El Liverpool regresó al Wanda Metropolitano después de levantar la Champions League la temporada pasada para enfrentarse al Atlético de Madrid en la ida de octavos de final. Al líder de la Premier League le tocó sufrir en la primera parte, sobre todo tras el gol de Saúl Ñíguez en los primeros compases del partido al aprovecharse de un rechazo dentro del área para superar a Alisson.
El equipo de Simeone gozó de varias ocasiones a la contra para ampliar la ventaja, pero con el paso de los minutos el Liverpool encerró al equipo madrileño. Pese a ello, los ingleses podían haberse marchado al vestuario mucho peor si el árbitro hubiera expulsado a Sadio Mané por golpear con el brazo la cara de Sime Vrsaljko. Esa acción en el minuto hubiera supuesto la segunda tarjeta amarilla para el senegalés, pero el polaco Marciniak decidió no amonestarle ante el enfado y las protestas de los rojiblancos.
El senegalés había visto amarilla pocos minutos antes
Se jugó la expulsión Mané, quien había visto la primera amarilla por soltar el brazo precisamente a Vrsalijko en el minuto 41. El atacante red se quejó instantes antes de un agarrón del lateral croata dentro del área. Ni el árbitro ni el VAR vieron nada punible. Todavía sin el estado físico óptimo, fue sustituido tras la reanudación por Origi.