El Dakar mordaza: las prohibiciones en el rally
Los vetos de Arabia Saudí
Por primera vez en sus 42 ediciones, el mítico rally pisa Arabia Saudí y fija ‘recomendaciones’ a los participantes
Si a Fernando Alonso , el gran atractivo deportivo del Dakar 2020 , se le ocurriese celebrar efusivamente su primera victoria de etapa en el mítico rally, debería abstenerse de besar a su copiloto, Marc Coma, o de realizar gestos obscenos, so pena de multa, amonestación o cárcel. No es broma. Aunque es improbable que el asturiano reaccione más allá de la austeridad habitual, él y los más de 500 participantes del Dakar 2020 están advertidos de una serie de limitaciones a su libertad individual. Es el precio que pagar por correr en Arabia Saudí.
Un negocio redondo
La ASO buscaba un territorio estable, seguro y diverso para las especiales, además de bien surtido de cartera: Arabia Saudí le garantiza 15 millones anuales por 5 años
Por primera vez en sus 42 ediciones, el Rally Dakar ha establecido una serie de recomendaciones y ruegos a los participantes –así se les fija por escrito– para que adecúen su comportamiento al sistema normativo y la cultura del país anfitrión: Arabia Saudí. Un reino autoritario, regido por la ley islámica, que encabeza los rankings de vulneración de derechos humanos y de la mujer.
De este modo, al poco de formalizarse las inscripciones y presentarse el recorrido, los participantes recibieron una “guía práctica” elaborada por la Autoridad General del Deporte saudí y la organización del rally, la empresa francesa ASO (Amaury Sport Organisation). “Nos han pasado un folio de normas”, reaccionó un veterano dakariano, que se quedó estupefacto por todo lo que les aconsejaban.
Abre la guía práctica una introducción sobre el país, una breve descripción de su sistema administrativo, la geografía y la sociedad. Y en el punto 4, bajo el epígrafe “Vida local”, se referencian las “Restricciones relativas al alcohol, las drogas y la carne de cerdo”, cuya “importación y consumo están terminantemente prohibidos y pueden ser objeto de un proceso judicial, de arresto y duras penas, incluida la pena de muerte”. Avisados quedan.
Larga lista de prohibiciones
Drogas, alcohol, carne de cerdo y pornografía están terminantemente prohibidos y penados –incluso con pena de muerte–, y la vestimenta, controlada
Prosiguen las advertencias sobre sexualidad: “Todo producto cultural importado (DVD, revistas, libros...) deberá ser compatible con las leyes locales de decencia (ningún contenido explícito)”, se avisa a los participantes. Y de manera explícita: “Queda terminantemente prohibido todo contenido pornográfico o erótico del tipo que sea”.
La vestimenta tampoco escapa a las limitaciones, aunque de un modo más laxo. “En el campamento todo se dulcifica: podremos ir en pantalón corto, las mujeres no tendrán que ir cubriéndose... La organización nos ha dicho que no nos asustemos”, comenta el copiloto José Luis Criado, del KH-7 Epsilon. Aunque la ASO estipula claramente: “Se ruega tanto a hombres como a mujeres vestir con recato público, de acuerdo con las costumbres locales, evitando ropa ajustada o con palabras o imágenes vulgares”. Lo mismo para los tatuajes, que “se tolerarán dentro de lo razonable (sic), que no muestren imágenes o frases explícitas”. Y para las mujeres: “Deberán llevar los hombros y rodillas tapados en público; recomendamos llevar abaya (vestido parecido a una bata) fuera del vivac”.
Una oportunidad de apertura
“Soy positivo: a pesar de que es una dictadura que detesto, ir allí puede ser un primer paso para dulcificar el régimen”, reflexiona José Luis Criado, copiloto del camión KH-7 Epsilon
Dado que en Arabia Saudí se persigue la homosexualidad (penada con lapidación), a los participantes del rally se les advierte que “las demostraciones públicas de afecto pueden ir en contra de la decencia pública y ser objeto de detenciones; se aconseja la máxima discreción”. Aunque se permitirá compartir habitaciones de hotel a hombres y a mujeres, incluso a parejas no casadas (no así en Qatar), se “recomienda evitar demostraciones de afecto en público”. Por lo que Stéphane Peterhansel deberá abstenerse de besar a su mujer y copiloto Andrea Meyer, o la zamorana Sara García, de abrazarse a su novio Javier Vega.
“Habrá que acatar sus normas”, admite resignada García. “Veo lógico que quieran imponer su cultura, están en su casa. Nada me parece tan excesivo: si no se puede beber alcohol, ni me va ni me viene; no poder ir en pantalón corto o tirantes, tampoco hará falta por la temperatura; lo que más me duele es no poder comer jamón, pero ya haremos acopio en Navidad...”, dice la piloto de motos. “Lo único que veo exagerado es no poder mostrar cariño en público; si quieren abrirse al mundo tendrán que ser más flexibles”.
Resignación de los participantes
“Habrá que acatar sus normas... pero veo excesivo no poder mostrar cariño en público”, dice la piloto de motos Sara García
Para Criado, que habrá pisado los tres continentes con el Dakar, la visita del rally a Arabia Saudí “puede ser una ventana al mundo que puede dulcificar el régimen”, igual que ocurrió en 1992 cuando el Dakar finalizó en Ciudad del Cabo en pleno apartheid. “Soy positivo: a pesar de que es una dictadura que detesto, sin igualdad de ningún tipo, que trata mal a su gente, ir allí puede ser un primer paso para subir hasta el monte. ¿Que prohíben beber cerveza? Alguna caerá... La organización nos da vino y cerveza en las comidas, y eso se mantendrá; seguro”.
Para la ASO, la entrada del rally en Arabia Saudí es un negocio redondo después de 11 años de negociaciones complicadas con los gobiernos sudamericanos. El reino suní les asegura un contrato de 15 millones de euros anuales por 5 años. Está todo dicho. “Es un nuevo país, un nuevo desafío para todos”, dice David Castera, nuevo director del rally. “Nos han dado muchas garantías del país, sabemos que hay una voluntad de apertura. El Dakar no es el primero en ir a Arabia, ya fueron otros antes, como la Fórmula E, la Supercopa italiana (y en enero la española); se quieren abrir y dar a conocer al mundo a través de eventos deportivos”, justifica Castera, que encaja la limitación a las mujeres (pilotos, asistencia, organización): “Lo único que les piden es cubrirse piernas y brazos, pero pueden vestirse normalmente”.