El comunicado enviado a la Federación Española de Fútbol con copia al CSD es la culminación del delirio en el que vive instalado el Real Madrid desde hace demasiado tiempo. Los tres folios y medio de protesta, firmados por el secretario de la directiva del club madridista obviamente al dictado del presidente Florentino Pérez, confirman la deriva paranoide de una institución gigantesca y ganadora que dice sentirse perseguida por los árbitros, una paradoja que solo el forofismo más radical puede dar por cuerda. El asunto tendría gracia si no fuera porque un club de tal importancia debe medir sus pasos y regirse con cierta ejemplaridad, más que nada por la peligrosa repercusión que pueden tener sus actos. Hablamos de coacción a los árbitros. De generar una excesiva tensión en los estadios. De un derbi este mismo sábado.
En el comunicado se acusa a los árbitros de auténticas barbaridades a través de un tono que eleva al fútbol a una cuestión de Estado, distorsionando su trascendencia, apartándola del ocio para convertirla en núcleo de nuestras vidas. Es la clave de toda infantilización. El populismo para compactar a tus fieles, alimentado por los medios afines (ojo, no solo oficiales), mezclado con el fanatismo. Los árbitros, pintados como si militaran en una secta de aniquilación, han “sobrepasado cualquier margen de error humano”, están “adulterando y manipulando la competición”, “falsean la realidad”, causan un “perjuicio sistemático”, son parte de un “sistema completamente viciado” y “fraudulento” “evidenciando una actuación que trasciende los errores humanos a la intencionalidad”.
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Mbappé saluda a Ancelotti tras un cambio
El populismo, mezclado con el fanatismo, genera discursos peligrosos
No hay nada de cierto en esta chaladura. Un club perseguido no sería el vigente campeón de Liga, ni el líder de la edición actual, ni llevaría diez penaltis a favor y ninguno en contra, estadística harto improbable y beneficiosa para el equipo al que se pretende hundir.
El Madrid y sus gentes pueden enfadarse como cualquier hijo de vecino ante una decisión perjudicial (sí, era roja a Carlos Romero, como cada semana hay jugadas polémicas que afectan a cualquier equipo), pero es absurdo poner en duda una competición alegando un supuesto complot que nadie, si no es parte de ese madridismo alienado, puede sostener.
Invitémonos a una reflexión: ¿Qué pasaría si cualquier club de España redactara un comunicado acusando a los árbitros de adulterar la competición? Han acertado. Se le sancionaría. A ver si va a resultar que lo que quiere el Madrid es ser tratado distinto a los demás. A ver si va a resultar que el VAR, con todos sus defectos, afecta a todos por igual. Intolerable.