El 'mexicano' Campenaerts deja a Lazkano sin su día grande
Tour de Francia | 18.ª etapa
El combativo ciclista del Movistar solo puede ser quinto en su sexta escapada de este Tour
La meta está situada en la plaza Aimé Gassier, de donde nace la avenida Porfirio Díaz de Barcelonnette. A principio del siglo XX, el alcalde de la localidad francesa rogó y rogó al presidente mexicano que aceptase que una de las calles con mejores villas llevase su nombre. Finalmente la insistencia, porque muchos paisanos del valles del Ubaye emigraron al país norteamericano, dio sus frutos. Y en la mexicana Barcelonnette gana un ciclista con bigote, Victor Campenaerts. El belga, de 32 años, buen contrarrelojista, ostentó durante tres años, entre 2019 y 2022, el récord de la hora. Lo batió precisamente en México, en el velódromo de Aguascalientes. Así que no suenan mariachis pero casi cuando bate en el sprint a Vercher y Kwiatkowski.
Campenaerts era el único ciclista del Lotto que iba en una escapada numerosísima, con 36 integrantes. No le importó. En cambio, otros equipos con mucha representación no aciertan a definir y rematar.
Nació en junio en Granada
A diferencia del Movistar, que llevaba tres integrantes en la fuga, el belga del Lotto no tenía compañeros pero pudo dedicar la etapa a Gustaaf
Pero es que al belga le acompaña una fuerte motivación, la de su primer hijo, Gustaaf, recién nacido. A nadie le extraña que lo primero que hace tras cruzar la meta es realizar una videollamada con el teléfono a su pareja y llorar cuando ve al bebé. El retoño nació en junio en Granada porque la madre se puso de parto una noche mientras el padre se encontraba en Sierra Nevada en una concentración en altura preparando el Tour.
La insistencia y los sacrificios de Campenaerts le dan la razón. “Correr el Tour es un sueño, finalizarlo otro pero una victoria es con lo que soñamos todos. Ahora veo el cielo azul, ahora veo que sí que tengo futuro en el ciclismo”, se emociona con el triunfo (ya había ganado en el Giro). “Desde diciembre vi que esta etapa podía ser la mía”, confiesa.
Pero solo puede ganar uno. Y en el Movistar se quedan con las ganas. “Hoy (por ayer) puede ser un gran día”, dicen por la mañana en la estructura equipo, donde en el autobús reciben una visita muy especial. La excampeona del mundo, ganadora del Tour, Annemiek van Vleuten se acerca a saludar vestida con un vestido azul claro. La neerlandesa, retirada desde este año, corrió las tres últimas de su increíble carrera con el maillot telefónico. Y su presencia, el recuerdo de tantos éxitos, quiere ser una inspiración.
La ilusión se mantiene cuando Lazkano, Aranburu y Muhlberger, tres, se cuelan en la gran y numerosa escapada del día. Para el vitoriano, supercombativo, es la sexta vez que se mete en fuga en este Tour. El campeón de España repite de la víspera, y es su quinto intento. Pero ni uno ni otro está en la fuga de la fuga cuando el grupo se parte. La insistencia, en su caso, no tiene premio. Compraron mucho boletos pero ninguno fue el de la lotería. Lo que no desalienta a Lazkano, que se tiene que conformar con la quinta posición en Barcelonnette, buenos puntos para el Movistar pero mal regusto. “Lo volveré a intentar. Estamos aquí para dejarlo todo”, promete el alavés, siempre generoso en los esfuerzos mientras otros se dosifican.
La carretera más alta de Francia
En el col de la Bonette espera Vingegaard dejar a cero su desventaja de tres minutos; en Isola 2.000 quiere sentenciar el maillot amarillo Pogacar
Mientras, por detrás, en el pelotón, que rueda a casi un cuarto de hora, el belga Stuyven se dedica a repartir chocolatitos de una bolsa de M&M. El más joven del pelotón, el noruego Kulset, que hizo los veinte en abril, no puede reprimirse y mete la mano para coger algunos. Están llegando a la meta pero tienen la cabeza en otro sitio. Con Barcelonnette rima col de la Bonette, el techo de este Tour, la carretera más alta de Francia, que sube a 2.800 metros, y por donde la carrera solo ha pasado una vez en los últimos 30 años, en el 2008.
Allí Vingegaard espera dar el vuelco a la general, dejar en poco o nada sus tres minutos de desventaja. No piensa rendirse, por insistencia y orgullo. “La carrera no está finiquitada”, asegura el danés, ganador de las dos últimas ediciones. Y un poco más adelante, en Isola 2.000, donde finalizará hoy la etapa y donde estuvo entrenando antes del Tour, quiere ganar Pogacar y sentenciar el maillot amarillo. “Cuando conozco los puertos, disfruto más”, avisa el líder, sin miedo a las tres larguísimas subidas alpinas