Nadal celebra. Nadal salta. Nadal se remueve. Nadal se gana el billete para echarle este lunes (hacia las 14.00 horas) otro pulso a Novak Djokovic en el duelo más repetido de la historia del tenis. Otra batalla más. Pero qué batalla. Otro cruce más. Pero qué cruce. En Roland Garros, sede de partidos para el recuerdo más absoluto entre ambos. Pero sin que sea Roland Garros, sino los Juegos Olímpicos, allá donde Nadal sí que sabe lo que es la miel y Djokovic sobre todo conoce la hiel. Ambos gigantes, los dos jugadores con más títulos del Grand Slam (24 el serbio, 22 el mallorquín) se enfrentarán en segunda ronda, en una cita que nadie querrá perderse. Será impresionante. Eterno. Vintage pero actual. Pasado pero presente.
El manacorense decidió que estaba en condiciones de jugar y después supo sufrir
16 años después de la semifinal de Pekín 2008 en que Nadal batió a Djokovic (qué smash falló Nole) el balcánico anhela revancha. El balear consiguió su pase para cruzarse con el balcánico tras decidir al final participar en el cuadro individual y batir al húngaro Marton Fucsovics, el número 83 del mundo y con el que nunca se había topado. Lo consiguió tras labrarse una trabajada victoria, brillando a ratos y sufriendo por momentos. 6-1, 4-6, 6-4 en 2 horas, 30 minutos.
“No estoy en condiciones de contestar sobre si jugaré o no. Tenemos que ver que es lo mejor para tener más opciones de medallas. A veces más no es más, más es menos”, había dicho en la víspera el manacorense. Pero se ejercitó este domingo a primera hora y se vio en condiciones de saltar a la cancha tras unos días en los que había lucido un vendaje por unas molestias en su muslo derecho.
16 años después de las semifinales de Pekín, Nadal y Djokovic se vuelven a ver las caras en los Juegos
Ya en el doble había demostrado estar motivadísimo y había liderado el tándem con Carlos Alcaraz. Esas sensaciones se confirmaron de inicio ante Fucsovics, que iba de cráneo sin poder contrarrestar el repertorio de Nadal, que movía su golpe de derecha como un ventilador, que se metía en la pista y que levantaba ovación tras ovación de la Philippe Chatrier. Una actuación “revival” en el primer set. Como si no hubiera pasado el tiempo. 6-1 en 31 minutos para el manacorense y los mejores augurios.
Pero el Nadal actual es mucho más humano y terrenal. Le cuesta mantener el ritmo alto durante mucho tiempo y eso se mezcló con el hecho de que el húngaro aumentó la potencia de sus golpes. Enseguida se marchó 3-0 y llegó a dominar por 5-2. Nadal reaccionó y sacó para igualar a cinco pero perdió su servicio y la manga (6-4). A sufrir de nuevo, como en la mayoría de partidos (pocos) que ha disputado este año.
Fucsovics, que no gana un partido desde abril, amenazaba con derribar al icono, que salvó tres bolas de break cuando estaba contra las cuerdas. No solo eso sino que al juego siguiente era Nadal el que rompía el saque del magiar. Volvían los saltos, los puños cerrados y la pasión. Volvía a mandar el español, que ya no perdió el gobierno del encuentro y remató en el tercer punto de partido.
Nadal por partida doble, en individuales y en el tándem con Alcaraz. A vivirlo intensamente.