Santi Segú: "Y vi llorar a mi padre"

Vuelta y Vuelta

Aunque superó afecciones de corazón y trabas burocráticas, Santi Segú no logró entrar en el pelotón profesional

Santi Segú:

Santi Segú, con el póster familiar: en el cartel aparece de amarillo, y junto a él su padre, sus tíos y su hermano, abajo de verde 

César Rangel

O te dejas hoy los huevos en la carretera,

o no vuelves a subir al autobús

Juan Antonio Flecha, a Steve Cummings

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–Y un día, vi llorar a mi padre –me dice Santi Segú (43).

Y se le quiebra la voz.

(...)

Estamos en la trastienda de Bicicletes Segú, en Les Franqueses. Contemplamos el póster familiar, la imagen que capta César Rangel, el fotógrafo.

Aparece Santi Segú, de amarillo, en 2001, cuando lideraba la Copa de España amateur. Y su tío Sebastià, pedaleando encorvado. Y en la imagen de enmedio a la derecha, con el coche de control detrás, su tío Josep Segú.

–Mi tío Josep llegó lejos. Fue segundo en la Vuelta a España de 1959, tras Antonio Suárez. Corrió en el Kas. Y ayudó a Bahamontes a ganar el Tour de aquel año.

Debajo, su hermano mayor, Ernest, ganando de verde.

Y al lado de Santi Segú, su padre, también Santi: sería profesional durante un año, en el Coelima portugués

–Durante años, formamos parte del sueño de mi padre. Pero yo no llegué a profesional. Y él, toda esa frustración la llevaba dentro –me cuenta.

Santi Segú, en su tienda de bicicletas en Les Franqueses del Vallès

Santi Segú, en su tienda de bicicletas en Les Franqueses del Vallès 

César Rangel

–¿Y entonces?

–Me retiré a los 24 años.

–¡Muy joven...! –observo.

–Para entonces, ya entendía que no iba a conseguirlo.

–¿Por qué?

–En ciclismo, hay algunos muy buenos y otros que pujan por entrar en los grandes equipos. Nosotros habíamos pujado, aunque no lo suficiente.

A la hora de dar el salto a profesionales, había que pujar. O te ayudaban los patrocinadores, o te ayudaba la familia"

Santi SegúEx ciclista

–¿...?

–De amateur, yo ganaba cosas. Me peleaba con Valverde, o con Hesjedal, o con Ivan Basso, o con Flecha. Fui al Mundial júnior de 1995. Pero a la hora de dar el salto, había que pujar. O te ayudaban los patrocinadores, o te ayudaba la familia. Yo lo supe más tarde, pero mis padres habían ofrecido 1,5 millones de pesetas (9.000 euros) al Costa de Almería. El director del equipo anunció que iba a ficharme, y entonces apareció otro amateur con menos palmarés cuyos patrocinadores ponían 21.000. Él entró y yo, no.

–¿Y...?

–Me puse a compartir turnos con el camión de mi padre. Él conducía por las mañanas y yo, por las tardes. Transportábamos áridos para hormigón. Era el boom de la construcción. Teníamos trabajo a granel.

(...)

–Llegar hasta aquí no había sido fácil. A los 15 años, yo había sufrido terribles problemas de corazón –me cuenta ahora.

–¿Qué le ocurría?

–Cuando me movía entre las 170 y las 190 pulsaciones, el corazón se bloqueaba. Bajaba a 90 latidos. Sentía que me ahogaba, el dolor en brazos y piernas era insoportable. Apenas podía dar pedales. Pasaba así alrededor de veinte segundos. Perdía contacto con el pelotón y luego tenía que volver a entrar. A veces, los bloqueos se repetían. El doctor Ricard Serra Grima me dijo que dejara la bicicleta por un año.

–¿Y...?

–Le obedecí. Yo estaba aterrorizado. Tuvo que tratarme una psicóloga. Al año y medio volví a probar. No pasó nada. ¡El problema se había ido!

–¿Y nunca más?

–Nunca más. Serra Grima no ha visto nada igual. Aún me controla. Hace quince días pasé una prueba de esfuerzo. Me salió todo normal, como siempre. Ya lo ve...

(...)

–Cuando pasé a conducir el camión, el ciclismo se convirtió en un tema tabú en casa –me dice ahora.

La familia dejó de ver la Vuelta, el Tour o el Giro. 

Se apagaron las conversaciones de sobremesa.

Se habían roto los sueños.

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–Y luego, mi hermana conoció a Andrey Amador, se enamoraron, Amador vino a vivir a La Garriga, ¡y todo cambió!

–¿Volvió el ciclismo?

–Mi padre volvió a ser feliz. En vez de un hijo ciclista, tendría un yerno ciclista. Una vez, en 2012, Amador se apuntó la etapa de montaña que acababa en Cervinia. Y entonces fue cuando vi llorar a mi padre...

Santi Segú: "Y vi llorar a mi padre" Video

Estamos en el instante que abre el relato.

A Santi Segú se le quiebra la voz.

Pero sigue hablando:

–Aquello es lo que quería mi padre. Justo aquello. Andrey Amador nos había reconciliado con el ciclismo: ahora montamos la caravana y nos vamos a ver el Tour en los Pirineos. En 2019 estuvimos en el Tourmalet.

–¿Y su tienda de bicicletas?

–La había montado en 2006, cuando me harté del camión. Menudo disgusto se llevó mi padre. Me decía: ‘Nunca ganarás tanto como con el camión’.

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–¿Y usted?

–Le contesté: ‘Con tanto conducir, no tengo tiempo ni para gastármelo...’.

–¿Y le va bien?

–Mire aquí.

Me muestra el taller.

Santi Segú, en su taller de bicicletas

Santi Segú, en su taller de bicicletas 

César Rangel

Hay decenas de bicicletas reparadas, listas para la entrega. Los clientes van desfilando.

En un rincón, distingo un modelo para niños. Hay un nombre en el cuadro: Santi Segú.

–¿Y esa bicicleta?

–Se la he restaurado a mi hijo Santi. Pero tanto él como mi otro hijo, Pau, serán ciclistas únicamente si me lo piden...

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