Ilkay Gündogan, capitán del Manchester City, ha elegido el Barça como destino en la recta final de su condecorada carrera, en la que falta la guinda del Mundial. Cuando Alemania lo ganó en el 2014, el centrocampista de ascendencia turca jugaba en el Borussia Dortmund y se había labrado la excelente reputación que le ha acompañado desde entonces: futbolista inteligente, conector de líneas, astuto para moverse y encontrar espacios, seguro con el balón y con una facilidad innata para desprenderse, alcanzar el área y sorprender a las defensas. El City debe algunos de sus últimos grandes éxitos a este Gündogan finalizador, pero igual de indispensable ha sido su estabilidad para armar y dar continuidad al juego. Una grave lesión de espalda le impidió jugar en el Mundial de Brasil 2014, pero Pep Guardiola, entrenador del Bayern por aquellas fechas, lo tenía entre sus jugadores preferidos en la Bundesliga. Cuando el técnico catalán comenzó en el 2016 su ciclo al frente del City, Gündogan fue su primer fichaje.
Es significativa la decisión de Gündogan en un momento de singular agitación en el mercado futbolístico. El Real Madrid ha fichado al inglés Bellingham por 120 millones de euros, primer gran órdago de la temporada, y Kylian Mbappé ha declarado que su estadía en el PSG concluirá en junio del 2024, un movimiento estratégico que le coloca en una posición de extrema fuerza este verano. O el PSG le traspasa o el próximo año no recibirá un euro. Mbappé quedará libre. ¿Libre para ir adónde? Todas las señales apuntan a que aterrizará en el Real Madrid, pero los próximos meses se anuncian especialmente convulsos. Las ondas tectónicas que ha provocado la inmersión saudí en el circuito profesional del golf empiezan a registrarse en el fútbol.
El Barça no puede competir en el mercado pero Gündogan prueba su fuerza de atracción
Mbappé no jugará la temporada próxima en Arabia Saudí, destino dorado de veteranas estrellas y jugadores que desean cubrirse el riñón con un último gran contrato, sin olvidar al mundillo de intermediarios, entusiasmados con la jugosa veta que les abre el caladero del petróleo. Jorge Mendes tiene una mina enfrente. Comienza a mover jugadores hacia el Medio Oriente, caso del portugués Rubén Neves, que no es un jubilado del fútbol. El mediocentro del Wolverhampton Wanderers tiene 26 años y media carrera por delante. Una o dos temporadas en Arabia Saudí, un fangote de dinero y después ya veremos. Lo que recomiende Mendes en esta novedosa situación mercantil del fútbol.
Gündogan cumplirá 33 años en octubre, una edad perfecta para enrolarse en el lujoso exotismo del fútbol saudí. Guardiola le quería una temporada más en el City. Sabe que se aleja un futbolista ejemplar, uno de esos que ejerce de entrenador antes de serlo. Su silenciosa ascendencia en la plantilla le llevó a la capitanía del equipo. En un futuro que se supone próximo, a Gündogan le espera la dirección de un buen equipo. Su nueva experiencia en el Barça le vendrá de perlas. Cambia al campeón de Europa por un equipo que pretende ocupar el lugar que ha abandonado en los últimos años. El desafío promete.
Gündogan es uno de los jugadores preferidos de Pep Guardiola
Al Barça le falta dinero para combatir con el Madrid o los principales clubs ingleses en el ring del mercado, pero el fichaje de Gündogan demuestra su capacidad de atracción para un cierto tipo de jugador: vigente, capaz de aportar cualidades sustanciales al equipo y sostener el crecimiento del nutrido grupo de jóvenes que han destacado en los dos últimos años. Lewandowski ha cumplido perfectamente con este papel. Ahora le toca a Gündogan, en otra posición, especialmente crítica en el Barça, donde los medios han sido y serán bandera de su modelo futbolístico. En este caso, ambas partes se felicitan: al Barça llega un jugador que sabe latín y Gündogan recala en un equipo sin los recursos del City, pero con un mundo por conquistar.