Elogio (y envidia) a la juventud

Por la escuadra

La juventud de hoy ama el lujo. Es mal educada, desprecia la autoridad, no respeta a sus mayores, y chismea mientras debería trabajar. Los jóvenes ya no se ponen de pie cuando los mayores entran a la habitación”. La frase podría ser de ayer, pero tiene unos 2.400 años, porque según parece la soltó Sócrates, el filósofo, no el jugador brasileño, no se lleven a engaño por mucho que este artículo corresponda a la sección de deportes. Aristóteles, otro pensador surgido de la inagotable cantera griega, también reñía a la muchachada. Se le atribuye la siguiente reflexión: “Los jóvenes de hoy no tienen control y están siempre de mal humor. Han perdido el respeto a los mayores, no saben lo que es la educación y carecen de toda moral”.

Me temo que, sin que sirva de precedente, voy a llevarles la contraria a Sócrates y a Aristóteles. Si esas quejas fueran justas, su transmisión de generación en generación habría dado como resultado a unos jóvenes que hoy serían amorfos, sin músculo físico y señal cerebral, incapacitados para moverse y razonar. No es el caso. Nuestros hijos y los amigos de nuestros hijos, con excepciones, solo faltaría, son más listos y están más preparados que nosotros a su edad. Si son adictos a los móviles es porque como quien dice nacieron con ellos y ninguna gran compañía tecnológica se dignó a advertirles sobre sus peligros. Nosotros éramos más cazurros. Nos enganchamos al tabaco, dependencia mucho más rudimentaria, y, sabiendo cómo era el mundo sin móviles, tampoco hemos sabido cómo zafarnos de sus trampas.

Del Calderé debutando alopécico en los 80 se ha pasado a una aceleración extrema del proceso de maduración

Se da un fenómeno transformador en el deporte en los últimos tiempos. Los ciclistas que explotaban antes a los veintilargoscasitreinta lo hacen ahora con veintipocos. Ahí tenemos a Vingegaard, Pogacar o Evenepoel. Los atletas, más de los mismo, con Duplantis y los Ingebrigtsen como ejemplos claros de precocidad. Verstappen, en motor, amenaza récords que otros alcanzaron como veteranos. Más cerca nos pilla el caso de Carlos Alcaraz... Asociado a su éxito prematuro, todos ellos tienen elementos comunes: mentalidad esponjosa ante el aprendizaje de nuevos conceptos y mecanismos innatos o adquiridos ante la fortísima presión ambiental que se soporta en la élite. Ah, y por alusiones (Sócrates y Aristóteles), salta a la vista que están dotados de moral y se desenvuelven con educación por el mundo.

Marc Guiu, rodeado de los jóvenes Gavi, Yamal, Balde y Ferran Torres, celebra su tanto el Athletic, el pasado domingo

Marc Guiu, rodeado de los jóvenes Gavi, Lamine Yamal, Balde y Ferran Torres, celebra su tanto ante el Athletic, el pasado domingo

Joan Monfort/AP

En el Barça esa tendencia a la consolidación anticipada de los jóvenes es una realidad. Del gran Calderé debutando en el primer equipo ya alopécico y con bigote en los años 80 se ha pasado a una aceleración extrema del proceso de maduración, con Lamine Yamal estrenándose con 15 años o Marc Guiu marcando con 17 a los 23 segundos de pisar un campo de Primera. Luego están Balde, Fermín o Gavi...

A mí, a los jóvenes, no me sale criticarlos, sino más bien admirarlos y, obviamente, envidiarlos.

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