El cronista recuerda bien la escena. Tres años han pasado.
Aquel era el pabellón Ariake y aquellos eran los Juegos de Tokio, los Juegos de la pandemia. Con el rostro cubierto bajo la máscara, centenares de periodistas –únicos espectadores olímpicos– contemplábamos a Simone Biles (27).
Simone Biles era entonces la diosa de la gimnasia artística, la diosa del deporte en general, pues ya habían desaparecido de escena Usain Bolt y Michael Phelps, sus rivales contemporáneos en el ideario olímpico.
Aquel era el primer día de la gimnasia artística, y aquel era el concurso de la selección estadounidense, y aquella era la primera rotación: ahí va la pequeña Simone Biles, largos brazos, piernas como columnas jónicas. La dama arranca hacia el trampolín de saltos, se eleva y vuela, y esperamos un vuelo maravilloso pero no vuela demasiado. Vuela raso y al caer tuerce el semblante, inclina la mirada y los jueces la puntúan muy bajo, apenas un 13.766, un registro modesto para sus estándares.
(No podemos olvidarlo: hasta entonces ha ganado cuatro oros olímpicos en Río 2016 y seis títulos mundiales; Biles frecuenta los 15.000 puntos).
Simone Biles se retira al banquillo y el equipo técnico estadounidense la envuelve. El corrillo conversa durante unos minutos y, al rato, Biles se marcha. No la veremos más en el resto de la tarde.
Mientras avanzan los concursos, un runrún recorre los pupitres de prensa. Dicen que Simone Biles duda de todo.
–Algo extraño le ha pasado mientras volaba.
–¿Abandonará los Juegos?
–Algo de eso hay.
Ella misma nos lo aclarará ya en el crepúsculo tokiota.
En las entrañas del Ariake, convoca un encuentro multitudinario. La diosa tiene la voz aguda, habla muy deprisa.
Y lanza una palabra:
Yo estuve casada con la gimnasia. Ahora me siento unida a muchas más cosas, la gimnasia es solo una de ellas”
– Twisted.
Hay que aclarar el concepto. El twisted es algo así como el momento en el que la mente y el cuerpo del gimnasta se desincronizan.
Dice:
–Me he desorientado cuando estaba en el aire. No sabía dónde estaba ni qué estaba haciendo. Eso es muy peligroso. Vamos muy deprisa y nos elevamos muy alto.
También dice que siente el peso del mundo sobre sus hombros. Que todos esperan todo de ella. Sufre un ataque de vértigo y ansiedad, necesita reposo, ya veremos si regresa a escena en los días sucesivos. Se encierra en el cuarto en la villa olímpica y renuncia al concurso completo y también a las finales de salto, suelo y barras asimétricas.
Se tumba en el diván, conversa con los psicólogos del equipo estadounidense, se resetea.
Reconstrucción
La diosa de la artística invirtió dos años en resetearse: se casó, fue al psicólogo cada semana, se reconstruyó
Pasan los días. Cuando ya no la esperamos, reaparece. Lo hace en la última jornada de la artística, en la barra de equilibrio: Simone Biles firma un concurso sobrio, sin riesgos, y se aúpa al bronce.
El final feliz matiza una historia amarga.
El mundo del deporte analiza su caso. Simone Biles ha salido más bien que mal, pero se retira por un tiempo. Volvemos a hablar de ella al revisarse el caso Larry Nassar, el médico de las gimnastas estadounidenses cuyos abusos sexuales han sido probados. Durante años, Nassar ha abusado de 240 niñas. Biles es una de ellas. Nassar jamás saldrá de la cárcel.
No hay noticias de Biles en el 2022 ni en buena parte del 2023. En ese tiempo se casa con Jonathan Owens, que juega al fútbol americano con los Chicago Bears. Y reestructura su carrera. Biles va a terapia psicológica una vez a la semana. Los jueves se los reserva para sí misma.
–Es importante cuidar tanto la mente como el cuerpo. El jueves es un día decisivo para mí –dice.
Regresa al fin en octubre del 2023, un retorno prodigioso: en el Mundial de Amberes construye el Biles II, salto delicioso que no ha repetido ninguna otra dama.
En primavera se gana la plaza para todas las pruebas de la artística en París y se confiesa:
–La gente cree que, si eres una esposa, no puedes ser una deportista profesional. Y yo digo que no, que puedes hacerlo todo. Yo estuve casada con la gimnasia. Ahora me siento unida a muchas más cosas, la gimnasia solo es una de ellas porque al final del día me digo: ‘Venga, vamos a casa con mi marido y mis perritos y todas esas cosas’. Antes todo era: gimnasio, gimnasio, gimnasio.
(Biles se estrena este domingo en las preliminares del concurso por equipos y general y en los cuatro elementos).
El Biles II, salto único
Tan poderosa es Simone Biles que ya le ha puesto nombre a cuatro ejercicios. De todos ellos, el más singular es el Biles II, ejercicio de la especialidad de salto. El Biles II es un Yurchenko con doble mortal carpado. Se trata de una maniobra que la estadounidense había presentado en escena en octubre del 2023, durante los Mundiales de Amberes, y que ninguna otra mujer ha conseguido sacar adelante. En la maniobra, Simone Biles se aproxima al trampolín con una voltereta lateral y luego gira sobre sí misma para entrar de espaldas en el trampolín. Ese es propiamente el Yurchenko. Luego, ya en el aire, Biles practica un doble giro hacia atrás carpado, con las piernas estiradas y el torso doblado para agarrarse las rodillas. En aquel día, el Biles II le entregó 15.266 puntos.