Girmay y los nuevos caminos del Tour

Tour de Francia | 8.ª etapa

El velocista eritreo del Intermarché es el primer ciclista en repetir victoria en esta edición

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Biniam Girmay entra triunfal en la meta de Colombey Les Deux Églises 

ANNE-CHRISTINE POUJOULAT / AFP

El ciclismo se expande. Y el Tour, su máximo exponente, se abre también. No puede ser ajeno a los nuevos tiempos que vienen, a los gustos modernos. Y lo que viene pisando fuerte es África. Un continente que ha encontrado una avanzadilla en Biniam Girmay. El velocista eritreo del Intermarché es un excelente embajador para el futuro. Solo tiene 24 años y ha derribado la puerta para entrar, con todo derecho, en la élite. En Turín, en la tercera jornada, el eritreo se convirtió en el primer ciclista negro en ganar una etapa en el Tour, la carrera más importante del calendario. Ya lo había sido en el Giro de Italia, donde venció en el 2022, en Jesi, batiendo a Van der Poel, nada menos. Y antes en una clásica de pavés como la Gante-Wevelgem. No es ninguna casualidad exótica. África, Eritrea y Girmay han llegado para quedarse.Este sábado, Girmay repitió en el Tour, opositando a dominador de los sprints de esta edición, como atestigua el maillot verde que luce.

–Aquí están los mejores. El Tour hay que verlo– le decía de niño su padre, que cada fin de semana de julio le sentaba delante de la televisión para seguir las etapas juntos. Y Girmay miraba e interiorizaba los códigos de la carrera. A él volvió a dedicarle el éxito. A él, y a África.

De vez en cuando, las cámaras enfocaban a Teklehaimanot, un pionero, que en 2017 llegó a llevar el maillot de la montaña, el de los puntos rojos. O a otro compatriota, Merhawi Kudus, que tomó su relevo y disputó hasta nueve grandes vueltas. Ahora, a veces, coincide en el pelotón con Amanuel Ghebreigzabhier, que corre en el Lidl. Ellos abrieron la vía negra.

Pero Girmay la ha instaurado. Ha derribado techos de cristal. A diferencia de todos ellos, más bien ciclistas de puertos de montaña, Girmay es un hombre rápido, explosivo, que disfruta en las llegadas masivas, donde se codea con los mejores. Y vaya si se le da bien.

Porque si en Turín, Philipsen, el de los cuatro triunfos del 2023, no pudo esprintar y en Dijon fue descalificado, en Colombey Les Deux Églises le batió con todas las de la ley. Los dos se emparejaron y mientras al belga se le hacía largo el sprint en pendiente, el eritreo seguía acelerando para cruzar primero la línea de meta.

“Yo prefiero este tipo de sprints, que pican. Si es muy plano hay otros corredores que pesan más que yo y mueven más vatios”, analizó el ganador, que está haciendo historia. “He alcanzado casi todos los objetivos. El primero era ganar una etapa y el segundo era ganar con el maillot verde”, añadió, una clasificación de la regularidad en la que ya tiene más de 100 puntos de ventaja en la clasificación por puntos después del abandono de Mads Pedersen.

El camino negro ha llegado para quedarse, otra cosa son los chemins blancs. Hoy en los alrededores de Troyes, los ciclistas tienen que atravesar 32 kilómetros de sterrato. Son 14 tramos sin asfaltar, de polvo. Cinco de ellos en subida. Algo que la clásica Strade Bianche toscana ha puesto de moda pero que no gusta a todos. “Las grandes vueltas se han vuelto un circo. Ya hay una Strade Bianche y una París-Roubaix y es suficiente”, se quejó Patrick Lefevere, el mánager del Soudal, el equipo de Evenepoel, el segundo de la general.

“Será una etapa nerviosa. Necesitamos estar concentrados desde el principio al final”, vaticinó el líder, Tadej Pogacar, que sabe de lo que habla y puede beneficiarle. En 2024 y 2022 venció en el sterrato Siena. En 2023 se impuso en Jaén, la versión española de los caminos blancos entre olivos.

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