La Liga del Barça llegó con brillo. Con clase. Con un triunfo rotundo. Con fútbol de autor. La Liga del Barça se certificó por la vía rápida con un manual del juego que quiere Xavi tras otros partidos en los que lo más destacable resultó la eficacia. La Liga blaugrana se selló con una función para retener en la memoria ante un vecino, el Espanyol, que queda en una situación aún más complicada en su lucha por la salvación. El Barcelona se reencontró con el título cuatro temporadas después y con cuatro jornadas por disputar con un encuentro maravilloso, maquillado al final el resultado con un punto de orgullo españolista. La primera Liga de Xavi y la número 27 del club hizo estallar de alegría al barcelonismo, necesitado de buenas noticias y ante un futuro incierto. En su presente le toca celebrar y sobre todo disfrutar de futbolistas como Pedri, Gavi, De Jong o Balde. Un campeón con mayúsculas se coronó en el derbi. El final, con los jugadores del Barça teniendo que huir del césped mientras festejaban en el círculo central ante la invasión de campo de algunos seguidores, resultó vergonzoso y dantesco.
Protagonistas
El Barcelona fue muy superior con un Pedri celestial, un Busquets de cátedra y un Balde sensacional
Porque el partido no tuvo vuelta de hoja. Una superioridad ciclópea. La noche y el día sobre el tapete de Cornellà. La intensidad al Espanyol le duró lo que un caramelo a la puerta de un colegio. En un abrir y cerrar de ojos dejó de husmear la pelota y solo vio pasar aviones. Pedri danzaba con el balón. Busquets sentaba cátedra. De Jong jugaba con la cabeza más levantada que nunca. Gavi sacaba la escoba y tocaba con gracia. Balde era un meteoro por su banda. Y Lewandowski se preparaba para darse un festín.
Vergonzoso
El Espanyol, muy pobre, solo espabiló al final y los ultras invaden el campo para impedir la celebración barcelonista
Ante la entusiasta grada blanquiazul Luis García quiso ser fiel a sus principios y colocó a sus centrocampistas más técnicos, con Melamed, Denis Suárez y Darder. Pero este trío sin la pelota desapareció. Ni podían combinar ni parar físicamente el alud que se les venía encima. Marcó el Barcelona muy pronto, pero aún pudo hacerlo antes, porque Pedri, en posición franca, remató fuera. Fue el aviso de lo que ocurriría. Y ocurrió.
Araújo desplazó el esférico hacia Balde, que superó a un asustado Óscar Gil y centró hacia Lewandowski. El polaco, con la rodilla, abrió el marcador.
El 0-1 dejó temblando y en la lona tanto al Espanyol como a su público. El Barça había entrado en acción como un tiro, con la posesión y sin la misma. Enorme en la presión y clarividente en la distribución, el conjunto de Xavi protagonizaba los mejores minutos en meses ante un impotente Espanyol. El segundo no tardó en llegar.
Tras una jugada elaborada la pelota aterrizó en los pies de Pedri, que aplicó pausa, pensó, detuvo el tiempo y colocó un balón con tino hacia Balde. El lateral se anticipó a Gil y metió su primer gol en la élite. Justo premio a su rendimiento. Su partido estaba siendo impresionante.
El Espanyol no llegaba a tiempo de hacer nada. Ni para crear ni para destruir, y caía en la desesperación colectiva. Era un muñeco en manos de un imperial Barcelona, que seguía y seguía percutiendo con hambre.
No había ninguna duda para entonces. El deseo de cerrar la Liga ya y ante el vecino era descomunal. Si además el Espanyol ponía facilidades pues sólo había un color en el derbi, el del bando barcelonista.
Sólo una buena intervención de Pacheco evitó el tercero de Lewandowski, pero fue de forma momentánea. Porque el polaco lo encontró antes del descanso en una acción fulgurante entre De Jong y Raphinha, que sirvió hacia el corazón del área para la irrupción del ariete.
Primor barcelonista y horror españolista. Para más inri Ter Stegen se sumaba al concierto y desbarataba un remate peligroso de Braithwaite en una parada que resume su excepcional temporada.
Aún restaba la mitad del partido y el Espanyol trató de aplicar un cierto orgullo. Luis García recurrió a Puado y Calero para intentar robustecer la medular pero la pesadilla para sus intereses continuó. Koundé también hizo su primer gol en la Liga tras otro centro medido de De Jong y el público comenzó a marchar en desbandada. Aquello ya era una humillación para un Espanyol que mucho tendrá que espabilar para salvarse. Eso sí al menos supo reducir distancias con un remate en parábola de Puado. En ese tanto medio Barça parecía haberse ido ya de rúa. El Espanyol se animó y la reacción blanquiazul le llevó a maquillar el marcador en el último suspiro con un segundo gol, de Joselu.
Dos mundos se cruzaron. El Barça reina en la Liga. Lo ha merecido de principio a fin.