En febrero, los padres de Martita (así llaman las amigas a la criatura) estaban buscándole una salida a la niña pues, a final de curso, su colegio cerraba.
En aquellos días, el colegio Teide tenía mala pinta. La escuela, que está en Viladecans, se encontraba en bancarrota. Se le acumulaban las deudas. Había que repintarla, restablecer paredes, emprender reformas, enfrascarse en un paquete de gastos que ya se había afrontado antes y que, por desgracia, no se podía afrontar ahora.
Los empresarios chinos no solo son pericos: también rescatan proyectos fallidos, como el colegio Teide
¡Quién lo hubiera dicho!
Cuando Martita entró en el colegio, hace ya doce años (la niña empezó en P3, hoy está en 3.º de la ESO), el Teide era el mejor colegio de Viladecans. Se trataba de un concertado coqueto, aupado a la ladera, con generosas vistas sobre la villa, ecologista, catalán laico, pequeño y familiar: una sola línea, 22 alumnos por curso. Pequeño y familiar y muy bonito, pero el ser tan pequeñito iba en su contra. Al mermar las tasas de natalidad (un proceso doloroso que se acentúa año tras año), Ayuntamiento y Generalitat habían ido dándole la espalda: ambos órganos dijeron que el concertado no cumplía el cupo de niños. Dejaron de aportar.
Acorralados, los padres tuvieron que arremangarse. Montaron una cooperativa, se desvivieron. Fue en vano. Las cuentas no salían y las deudas no se saldaban. En febrero, el Teide pensaba cerrar.
Y entonces apareció Ran Liang.
Ran Liang es un joven empresario chino que vio en la crisis del Teide una oportunidad para desarrollar una escuela de fútbol, teniendo como partner el RCDE Barcelona Academy HLK (escuela franquicia del Espanyol).
Y de su mano llegó el maná, el dinero. Y tal y como desembarcó Ran Liang, el Teide mudó el rostro. Se cubrieron las deudas, se pintaron paredes y ventanas, se le puso césped artificial al campo de fútbol, se cambió la instalación de luz, se instaló un ascensor para inválidos. Uniformes gratis para todas las criaturas, entre quienes empezaron a abundar alumnos chinos, estudio del idioma chino como cuarta lengua, hasta 3.º de la ESO. Fuera los móviles. A formar filas en el patio, antes de entrar en clase. Hace un par de semanas hubo una fiesta de inauguración con bailes con dragones chinos y sushi. El fútbol empieza a correr por las venas de la escuela, que va adquiriendo un tono blanquiazul.
Si los niños se apuntan en bloque a la extraescolar de fútbol, la academia se plantea convertir a sus equipos en una suerte de subsección del fútbol perico.
Martita no juega al fútbol, lo suyo es la hípica, pero igual le sale el espíritu oriental y el alma blanquiazul (y ya se sabe que nuestro primer equipo es para siempre).