Amaya Valdemoro, una gran dama jugaba al baloncesto

Vuelta y Vuelta

“El momento debía llegar”, dice la primera estrella que dio la disciplina en España

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Amaya Valdemoro, en los premios Laureus de Berlín 2020

Laureus

No soy la próxima Usain Bolt o Michael Phelps; soy la primera Simone Biles

Simone Biles

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–Hablemos ahora, que luego...

Son las nueve de la mañana y Amaya Valdemoro (43) tiene prisa.

En cuanto colguemos, me dice, la esperan un Twitter Live, una videollamada para hablar de la NBA, cuyo inicio asoma en el horizonte, y otra grabación para la Liga Endesa, que acaba de finalizar.

De fondo, todavía asoman más entrevistas: Amaya Valdemoro es una embajadora de Betfair.

–Ya lo ve, mi vida es un jaleo –resopla.

–¿Y le gusta?

–Me encanta. Me lo paso muy bien. He tenido suerte.

–¿No se ha buscado usted esa suerte?

–No lo sé. De cría me formé para ser deportista. Ha sido a cuenta de aquello que me ha llegado esto.

–¿...?

Tal y como dejé el baloncesto (2013), me llamaron. No estaba en el guion, pero...

–¿Y no le costó decir que sí? Mire que eso de hablar en público no le gusta a todo el mundo...

–Me costó cero. Soy bastante atrevida. Esto no es fácil, porque la gente siente mucho el deporte y puede haber quien esté en desacuerdo con alguno de mis comentarios. Intento ser imparcial.

–¿Y cómo se prepara?

–Hombre, al principio me costaba más. Controlaba al Barça, el Madrid, el Baskonia, el Unicaja, los grandes equipos... Aquello era poca cosa y encima siempre ha habido muchas rotaciones de americanos. Hay que estudiar. Aprender nombres, memorizarlos, saber cómo juegan.

–Repito, ¿cómo se prepara?

–Buceo en Internet. Busco vídeos, noticias. Ahora, quien no sabe de algo es porque no quiere. También cuento con el boca a oreja. Tengo un amplio círculo relacionado con el baloncesto. Y no me corto: voy y pregunto.

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Amaya Valdemoro

BETFAIR

–¿Y aún juega al baloncesto, quiero decir de vez en cuando?

–Bueno, no...

Amaya Valdemoro dice que ha sufrido muchas lesiones a lo largo de su vida. Y que hoy se ve mal de forma.

Entrenar y jugar y verme fatal no me gusta.

–Tampoco hay que ir siempre a tope –le comento.

–Soy perfeccionista. Cuando hago las cosas, las hago para ganar. Y ahora mi cuerpo está viejo. Desde que me retiré habré jugado tres o cuatro veces. Hago algún tiro, poco más. Prefiero meterme en el gimnasio.

–¿Y cómo se había iniciado en el baloncesto?

Amaya Valdemoro, posiblemente la mejor baloncestista que ha dado nuestro país (ganó tres anillos de la WNBA), dice que viene del atletismo. Era una niña y corría crosses y carreras en pista en el CAP Alcobendas, a un paso de su casa.

También dice que el atletismo le gustaba, pero que un día había ido a ver un partido de baloncesto de su hermana (cuatro años mayor), y allí se descubrió a sí misma.

Tenía trece años.

Físicamente era mejor que las demás; el atletismo me había preparado. Y me encantaba la dinámica de equipo”

Amaya ValdemoroEx estrella del baloncesto y comentarista

Una amiga me llevó al Tintoretto, para una prueba. Aquello me flipó.

–¿Y qué tal se le daba?

–Físicamente era mejor que las demás: el atletismo me había preparado. Y me encantaba la dinámica de equipo, no la individualidad que había en el otro deporte.

–Y no volvió al atletismo.

–A los quince años ya debutaba en Primera División.

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Amaya Valdemoro, en 2007, en su época en el Volga Burmash ruso

–Era una cría...

–Con catorce años me estaba yendo a Salamanca. Jugué en el Universidad. Cumplí los quince mientras nos disputábamos el ascenso a División de Honor. Al curso siguiente saltaba al Dorna Godella. Ya era una profesional del baloncesto.

–Con todo aquello, no hubo manera de estudiar nada –le comento.

–Tuve que dejar la carrera de Magisterio en Segundo. Me pasaba el tiempo viajando. La vida no me daba para tanto.

–Y con usted se alumbró la primera gran generación de mujeres del baloncesto...

Este febrero, Amaya Valdemoro y Marta Fernández se subían a un escenario en Berlín. Recogían un premio Laureus, los Oscar del deporte. Se galardonaba al baloncesto español, tanto al masculino como al femenino. Ambas vestían de gala. En la alfombra roja, atendían a las cámaras y firmaban en el mural. Eran estrellas.

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Amaya Valdemoro, en 1995, en sus primeros años con la selección española

FEDERACION ESPAÑOLA DE BALONCESTO

Desde 1993, el baloncesto femenino ha recogido una plata olímpica (2016), tres medallas mundiales y cuatro oros europeos. Salvo en 2011, nunca se ha bajado de un gran podio.

–En mi época, era difícil de imaginar que llegaríamos a donde hemos llegado. Entonces formamos un primer equipazo y de allí salieron las nuevas generaciones.

–¿Y se siente reconocida por la prensa?

–Tal vez falte más reconocimiento en el día a día, pero creo que estamos en el camino correcto. Lo que pasa es que siempre se quiere un poco más. Seguro que los nadadores o los atletas piden lo mismo, ¿por qué no un poco más de presencia en los telediarios? El fútbol acapara demasiado.

–Y el deporte masculino...

–Teníamos que llegar y ya estamos. Pero vamos retrasados. Como con el machismo, o con la educación.

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