí que ha funcionado la polivalencia de Christensen. En un Barça que se mostró dominador ante el cerrojo de los de Míchel, el ahora pivote pensó y ejecutó a la velocidad de la luz. Sacando su versión más ofensiva. Controlando con el pecho un gran pase de Lamine Yamal. A la media vuelta y con un tiro cruzado, el danés batió a Gazzaniga a los tres minutos del partido. Se hizo el silencio en Montilivi. Pero poco duró. Porque el Girona quizás renunció a la posesión pero no a sus jugadas de estrategia. Tampoco al olfato de Dovbyk. El pichichi de la Liga alcanzó su vigésimo gol empatando de cabeza tras una jugada por la banda izquierda hilada por Iván Martín. El centrocampista volvió a dejar en evidencia a Araújo.

No se derrumbaron los de Xavi. Moviendo el balón con fluidez, respondieron con un chut potente pero con poca colocación de Gündogan desde fuera del área. Ningún peligro para Gazzaniga. Fermín remató otro centro de Lamine Yamal desde la segunda línea. Y, de nuevo Gazzaniga, protegió bien la línea de gol en otro saque de esquina de Gündogan. En 16 minutos ya eran cinco las llegadas con peligro del Barça, incluyendo el gol. En cambio, el Girona sólo había inquietado una vez. Y marcado. Señal de que no se puede perdonar nada cuando la ilusión europea está por el medio. Los de Míchel empezaron a sacar la cabeza. Saliendo de la presión. Triangularon Sávio, Dovbyk y Tsygankov pero entre Fermín y Cubarsí despejaron el esférico a córner. Otra vez los jóvenes. Después fue Sávio quien superó a Koundé. Obligado por las circunstancias, el francés sacó la pierna. El árbitro invalidó, por suerte del Barça, una acción de gol clarísima.

En los banquillos no se sentaron ni Míchel ni Xavi. Dos técnicos de sangre caliente. Xavi respiró cuando Hernádez Hernández acudió al VAR para revisar entrada muy clara de Miguel sobre Lamine Yamal en la línea de gol. Tras unos minutos de suspense en un alterado Montilivi, el colegiado dictó la pena máxima. La transformó Lewandowski. Con su saltito característico. Con su estilo poco ortodoxo. Ya son 17 goles del polaco, a tres del pichichi. Pero no salvarán al Barça de una temporada nefasta.

El guión cambió por completo en el segundo tiempo. Acomodado el Barça. Presionando el Girona. Ambos equipos más rotos, más expuestos ante el cronómetro y el cansancio. A pesar de los despuntes de Lamine Yamal y Gündogan, el Barça pagó su falta de contundencia. Entonces llegó el sablazo final del Girona. Míchel llamó a Yan Couto y a Portu. Y el Girona sacó pecho de su dominio en las áreas. De su capacidad para resistir y aprovechar los errores del rival. El primero fue de Sergi Roberto. Mientras se ponía el sol, el capitán del Barça se quedó corto con un pase atrás para Ter Stegen. Lo interceptó Dovbyk y se la cedió a un impoluto Portu que no falló. Un minuto más tarde el mismo Portu aprovechó otro agujero imperdonable para asistir a Miguel en el 3-2. Montilivi estalló. En apenas 10 minutos el Barça pasó de tener el partido ganado a ver como el Girona los mandaba a la tercera plaza. Sonó el himno de la Champions. Nadie olvidará que este destartalado feudo municipal guarda un relato que ya es leyenda: 17 partidos, 14 victorias, 2 empates y una sola derrota ante el Real Madrid campeón de Liga y a un paso de la final europea de Wembley.

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