En julio, en el Tour, dejó a todos impresionados, boquiabiertos, rendidos, entre admirados y conmovidos, con un ataque en el Col de Romme, a 32 kilómetros de la meta de Le Grand Bornand. Soltó a todos los rivales. Ahí se enfundó el amarillo y ya no lo soltó hasta París. Pero Tadej Pogacar es una caja llena de sorpresas. Siempre puede superarse. Cuando se sabe el más fuerte, siempre da espectáculo. En la Strade Bianche se fue solo a falta de 50 km para el final. Se marchó a por un triunfo enorme entre los viñedos y las colinas de la Toscana.
Nunca un ganador del Tour había vencido en la Piazza del Campo de Siena. La carrera, la primera gran clásica, la han hecho grandes los Cancellara, Gilbert, Kwiatkowski, Alaphillipe, Van Aert y Van der Poel, ciclistas de un día. A su lado se situó el esloveno, empeñado en ser temible en cualquier terreno, disciplina y día del año.
Temible en cualquier terreno
Nunca un ganador del Tour había vencido en la Piazza del Campo de Siena en 16 ediciones
A Indurain le llamaron el rey democrático porque no se inmiscuía en batallitas, solo quería el premio gordo. El esloveno remite a otros estilos más canibalesco o aligatórido. El año pasado ya se apuntó la Lieja y Lombardía, dos monumentos.
Con 23 años, Pogacar es un campeón voraz, de los de toda la vida, de los que se hablaba en el pasado, que gana en montaña, en crono, en el desierto de los Emiratos Árabes (ha ganado dos veces la general) y hasta sobre tierra.
Superioridad total
Con 23 años, es un campeón voraz, de los de toda la vida, de los que se hablaba en el pasado, que gana en montaña, en crono y en clásicas
Precisamente aceleró en uno de los 11 tramos del sterrato y nadie le hizo sombra. Fue tan superior que incluso la espectacular subida por Via Santa Catalina quedó deslucida, sin emoción alguna. El ganador se permitió el lujo de chocar la mano con un aficionado antes de empezar la rampa del 16%.
Dos españoles intentaron darle caza. Primero el joven Carlos Rodríguez, dos años menor que Pogacar, que le intentó seguir a medio minuto. Después se amplió a un minuto. El andaluz del Ineos, aguantó 20 km persiguiendo. Hasta que el pelotón le cazó.
El segundo puesto
El murciano, que ya había sido tercero en 2014 y 2015, mejoró su puesto en el podio y felicitó con un abrazo al ganador
Después arrancó Alejandro Valverde, el veterano incombustible, que alcanzó a Asgreen, el compañero del Alaphilippe que tomó la capitanía después de la terrible caída de su líder, que dio una vuelta de campana y aún así quiso seguir en carrera.
El murciano, que ya había sido tercero en 2014 y 2015, se mejoró a si mismo. Entró en meta saludando, feliz y satisfecho. Lo primero que hizo fue ir a abrazar y felicitar a Pogacar, el único que le batió. “Mi energía iba bajando. En las últimas subidas he sufrido”, admitió en meta el esloveno, que se tuvo que sentar en el suelo para recuperar el aliento después de una exhibición memorable.