Siempre Aitana

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Siempre Aitana

Mi hija Lena, de nueve años, se indignó porque no entendía. Al llegar a casa el pasado 23 de abril, me preguntó cómo había ido el día de Sant Jordi y si había firmado libros cerca de alguien famoso. Cuando le dije que me había cruzado con Aitana Bonmatí que firmaba en una caseta cercana su autobiografía Unidas somos más fuertes , se escandalizó porque no le había pedido una foto. Chasqueó la lengua contrariada, cogió aire para expirar paciencia y me explicó mi torpeza: “Pero papá, ¡que es la mejor jugadora de fútbol del mundo mundial!”.

Para Lena, que flirtea con el Athletic de Bilbao en el fútbol masculino pero mantiene la cordura paternal con el femenino, Aitana Bonmatí es su gran ídolo blaugrana: su primera camiseta culé luce el 14 a la espalda y el nombre de Aitana.

Lena tenía razón: ayer, como siempre, Aitana fue la mejor jugadora de fútbol del mundo mundial

Ayer, cuando pensaba que el enfado de Lena se había disipado, la mejor futbolista del planeta volvió a dejarme en el alambre. Su actuación en la remontada contra el Chelsea no solo fue una exhibición, fue el resumen de por qué, a veces, el Barça nos emociona a tantos. Aitana se vistió de Guardiola, de Cruyff, de Iniesta y hasta de Puyol para marcar el gol de la victoria, provocar el penalti del 0-2 y no dejar de luchar hasta que, cuando el partido moría, fue sustituida por Alexia Putellas.

Aitana fue metrónomo, reloj y guía y fue, sobre todo, un orgullo para los barcelonistas. Pocas veces un deportista ha hecho tantas cosas bien sin equivocarse ni una sola vez.

Aitana fue y es la líder de un Barça genial. Hace tiempo que sabemos que no hay imposibles para el Barça femenino –hasta ayer, jamás habían remontado una eliminatoria a domicilio en Champions– y ayer el conjunto blaugrana no se amilanó pese a las 39.000 gargantas que empujaban a las inglesas en Stramford Bridge.

Desde Cata Coll, que sacó una mano milagrosa en el primer tiempo, hasta Mapi León, que pese a su lesión ondeó feliz una bandera blaugrana durante la celebración, el Barça volvió a vestirse de equipo eterno.

Por su cuarta final y por la posibilidad de ganar su segunda Champions consecutiva, pero sobre todo por la capacidad de conectar con la afición (de nuevo una fiesta al final entre jugadoras y sus seguidores) y de querer ser el mejor equipo femenino de la historia.

En el partido más difícil del año, cuando tenían que luchar cuesta arriba contra uno de los equipos más rocosos del mundo, el Barça fue fiel a quien debe ser: dio el doble de pases (684) que su rival (339) y creó el triple de ocasiones de peligro.

Y al frente de un equipo legendario, claro, una jugadora de leyenda.

Normal que mi hija se indignara conmigo.

Porque Lena tenía razón: ayer, como siempre, Aitana fue la mejor jugadora de fútbol del mundo mundial.

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