Biles: una bendición para el olimpismo, una cruz para las rivales

Gimnasia artística | Juegos Olímpicos de París 2024

Estrellas como Rebeca Andrade y Sunisa Lee se difuminan bajo el fulgor de la diosa, que firma su segundo oro, ahora en el concurso general

Simone Biles, of the United States, performs on the floor during the women's artistic gymnastics all-around finals in Bercy Arena at the 2024 Summer Olympics, Thursday, Aug. 1, 2024, in Paris, France. (AP Photo/Charlie Riedel)

Simone Biles vuela y gira sobre sí misma en su maravilloso ejercicio de suelo: los jueces le han concedido 15.066 puntos 

Charlie Riedel / Ap-LaPresse

Tras asarme en Trocadero, tecleando bajo el sol parisino para revivir los éxitos de los marchadores españoles, me tomo una pizza Margarita y una Coca-Cola en el restaurante Cap Bercy, a las puertas del Arena Bercy. Y como buen flaneur, escucho la conversación de los aficionados brasileños que zampan en la mesa contigua.

La artística brasileña es una potencia de alcance universal.

En París ha sido bronce por equipos.

Y tiene a Rebeca Andrade.

Rebeca Andrade (25) es algo así como la Simone Biles brasileña (en la víspera, Gervasio Deferr me había apuntado que Andrade es casi tan buena como Biles: de hecho, en Tokio 2020 la brasileña se había impuesto en salto y había sido plata en el concurso completo, tras Sunisa Lee).

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Andrade es casi tan buena como Biles. Pero no es Biles. Y por eso, los brasileños se lamentan:

–Si no fuera por Biles, Rebeca estaría en la cima del mundo.

Y esa es una faena.

Pues compartir una era con una leyenda es un curso de aprendizaje, y también una lacra: todos los focos se los lleva ella, la leyenda, la diosa que le arrebata el oro. Ahora, Biles gana el concurso completo, su segundo título en París.

(Me permito un ejemplo: tantos años más tarde, Nadia Comaneci permanece en el ideario olímpico. La niña de hielo de Montreal’76, la primera gimnasta valorada con un 10, hoy una dama que recorre el Sena en lancha junto a Carl Lewis, Rafael Nadal y Serena Williams, nos habla a todos. Nos dice: “Pasearme por París en estos días me ha permitido cruzarme con muchas jóvenes que me dicen que, en su día, yo las inspiré”).

Pam-pam-pam.

Comaneci golpea con el bastón y luego toma asiento junto a Thomas Bach, el jefe del olimpismo.

Se abre la jornada.

Simone Biles celebra su victoria en el concurso completo, este jueves en París

Simone Biles celebra su victoria en el concurso completo, este jueves en París 

Jamie Squire / GETTY

Simone Biles (27) sale a escena y el Arena Bercy se histeriza, y Rebeca Andrade dice:

–Ya veremos.

La brasileña entra con un Yurchenko, piruetea en el aire y clava la caída. Se va hasta 15.100 puntos.

¡Hay concurso!

Toda la presión, para la diosa. Biles necesita ir aún más lejos. Ahí tienen la respuesta. Firma el Biles II, el Yurchenko con doble mortal carpado, el salto que solo ella es capaz de ejecutar. Ninguna otra dama se atreve con ello. Esa es la respuesta: 15.766 puntos.

Y el palacio se viene abajo.

La reina de su tiempo

La gimnasia jamás olvidará a Biles, líder de su tiempo como en su día lo fueron Comaneci, Produnova o Liukin

¿Y Andrade?

Se viene arriba.

No se rinde. Se crece en las asimétricas, el punto débil de Biles. La brasileña firma una rutina soberbia. Le conceden 14.666 puntos. ¿Y Biles? Aquí sufre: 13.733 puntos. Cae a la tercera plaza: también la supera Kaylia Nemour. En su rutina predilecta, la argelina recibe 15.533.

Mientras la veo untarse las manos con magnesia, me pregunto qué pasará por la mente de Biles.

¿Estará sintiendo la presión?

¿Estará acordándose del twisted de Tokio 2020, aquel momento en el que se le habían desconectado el cuerpo y la mente? ¡Casi le cuesta la carrera deportiva!

No parece agobiada.

Bromea con Sunisa Lee. Ambas se vuelven hacia el público, tanto han pagado muchos de ellos, se han dejado un abanico de dólares para tomar un avión desde Texas, pernoctar en París a precio de oro y fundir la tarjeta, definitivamente, para entrar en el Arena Bercy: ambas se vuelven hacia ellos y les saludan y vocean.

(El escenario se ha tuneado de barras y estrellas).

¿Y Andrade?

Ni se inmuta. Sentada en el banquillo, bosteza. El bostezo le atempera el sistema nervioso.

Permanece sentada, impasible, metida en el combate, toca la barra de equilibrio.

La presión

Al término de la segunda rutina, Andrade le había arrebatado a Biles el liderato; la diosa ni se inmutó

Ahora, Biles va al límite. Piruetea sobre la barra como si le fuera la vida en ello. Despliega tal festival de giros que rinde al jurado: 14.566 puntos.

Andrade siente el peso: 14.133. Pierde el liderato.

Y Nemour se hunde. Arriesga mucho, a punto está de dar con los huesos en el tapiz. Le dan 13.033 puntos. Pierde la lucha del oro: la última rutina es el suelo.

Y ahí, Biles es invencible.

Rebeca Andrade y Simone Biles se abrazan, este jueves en el Arena Bercy

Rebeca Andrade y Simone Biles se abrazan, este jueves en el Arena Bercy 

Morry Gash / AP

Ahora rema con viento a favor. A esas alturas, todas las contrincantes han pasado penurias. Esposito se ha caído en las asimétricas y en el suelo. Saraiva también cae en el suelo. La australiana Pass se ha torcido el tobillo y completa el salto como puede. Biles no falla.

Su cierre en suelo es una oda perfecta. Traza cuatro diagonales en 1m30s. Vuela hacia su segundo oro en París, ahora lo hace en solitario, mientras 30.000 admirados feligreses la contemplamos. Ocho años más tarde, sigue siendo la mejor gimnasta del planeta.

¿Y Andrade?

Se rinde. Aplaude a la diosa. Andrade es plata. Le queda el consuelo de convivir con una diosa. Eso es una bendición y una cruz.

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