La gran estafa de la NBA

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La gran estafa de la NBA
Corresponsal en Nueva York

Siempre resulta divertido escuchar y ver la pose de Charles Barkley comentando partidos de la NBA. Es un Pepito Grillo.

Tal vez –tal vez no, seguro– esa sensación de felicidad se halla en este caso particular bajo la influencia de la nostalgia por aquel verano del 92, cuando Barkley, una de las grandes estrellas del Dream Team, trasegaba cerveza en la plaza Reial de Barcelona con un sonrisa y una simpatía muchos mayores que su gigantesca humanidad.

Ha llovido mucho desde aquellos Juegos Olímpicos y la NBA ha perdido buena parte de su encanto. Las audiencias cada vez van a menos, fenómeno inversamente proporcional a la competición universitaria, donde se juega al baloncesto de verdad, sin aditivos ni colorantes. Una práctica de carne y hueso, no de cartón piedra en que se ha transformado la liga profesional, supuestamente la mejor del mundo. No hace falta recordar lo mal que va el mundo.

“No soy un modelo a seguir. El hecho de que haga mates en el baloncesto no significa que deba criar a tus hijos”, confesó Barkley en uno de sus momentos de humildad, que los combina con exaltaciones de su personalidad.

Su frase, sin embargo, describe bien el espectáculo vacío en que se ha convertido la NBA. El declive ya era más que evidente, pero la crisis provocada por el trueque entre los Mavericks de Dallas y los Lakers de Los Ángeles causa sonrojo. Es la más pura evidencia de que se va en contra de los seguidores, porque las franquicias tienen propietarios a los que los colores les importan nada, salvo si es el color de los dólares.

Los aficionados de Dallas estaban felices. Tenían en sus filas a una estrella de 25 años como Luka Doncic, y la proyección de ser uno de los más grandes. Tras años de travesía del desierto, volvían a soñar a lo grande. La temporada pasada jugaron la final y, aunque no iban bien del todo este curso (tampoco lo fueron en la anterior edición), confiaban en Doncic. De la noche a la mañana (los crímenes más abyectos se comenten en la oscuridad), Doncic era jugador de los Lakers, para sorpresa de los fans, del entrenador y del propio jugador que no se lo podía creer. “No entiendo por qué tomaron esta decisión”, dijo.

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Anthony Davis

LM Otero / Ap-LaPresse

En Dallas aterrizó Anthony Davis, veterano de 31 años que, para más inri, se lesionó para largo en su debut. Esa noche, los que protestaban por ese cambio de cromos, que es lo que son para los mandatarios, fueron expulsados.

Este fin de semana hubo descanso porque se jugó el partido de las estrellas, que es al baloncesto lo que la banda de El Empastre al toreo.

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