“¡Que te arranco la cabeza!”

El clasicómano

En 1996, Jesús Gil superó todos los límites en una trifulca televisada con el Compostela

JESUS GIL EN EL PALCO DEL ATLÉTICO DE MADRID

Sin freno.Jesús Gil presidió el Atlético de 1987 a 2003; lo llevó al doblete Liga-Copa, pero también a Segunda

Dani Duch / archivo

Jesús Gil (1933-2004) llegó a la presidencia del Atlético de Madrid en 1987, tras unas elecciones en las que tuvo enfrente al empresario Salvador Santos Campano y nada menos que a dos exministros, Agustín Cotorruelo y Enrique Sánchez de León. Mientras este último pedía “el voto serio” y los otros dos hablaban de fomentar la participación, Gil sabía muy bien dónde se movía: presentó a Paulo Futre como fichaje, acudió a votar acompañado del crack portugués y ganó con claridad, tras un recuento que se alargó hasta las seis de la mañana. Gil, personaje camorrista, de insulto fácil, pendenciero y bravucón no tardó ni unas horas en lanzar el primer aviso de su mandato presidencial: “Que se prepare el del pelo blanco” (en referencia a Ramón Mendoza, presidente del Real Madrid).

Gil dirigió el club colchonero hasta el 2003, con dos campañas especiales. En 1996, con Antic en el banquillo, el Atlético conquistó la Liga y la Copa, un doblete jamás logrado antes (ni después) por el club. Como contrapunto, en el 2000 se consumó el descenso a Segunda, una categoría que el Aleti no pisaba desde 1934. Pasó dos años en el retrete, como cantó Sabina. En 16 temporadas tuvo 38 entrenadores, seis solo en la 1993-1994.

El presidente atlético cargó el puño derecho y lo estampó en la cara del gerente del club gallego

Impulsado por la popularidad futbolística, Gil alcanzó la alcaldía de Marbella en 1991 y se mantuvo en el cargo hasta el 2002 con tres mayorías absolutas de su partido, el Grupo Independiente Liberal, o sea, el GIL. En los dos ámbitos, político y deportivo, acumuló causas judiciales, en una biografía que ya venía manchada desde 1969, cuando se derrumbó un comedor de la urbanización de Los Ángeles de San Rafael de la que era promotor y propietario, y causó la muerte de 58 personas. Condenado a cinco años de cárcel, cumplió 18 meses al beneficiarse de un indulto de Franco. Fue el primero de sus tres ingresos en prisión.

Del paso de Gil por la presidencia atlética quedó también un enorme escándalo, filmado por cámaras de televisión para mayor bochorno, cuando tuvo un enfrentamiento barriobajero con el presidente (Manuel Caneda) y el gerente (José González Fidalgo) del Compostela, entonces equipo de la élite. Fue en su gran año, 1996, y aproximadamente por estas fechas. Los clubs de Primera estaban divididos por el nuevo contrato con las televisiones y el Compostela era uno de los cuatro (con Valencia, Tenerife y Deportivo) que iban por libre. El 8 de marzo se había convocado una asamblea en la sede de la Liga de Fútbol Profesional. Gil, según se supo después, preguntó si ya había llegado Caneda y, cuando le dijeron que aún no, se alejó para esperarle y provocar el encontronazo en las puertas de la LFP. Iba acompañado de dos guardaespaldas, se encaró con los dirigentes gallegos y la pelea dialéctica subió de tono hasta llegar al histórico puñetazo de Gil al rostro de Fidalgo.

El cabreo descontrolado del presidente atlético arrancaba de unas acusaciones sobre Marbella. “Como vuelvas a mencionar el nombre de Marbella te arranco la cabeza, eres un hijo de puta y un carroñero”, lanzó Gil. Caneda había declarado días antes que no se explicaba cómo los habitantes de Marbella podían mantener a alguien como Gil al frente de la alcaldía. Las hostilidades se centraron en Fidalgo, que iba replicando los exabruptos diciendo: “Exactamente lo mismo, te digo exactamente lo mismo”. Luego Gil soltó “sois unos chorizos” y Fidalgo respondió “y tú un hijo de puta”. Ahí se acabaron las palabras: Gil cargó el puño derecho y lo estampó en la cara del gerente compostelano.

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La escena arrabalera prosiguió (en total, las cámaras filmaron casi cinco minutos) mientras la comitiva atravesaba las puertas de la LFP y se dirigía a la sala de reuniones. Más insultos, trompicones y Fidalgo preguntando que quiénes eran esos que le iban empujando, refiriéndose a los guardaespaldas de Gil. Más tarde, sobre las dotes pugilísticas de Gil, Fidalgo tiró de ironía: “Es muy obeso, tiene la pegada muy corta”. Asusta pensar, en tiempos de redes sociales, cómo habrían circulado las imágenes y los inevitables memes.

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