El Real Madrid de Tavares finiquita el proyecto del Barça en Kaunas

Barça, 66 - Real Madrid, 78

Los blancos jugarán la final de la Euroliga tras superar a un rival negado

'El fracaso de Mirotic', por Juan Bautista Martínez

Mirotic: “Es el peor día de mi carrera”

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Mirotic no estuvo a la altura

Enric Fontcuberta / EFE

No nació el Barça para la Euroliga, una realidad con la que año tras año chocan de bruces los azulgrana. Dos títulos decoran su museo y nadie se los quitará nunca, pero su leyenda negra en la máxima competición continental supera con creces sus éxitos. Después de 17 final fours y una final de la Copa de Europa su bagaje no está a la altura. Kaunas asistió este viernes a una nueva demostración de una verdad tan cierta como que la Tierra es redonda. Un Real Madrid sin Yabusele, sin Poirier, sin Deck y sin Alocén acabó paseándose ante un Barça al que se le apagaron las luces en la segunda mitad de manera incomprensible... o no tanto, porque la Euroliga no es para ellos.

Ya le costó un mundo entrar en el partido al Barça, algo nervioso a orillas del río Nemunas, con el recuerdo de la debacle de Belgrado demasiado fresco que luego pesaría como una losa. Mandó en los Balcanes de hasta 13 puntos (47-34) y lo hizo de 9 en el Báltico (40-31) antes de volver a deshacerse sin que ni el banquillo ni su líder ofrecieran respuesta. Tan señalado queda Jasikevicius como Mirotic, incapaz de encontrar la canasta hasta el minuto 36 de partido. Este proyecto azulgrana tiene la misma pinta que el Nuevo Palau, muy mala.

Mirotic no anotó hasta el minuto 36 mientras un intratable Tavares acumuló 20 puntos y 15 rebotes

Tavares hizo añicos la pintura azulgrana ya desde la primera acción, cimentada una nueva actuación de leyenda: 20 puntos, 15 rebotes y 39 de valoración. Además, la apuesta de Chus Mateo de poner a Ndiaye como sombra de Mirotic fue ganadora. El montenegrino, que llegaba a Kaunas muy afinado, no estuvo a la altura, y es otro al que le pesará mucho lo ocurrido.

Casi tres minutos tardó el Barça en encontrarse con la red merengue. Un inspirado Abrines anotaba un triple para inaugurar la cuenta de los de Jasikevicius, muy arropado en el Zalgirio Arena por sus compatriotas. El lanzamiento del mallorquín fue el inicio de una tormenta de triples del Barça en la primera mitad –los 9 anotados al descanso fueron récord de una final four–, que tras el descanso se tornó en una calma chicha. Pero es que en el primer cuarto el Barça sólo anotó desde lejos del arco. Seis triples. Ninguna canasta de dos y ningún tiro libre. Inaudito y mal augurio.

Esa inspiración exterior, con Kuric como mejor escudero de Abrines, le valió para igualar las fuerzas ante un Madrid con Tavares agigantado. En la banda, Jasikevicius aparentaba cierta tranquilidad, protestando lo justo al trío arbitral y animando más que nunca a sus soldados. Lo que no le gustaba nada al lituano era el criterio a la hora de señalar faltas en ataque al Barça, hasta cuatro sólo en los diez primeros minutos.

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Jasikevicius, sin respuestas

TOMS KALNINS / EFE

Con Mirotic y Laprovittola secos, la irrupción de otro ídolo local como Rokas Jokubaitis le entregó el timón del clásico al Barça. El lituano, que acabó sin dos dientes por un golpe, anotaba las dos primeras canastas más o menos interiores de los suyos y Kuric remataba para el 32-25 (minuto 16). La rigurosidad en las faltas cargó a Sanli y a Vesely con dos ya en el primer cuarto, así que Nnaji actuó de invitado sorpresa a la semifinal. Lo hizo de fábula el nigeriano, el único capaz de detener la sangría de Tavares aunque luego no volvería a pisar la pista.

Un tercer cuarto muy malo condenó a los de Jasikevicius, cuyo futuro en el banquillo queda en entredicho

De regreso a la pista, Vesely ensanchó hasta el 40-31 al borde del descanso, cuando llegó el único enfado de Jasikevicius. Aunque valió por unos cuantos. Sus gritos y sus gestos tras el triple de Llull casi sobre la bocina traspasaron las paredes del majestuoso Zalgirio Arena. Satoransky anotó la canasta de su vida desde su campo instantes después, pero la bocina ya había sonado. Restaba mucho clásico aún en la segunda parte. Y, más, con el recuerdo del Stark Arena, que se acabó repitiendo en Lituania.

Abrines, que había sido el mejor de su equipo, alargó su inspiración con buenas acciones en las dos pinturas pero enseguida cometió su cuarta falta, que le sentó tan mal como a su equipo. Despegó entonces el mejor Madrid y los fantasmas del pasado se comieron al Barça. Un recital de Tavares completó un parcial de 0-15 para el 47-54 favorable a los blancos. Mirotic no aparecía y los triples ya no entraban con tanta facilidad. Temblaban las muñecas. 

Mateo olió sangre y recurrió a la vieja guardia. Con Rudy, Llull y, sobre todo, Sergio Rodríguez en pista abrochó la final. Sólo la inspiración de Laprovittola pareció plantear algo de batalla. Pero la irrupción el Chacho la frenó de golpe. El héroe blanco en el quinto ante el Partizan anotó nueve puntos seguidos y despejó las dudas.

Lejos de ajustarse, el marcador del Zalgirio Arena fue tiñéndose de blanco poco a poco. Hezonja se unía al festival de Tavares y no había jugador en el Barça capaz de asumir el mando y poner un poco de calma en su equipo. La final se había escapado. Este Barça se ha acabado.

Ficha técnica

66 - Barça (18+24+13+11): Satoransky (7), Laprovittola (12), Abrines (16), Mirotic (3), Sanli (0) -cinco inicial-, Vesely (4), Kuric (11), Kalinic (6), Sergi Martínez (0), Jokubaitis (6) y Nnaji (1).

78 - Real Madrid (18+18+22+20): Williams-Goss (10), Musa (7), Hanga (0), Ndiaye (2), Tavares (20) -cinco inicial-, Sergio Rodríguez (12), Hezonja (14), Rudy Fernández (2), Randolph (6), Causer (0) y Llull (5).

Árbitros: Pukl (SLO), Mogulkoc (TUR), Difallah (FRA). Eliminado: Sanli (min. 38).

Incidencias: Asistieron al encuentro unos 15.400 espectadores en la segunda semifinal de la Euroliga disputada en el Zalgirio Arena.

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